martes, 20 de abril de 2021

Lacan y Hegel (1/3). Hegel y la dialéctica del amo y el esclavo.

 


Para empezar con esta serie de 3 publicaciones respecto de cosas que Lacan tomó de Hegel, me gustaría comenzar con uno de los postulados más conocidos del filósofo, me refiero a la muy famosa dialéctica del amo y el esclavo.
Hegel comprendió, como todos podemos fácilmente hacerlo, que había diferencias entre los animales y los humanos y él, marcando la diferencia con casi todo el resto de la humanidad, se propuso dar una explicación a este fenómeno.
Creo que una buena forma de meterse en tema es tomando la idea de deseo. Hegel ubica el deseo tanto en el animal como en el ser humano (idea que golpea duramente a cualquier psicoanalista, esto de hablar de deseo en el animal), pero describe a ambos de manera muy distinta; lo que él llama deseo animal es todo aquello que está destinado a conservar la vida y prolongar la especie. Con esta explicación el psicoanalista se relaja un poco, ya que eso no tiene nada que ver con el concepto psicoanalítico de deseo, es decir que Hegel no ubica en el animal lo que Freud llama deseo. Y, en eso, con Hegel, estamos todos los psicoanalistas de acuerdo.
En este sentido, Hegel dice que el deseo animal lo hace buscar comida, refugio, pareja para reproducirse, etcétera; todo directamente relacionado con necesidades físicas y vitales que no pueden ser dejadas de lado ya que, si así fuera, el animal se moriría o se extinguiría la especie al no poder reproducirse.
En este planteo aparece un concepto que es fundamental en Hegel, estoy hablando de la negatividad; al poner en juego el deseo animal se niegan los desarrollos naturales de las cosas. Para poner un ejemplo, podemos decir que al comer pasto la vaca niega la posibilidad del pasto de crecer y reproducirse, lo mismo ocurre cuando un animal mata a otro para alimentarse. De esta manera, la negatividad está presente en el mundo de la naturaleza, aunque vale destacar que, al igual que el deseo, en las ideas de Hegel la negatividad aparece siempre e inevitablemente unida a la necesidad vital y la preservación de la especie.
Pero hay un ser en el cual la negatividad y el deseo van mucho más allá de la naturaleza, de lo puramente animal, la negatividad y el deseo son las fuerzas que producen una ruptura con lo que es propio de la naturaleza y crean, así, un ser distinto llamado ser humano.
Esta idea rompe absolutamente con la idea que tenía la filosofía griega antigua, ya que el ser humano tal como lo entendía la antigua de Atenas era un ser puramente natural.
Hegel tira todo eso a la basura y postula que, para devenir humano, para pasar de ser solo sustancia a convertirse en sujeto, ese ser debe negar lo que tiene de animal, trascender la pura naturaleza que hay en sí y transformarse en un sujeto verdadero.
Pero esto no debe inducirnos a error, ya que Hegel no dice que lo dado, el animal natural, quede eliminado en el ser humano, lo que Hegel plantea es que para hablar de humanidad no puede hablarse solamente de un ser natural, sino que esto debe superarse, lo cual no implica que esta animalidad quede suprimida. Para Hegel, por el contrario, el ser humano no es nada sin el animal que le sirve de soporte y esto se entiende fácilmente ya que todos los humanos estamos sometidos a las leyes naturales.
Pero como trascendemos al animal, también aparecen muchas otras cosas en el mundo humano.
Y con esto ya planteamos el principio de lo que Hegel llama dialéctica, la cual consiste en un primer tiempo llamado afirmación, un segundo tiempo conocido como la negación de la afirmación y, posteriormente, el tercer tiempo de la negación de la negación, la cual supera las dos instancias previas, les impide seguir existiendo como cosas independientes y las integra en una totalidad, es decir que las conserva aun cuando las supera. Lo notable es que esta totalidad del tercer tiempo pasará luego a actuar como una afirmación y todo el proceso dialéctico comenzará otra vez.
Quiero destacar dos cosas con respecto a la dialéctica como ha sido presentada muchas veces.
Primero la más simple, es el hecho de que estos tres momentos han sido llamados tesis, antítesis y síntesis, pero Hegel nunca utiliza esos términos, de manera que podemos no usarlos nosotros tampoco.
Segundo, el hecho de que la dialéctica no es un método, no es una forma de entender la estructura de la realidad, sino que para Hegel la dialéctica es la realidad misma o, por decirlo de otra manera, la realidad está construida de forma dialéctica, con tres momentos en los cuales los dos primeros se fusionan para dar lugar a un tercer momento que al mismo tiempo conserva y supera a los otros dos.
Entonces, volviendo al tema, tenemos lo animal, que ocupa el lugar de la afirmación y después surge la superación de lo animal, que es el segundo tiempo lógico de la dialéctica, es la negación de la afirmación, esto se produce porque existe algo que niega lo natural y ese algo es el deseo humano, distinto al deseo animal unido a la necesidad vital. Cuando Hegel habla del deseo humano se refiere a un deseo que está dirigido hacia algo pura y exclusivamente humano, es el deseo de reconocimiento por parte del otro, el cual debe ser otro ser humano semejante. Estos dos seres deseantes que buscan ser reconocidos sin reconocer al otro se trenzan en una lucha en la cual arriesgan sus vidas por puro prestigio, es un deseo de deseo, entiéndase esto como el hecho de desear ser deseado por el otro, desear que el deseo del otro se pose sobre nosotros. Esto es lo que produce la aparición de lo humano por sobre lo animal.
La mención del riesgo de vida es fundamental ya que ese enfrentamiento se produce entre dos seres que desean este reconocimiento y van a luchar por él arriesgando la propia vida, se trata de una lucha a muerte por puro prestigio, por lograr algo que no tiene nada que ver con una necesidad vital.
No quisiera pasar por alto una frase de Kojève que me resultó particularmente preciosa en relación a cómo el sujeto niega al animal en el cual se basa, él dice: “Puede decirse que el hombre es una enfermedad mortal del animal”. No solo es muy gráfica y clara, sino que también plantea la estrecha relación que existe entre la negatividad y la muerte, ya que para que advenga lo humano hay que negar la animalidad, hay que darle muerte a esa pura naturaleza.
Se podría argumentar que aquí tenemos ya revelada la estructura dialéctica de la realidad, que parte de la afirmación del animal que será negada por la aparición del sujeto para luego quedar ambas reunidas en una totalidad, sustancia más sujeto, que es el ser humano.
Pero, como había dicho, esta totalidad de un ser humano pasa a ser una nueva afirmación que será negada por otro ser humano que busca el mismo reconocimiento, este choque de deseos generará la lucha a muerte entre ellos
Pero algo ocurre durante esa lucha ya que uno de ellos siente la angustia que le produce la posibilidad de morir y decide privilegiar su vida antes que su deseo de reconocimiento, esa persona renuncia a ese deseo humano para conservar su vida (lo natural, lo inmediatamente dado, lo animal) y así se somete al otro, pasa a ser su esclavo y el otro se erige como el amo.
En este punto, hay que destacar que no se trata de que el amo domina mejor que el esclavo su temor a la muerte, sino que el amo es aquel en el cual no existe el temor a morir a la hora de luchar por obtener ese deseo, el amo es el ser en el cual lo animal está completamente negado.
De esta manera se llega a la toma de posiciones por parte de cada uno de los luchadores, uno se instala como amo y el otro como su esclavo. A partir de ahí siguen caminos muy distintos.
Empecemos por el amo. El amo pone a trabajar al esclavo y se dedica a disfrutar ociosamente de los productos de ese trabajo, la ropa confeccionada, la comida cocinada, etcétera. Todo lo que llega al amo lo hace a través del esclavo. En este sentido el amo estaría en una posición completamente humana, ya que no tendría una relación de inmediatez con las cosas, la naturaleza y el mundo, como es propio de los animales, sino que entre ellos habría un intermediario que transformaría (negaría) lo dado por efecto de su trabajo. El amo no accede a la naturaleza sino a lo que el esclavo hace de ella. De esta manera el amo solo negaría su ser natural para poder advenir humano y luego se dedicaría a gozar.
La situación del esclavo es muy distinta ya que su posibilidad de gozar del mundo está limitada por la autoridad del amo, las cosas que le llegan no le pertenecen a él sino al amo y él está obligado a trabajar para que las disfrute otro. Aun así, esto implica cierta posición humana ya que, por un lado, el esclavo tampoco tiene una relación directa con las cosas, sino que es solo a través del permiso del amo que puede llegar a esas cosas (comida, techo, ropa) con lo cual el esclavo no puede consumir las cosas sin más como lo hacen los animales. Pero hay otro elemento fundamental en la “humanización” del esclavo, se trata del hecho de que trabaja.
Simplemente eso, el esclavo trabaja y al hacerlo toma las cosas del mundo natural y las transforma, las cambia, es decir que las niega, les aplica la negatividad en relación a un proyecto humano. No se trata de una vaca comiendo pasto, sino de una negatividad aplicada a algo no vital, destinado al goce ajeno.
Este trabajo, esta negatividad humana del mundo, humaniza al esclavo, pero además hace mucho más. El amo es pasivo y estático, el esclavo realiza el trabajo, la transformación de la naturaleza y el movimiento y, como tal, es el que produce la historia, la cultura humana; es por él y por su actividad que se producen los cambios en la cultura que hacen que ésta evolucione en una espiral dialéctica.
El esclavo es el agente de la historia humana.
Es interesantísimo pensar cómo dos de los filósofos más importantes de la historia, me refiero a Nietzsche y Marx, leyeron este texto de Hegel y tomaron fuertes posiciones totalmente opuestas, Nietzsche a favor del amo, quien puede tomar el mundo por la fuerza y Marx, del esclavo, los proletarios.
La dialéctica del amo y el esclavo, la negación de la negación produciría una superación en la cual ambas instancias anteriores quedarían negadas como entes separados al unirse en la totalidad que sería el ciudadano del Estado, el cual sería de tipo total, universal, homogéneo; sería la evolución dialéctica llegando a su fin y, por tanto, la finalización de la historia, la toma de conciencia por parte de la cultura o, como lo llama Hegel, el Espíritu, de su existencia, su estructura y mecanismo. Una autoconciencia que detiene la dialéctica y lleva al ser humano a la perfección.

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