Para responder esta pregunta
voy a tomar una cita bastante extensa de “Psicología de las masas y análisis
del Yo”, en la cual Freud hace una explicación de lo que él llama sexualidad y
pulsiones sexuales. Al principio tuve la idea de comentarla a medida que la
transcribía, pero después preferí dejarla intacta debido a lo claro que es el
mensaje que el autor está transmitiendo, destacando que lo hace con una enorme
altura para destrozar a sus críticos y una erudición como la que ya estamos
acostumbrado a encontrar en él.
La única aclaración que voy a
hacer es que yo pongo el término “pulsión” en todas aquellas oportunidades en
las cuales López Ballesteres puso “instinto” para traducir “trieb”.
Sin más preámbulo, la cita:
Creemos, pues, que con la
palabra “amor”, en sus múltiples acepciones, ha creado el lenguaje una síntesis
perfectamente justificada y no podemos hacer nada mejor que tomarla como base
de nuestras discusiones y exposiciones científicas. Con este acuerdo ha
desencadenado el psicoanálisis una tempestad de indignación, como si se hubiera
hecho culpable de una innovación sacrílega. Y, sin embargo, con esta concepción
“amplificada” del amor, no ha creado el psicoanálisis nada nuevo. El Eros, de Platón, presenta, por lo que
respecta a sus orígenes, a sus manifestaciones, y a su relación con el amor
sexual, una perfecta analogía con la energía amorosa; esto es, con la libido
del psicoanálisis, coincidencia cumplidamente demostrada por Nachmansohn y
Pfister en interesantes trabajos; y cuando el apóstol Pablo alaba el amor en su
famosa Epístola a los Corintios y lo
sitúa sobre todas las cosas, lo concibe seguramente en el mismo sentido
“amplificado”, de donde resulta que los hombres no siempre toman en serio a sus
grandes pensadores, aunque aparentemente los admiren mucho.
Estas pulsiones eróticas son
denominadas en psicoanálisis, a priori
y en razón a su origen, pulsiones sexuales. La mayoría de los hombres “cultos”
ha visto en esta denominación una ofensa y ha tomado venganza de ella lanzando
contra el psicoanálisis la acusación de “pansexualismo”. Aquellos que
consideran la sexualidad como algo vergonzoso y humillante para la naturaleza
humana pueden servirse de los términos “Eros” y “Erotismo”, más distinguidos.
Así lo hubiera podido hacer también yo desde un principio, cosa que me hubiera
ahorrado numerosas objeciones. Pero no lo he hecho porque no me gusta ceder a
la pusilanimidad. Nunca se sabe a dónde puede llevarle a uno tal camino; se
empieza por ceder en las palabras y se acaba a veces por ceder en las cosas. No
encuentro mérito alguno en avergonzarse de la sexualidad. La palabra griega
Eros, con la que se quiere velar lo vergonzoso, no es, en fin de cuentas, sino
la traducción de nuestra palabra Amor. Además, aquel que sabe esperar no tiene
necesidad de hacer concesiones. (1)
Luego de la cita, nada más
por mi parte que resaltar como elementos llenos de genialidad la oración en la
que Freud dice no haber seguido ese camino para no ceder a la pusilanimidad,
toda una declaración de principios; o también la sutileza de llamar “cultos” a
quienes tanto se horrorizan ante la mención de la sexualidad, como una forma de
destrozarlos con enorme clase.
Bibliografía:
(1) Freud, S.: “Psicología de
las masas y análisis del Yo”. En Obras completas, tomo 19, página 2576/7.
Losada, Buenos Aires, 1997