martes, 20 de abril de 2021

Tiempos y ritmos de la música, cortes siderantes frente al goce.

 


Les comparto nuevamente un texto de la lic. Natalia Demonte, el cual fue publicado originalmente en http://www.pensarelpsicoanalisis.com.ar 

Los invito a pasar a la página para descubrirla y poder leer otros artículos escritos por mí y por colegas.


Si nos adentramos en la música la podemos ubicar desde lo más primitivo del cachorro humano, ya desde que un niño nace se espera que emita la sonoridad del llanto que  da cuenta de la subsistencia  frente a lo traumático de la  separación del cuerpo de su madre .  El mundo del sonido precede al mundo del sentido y la voz materna arullando al niño es el medio a través el cuál se transmite esta voz musical.

En la música como forma primitiva del lenguaje podemos apreciar el juego en la alternancia entre  llantos, silencios  y balbuceos en sus  distintos tonos y  momentos ante la  invocación al otro. En un primer tiempo la necesidad biológica está condicionada a un objeto específico, ej llanto por hambre con el fin de obtener comida, luego por apuntalamiento a la necesidad biológica  se pone en juego la articulación de necesidad, demanda y deseo.  La demanda surge como desvío de esa necesidad bruta , la demanda sería demanda de una respuesta ..la llamada ¨ Demanda de amor¨ ,  quedando alienada al campo el otro . La demanda pasa a ser  una demanda incondicionada, ya no a un objeto específico sino que se va desplazando .    La comunicación entre el bebé y su madre   se va dando entre ritmos , compases, melodías y entonaciones  y ese cuerpo de goce va siendo recortado por el tesoro de significantes .

Podemos decir que la música es  una alternativa al recupero de ese goce  pero no sin haber pasado  por ¨el corte¨.  Con relación a la música podemos decir  que Lacan la ha nombrado como un modo de organización alrededor de un vacío, donde se pone en juego el objeto voz, la pulsión invocante como un llamado del Otro y una invocación, al Otro.

La nota azul

Didiere Weill hace referencia a la nota azul como ese momento de impacto que conmueve, no es una nota en sí misma sino que es ese momento que produce  ese efecto. La música nos lleva a estar expectantes, en movimiento, a encausarnos, con la esperanza de  llegada de ese momento. La nota azul está más allá de cualquier comprensión,  encausa, se siente , impacta  y resuelve.

Podemos decir que la música se asemeja a un sistema matemático con un sistema propio de símbolos y reglas, donde una figura es de un modo o una  nota es en un lugar y no en otro,  pero sí se puede jugar en el universo de las diversas combinaciones.

Si ponemos en juego los 3 registros (R.S.I) de Lacan podemos decir el gran papel que tiene el compositor en este registro simbólico, desde la letra narrando una historia  con su universo de metáforas  hasta el ordenamiento del sistema de notas , construcción de  armonías  y melodías con tempos.

Desde el punto de vista de lo real ubicaría  al  intérprete, ya que  la interpretación toca directamente al cuerpo y se juega algo de lo in abordable , hay un resto imposible de llegar y de hecho hasta el mismo intérprete nunca podrá interpretar una canción de la misma manera.

Desde el punto de vista imaginario podemos decir  que tanto para el que interpreta como para el oyente se ponen en juego la evocación imaginaria de recuerdos, de la propia historia  que le da una trama a esa canción y cada oyente puede desde su comprensión dar un entramado imaginario distinto de acuerdo a lo que vuelque.

Si el tocar de un músico es tal que me permita escuchar esa nota azul me enseña que la espera no fue en vano, esa nota azul conmueve a tal punto que nos saca del mundo especular y reina el poder de ese momento, un significante liberador desprovisto de todo sentido.

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