jueves, 22 de abril de 2021

Tres Maestros de la Sospecha. Marx (parte 2)


        Empezamos con Marx, como primer representante del tema, a meternos con los Maestros de la Sospecha, los grandes críticos de la modernidad racional y capitalista.

Pero antes de empezar con Marx veamos a qué se refiere ese título.
La expresión “Maestros de la Sospecha” fue creada por Paul Ricoeur en un libro publicado en 1970 llamado: “Freud: una interpretación de la cultura” y se popularizó trascendiendo ampliamente el marco en el cual había sido creada. Con esta frase se describe a tres grandes genios de la historia del pensamiento y de la crítica del paradigma cartesiano; se trata de los ya nombrados Marx y Freud, junto con Friedrich Nietzsche.
El motivo por el cual estos tres hombres resaltan es por marcar grandes falencias al modelo de la cultura occidental, ellos toman las ideas de Descartes, las de la Ilustración (“la diosa razón”), etcétera y le marcan sus fallas y límites en su conceptualización del ser humano al mismo tiempo que crean un gran edificio teórico describiendo lo que las viejas ideas no habían tenido en cuenta y habían dejado de lado.
Estos tres autores coinciden en ser destructores de las ilusiones existentes en su época acerca de que el racionalismo era el método según el cual la humanidad encontraría el camino correcto por el cual dirigir su camino, como si la razón fuera el instrumento perfecto para lograr la justicia, paz y en definitiva la felicidad absoluta.
La crítica está dirigida a dos campos; uno de ellos es la idea de la conciencia y por ello se relaciona con el sujeto, la otra está destinada a evaluar la sociedad y la cultura, aunque en realidad no sean sino dos caras de la misma moneda ya que el sujeto y la cultura, la conciencia y la sociedad, están íntimamente relacionadas, idea con la cual Descartes no estaba de acuerdo ya que diferenciaba tajantemente la res extensa (el cuerpo, los objetos, lo material) y la res cogitans (el pensamiento).
Así entonces, para entrar en Marx, tomemos la idea del cogito cartesiano, la conceptualización que Descartes tenía del ser humano. Obviamente es imposible que este planteo del cogito, elaborado por el máximo representante del racionalismo fuera compartido por Marx, máximo representante del materialismo (ya hablaremos de racionalismo, materialismo, empirismo, etcétera). Marx no parte, como Descartes, de la supervaloración de la razón y tampoco concibe al sujeto como algo separado del mundo material que lo rodea, para Marx en la conformación del sujeto como tal se debe asignar un papel fundamental a la influencia que sobre él ejercen los factores sociales.
Marx estudia detenidamente las relaciones entre el sujeto y el trabajo, los mecanismos de producción de la sociedad capitalista, la lucha de clases según su poder económico y llega a la idea de que el hombre no es solo “una cosa que piensa”, como afirmaba Descartes, sino que el sujeto se forma y se define según su trabajo, posición social y otros factores culturales (tal vez en estas ideas se observe la influencia de su maestro Hegel).
Partiendo de este nuevo paradigma acerca de lo que el sujeto realmente es, Marx dice cosas tales como que el hombre vive alienado (la alienación es un concepto riquísimo con el cual se puede trazar un recorrido que una a Hegel, Marx y Lacan entre otros),  o también dice que si todo se convierte en mercancía entonces el hombre también pasa a ser solamente una mercancía más y, por nombrar otra, que la historia de la humanidad no es otra cosa que la historia de la lucha de clases.
Claramente estos planteos no solo están muy alejado del cogito cartesiano, sino que rompen con su planteo fundamental mostrando que ese solipsismo no describe al sujeto.
Inevitablemente esta concepción de Marx afecta su idea de la cultura y lo lleva a hacer una crítica terrible contra la sociedad, especialmente contra el método capitalista imperante. Marx observa y denuncia que este modo de producción estaba muy lejos de ser el camino al bienestar sino que, muy por el contrario, generaba hambre, miseria y opresión de una clase social por otra, del proletariado a manos de la burguesía.
Aquí también se observa cómo el planteo de Marx rompe con la ilusión idílica en la que se vivía, aunque su verdadera intención era la de liberar al sujeto de sus cadenas, actitud compartida por los tres Maestros que ocupan nuestra presente atención.
De esta manera Marx rompe con muchas ideas establecidas en su época y propone una idea de sujeto y de cultura que nunca antes habían sido postuladas, asegurándole un lugar de privilegio en la historia del pensamiento humano.

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