Y ciertamente hay que usar esos dos términos con cierto humor cuando uno se refiere a la filosofía de Hegel, uno de los autores más complicados de leer que haya existido, como si el tema del cual escribía, la filosofía, no fuera ya lo suficientemente intrincado y complejo como para, además, sumarle elementos particulares de la expresión y la escritura del autor. Pero es así, Hegel (como también ocurre con Kant) es un autor al cual decirle “difícil” es quedarse muy, pero muy corto, sin embargo es demasiado importante en la historia de la filosofía como para dejarlo a un lado; por lo cual lo único que podemos hacer es tratar de meternos con sus postulados para tratar de incluirlo en nuestra dieta de conocimientos. Siempre, dentro de lo posible, tratando de no indigestarnos.
Obviamente, las comillas en esos dos términos del título nos advierten que nada es simple en esta materia y que la posibilidad de realmente comprender es algo que no se puede lograr de una vez y para siempre, sino siguiendo un camino lento y duro. Pero como un viaje de mil kilómetros siempre empieza por el primer paso... avancemos de a poco, que algún día llegaremos.
Esta publicación y las cuatro que le van a seguir están tomadas del capítulo dedicado a Hegel del libro “Principios de filosofía”, de Carpio y al leerlo me pareció que era una buena forma de explicar, de una manera muy particular, algunas de las cosas centrales de este autor, como para ir teniendo una idea acerca de cómo pensaba y cómo estaba compuesto su mundo. Voy a tratar de seguir la estructura del libro, pero explicándolo con mis palabras.
La idea fundamental es poder transmitir qué entendía Hegel por realidad, es decir cómo estaba formado algo que todos creemos entender, pero que si tenemos que dar cuenta de qué es nos encontraríamos en grandes problemas.
Muchos podrían decir que la realidad es lo que realmente existe, pero ya desde Platón, y antes también, sabemos que no es tan fácil comprender qué es lo real, y si no pregúntenle al que salió de la caverna platónica y volvió a tratar de liberar a los demás y él les va a contar cómo lo mataron a golpes antes de escucharlo. O pregúntenle a Descartes, que prescindió de todo lo que creía saber y quiso empezar de cero, pero tuvo que meter a Dios por la ventana y justificar su existencia como única forma de no quedar atrapado en un solipsismo bastante poco útil.
Más interesante es la idea de Kant, que separa lo que él llama la “cosa en sí” y “la cosa para mí”; la primera se refiere a todo aquello que son las cosas en su realidad física y la segunda habla de lo que cada uno de nosotros entiende por cada una de esas cosas. Lo interesante es que la “cosa en sí”, la real, lo que las cosas son, quedan completamente fuera de la posibilidad de ser alcanzadas por el entendimiento humano. Es absolutamente imposible que una persona pueda saber cómo son realmente las cosas, ni a través de los sentidos ni de la razón (Kant le pega una linda patadita tanto a Descartes como a Hume) y lo único que queda es que cada uno de nosotros haga lo que puede con la llamada “cosa para mí”, que es lo único que puede alcanzar.
Bueno, Hegel también va a dar sus patadas, una de las cuales se la pega a Kant y a su idea de la “cosa en sí”. Para Hegel, la supuesta “cosa en sí” kantiana no existe, es una idea ficticia que no puede sostenerse, con lo cual la idea de una realidad formada por cosas realmente existentes queda completamente descartada.
Hoy, dos siglos después, la mayoría de la gente sigue aferrándose a creer que la realidad son las cosas que realmente existen. Claramente hay ideas que son mucho más resistidas que otras.
Para Hegel, la idea de que existe una realidad que no podemos conocer y solo conocemos un subrogado de ella es algo inaceptable, porque haría que el conocimiento fuera algo relativo, poco serio, referido a banalidades cambiantes y no a lo verdaderamente importante. Se me ocurre, juzguen ustedes la comparación, que sería algo así como si Platón hubiera planteado el mundo sensible y el de las ideas, pero a continuación hubiera dicho que solamente nos podemos manejar en lo sensible, la opinión (doxa) sin tener jamás ningún tipo de posibilidades de acceder al mundo de las ideas y alcanzar el verdadero conocimiento (la episteme).
Hegel tiene una frase que viene a romper con todo esto; él dice: todo lo real es racional y todo lo racional es real, con lo cual pensar en una existencia real que esté por fuera de lo comprensible es, para Hegel, un absurdo.
Es así como Hegel elimina completamente la idea de cosas realmente existentes, substancias, “cosas en sí” y pasa a pensar la realidad de una forma completamente distinta, tal como lo dice el título, como un conjunto de relaciones. Para decirlo de otra forma, Hegel no piensa que las cosas sean lo que son por sí mismas, sino solamente por su relación con todo lo demás, no está de acuerdo con que cada cosa tenga su esencia sino que eso debe ser buscado en la relación que cada cosa tiene con las demás.
Este conjunto de relaciones hace referencia al hecho de que las cosas no pueden pensarse independientemente del resto, sino que solo pueden definirse en relación a todas las demás cosas, es decir que cualquier cosa que queramos explicar va a tener que ser incluida en categorías en las cuales hay comprendidas muchas otras cosas. Por ejemplo, para definir lo que es un león tendríamos que decir que es un ser vivo, con lo cual lo estaríamos relacionando con todos los seres vivos, también podemos decir que es un animal y estaríamos volviendo a relacionarlo con seres similares, se puede agregar que es un felino, un carnívoro, de reproducción sexual y muchas cosas más, pero siempre habrá que ponerlo en relación con otras cosas para poder comprender de qué estamos hablando ya que si algo apareciera en total desconexión con todo lo demás simplemente no podríamos comprender nada acerca de eso. Imaginemos que de repente apareciera algo de lo cual no pudiéramos decir nada, ni su tamaño, ni su forma, ni su color, ni su composición, ni su origen, ni para qué sirve, ni nada de nada en lo absoluto; si eso ocurriera nos sería imposible nombrarlo o comprenderlo.
No es muy difícil relacionar (ya que estamos en eso) estas ideas de Hegel con lo que dos siglos después dirá Lacan acerca de la cadena de significantes, ya que ahí también cada término existe por su relación con los demás. La forma más simple de explicarlo es decir que para explicar lo que cualquier palabra significa se debe inevitablemente recurrir a otras palabras para hacer esa explicación, es decir que se debe relacionar una palabra con otras para poder abordarla. Con respecto a los significantes, éstos jamás aparecen solos sino que siempre vienen en pares, lo que se expresa hablando del S1 y el S2, donde el segundo no sería específicamente hablando un significante que hiciera par con el primero, sino más bien un representante de todo el conjunto de significantes, así S1 estaría vinculado a todos los demás significantes, hecho que puede comprobarse claramente en la asociación libre, por ejemplo, donde cualquier elemento puede estar asociado a… cualquier otra cosa.
De esta manera, Hegel establece una realidad en la cual se da una complejísima red de interrelaciones donde cada cosa está estrechamente vinculada a muchas otras y ninguna puede ser pensada en soledad y desconexión del resto, sino solamente a través de dichas relaciones.
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