martes, 20 de abril de 2021

En-trampado en el espejo.



Agradezco el texto cedido por la lic. Natalia Demonte, el cual fue publicado originalmente en http://www.pensarelpsicoanalisis.com.ar 

Los invito a pasar a la página para descubrirla y poder leer otros artículos escritos por mí y por colegas.


   Freud al preguntarse por la agresividad  la pensaba como una tendencia intrínseca del ser humano con relación a la pulsión de muerte, donde  la agresividad devenía cuando esa pulsión de muerte se volcaba para afuera hacia el otro.

Lacan toma el concepto de agresividad pero lo trabaja con relación al estadío de espejo, al registro imaginario en cuanto a la relación del yo con el semejante.

Retoma el concepto freudiano de ambivalencia afectiva, con relación al amor odio por un mismo semejante y sus dinámicas.

¿Cómo lo podemos relacionar con el estadío del espejo?

Alrededor de los 6 meses y el año y medio de vida el niño ve en su reflejo la imagen como totalidad.  Esta imagen de completud está en contraposición a su cuerpo fragmentado por la falta de coordinación neurológica, donde no hay un reconocimiento de las distintas partes y funciones  del propio cuerpo y la diferencia con lo externo. Cuando el niño ve la imagen perfecta en el espejo y la madre que le señala ¨ese sos vos¨, se produce la anticipación de esa imagen completa, ese ideal al que hay que llegar. Se identifica con esta imagen externa, dando lugar esta identificación alienante al proceso de constitución del Yo (Moi).

En el contraste entre la imagen completa y el cuerpo real se plasma una tensión agresiva que luego se plasmará en la relación con los otros semejantes.

Como bien sabemos en psicoanálisis, las dinámicas y los tiempos son subjetivos, no cronológicos, y se pueden escuchar en la clínica por ejemplo muchas posiciones donde  hay un detenimiento, entrampamiento en dicho estadío especular.

Se puede escuchar una tensión imaginaria con el pequeño otro, detrás de esa tensión imaginaria hay un Gran Otro que le da esa consistencia:

Se comunica T para pedir entrevista para terapia de pareja. Llegado el día bajo a recibirlos y entre T y L se percibe un clima de mucha tensión, L tiende a mirar para abajo y T ya en su imagen tiene una mirada tensa, agresiva aunque se muestra respetuoso desde los modismos formales.

Durante las primeras entrevistas se podía ver cómo había gran dificultad para escucharse y quedaban siempre enredados en el malentendido de la relación especular. En ese momento no había lugar para una relación de pareja, donde en la dinámica se diera lugar al objeto a que encausara al otro  en la dimensión de la falta, de la motorización del deseo, sino que terminaban compitiendo quien tenía el mango de la sartén. De quien más se escuchaba esta dinámica era en T, siempre surgía hacia L  un  ¨ahh vos siempre tan perfecta, vos que la tenés tan clara y que tenés esto y aquello¨. Se escuchaba también en T una insistencia y demanda constante a q L lo reconozca, una búsqueda de reconocimiento insaciable y con una tensión agresiva que parecía por momentos de berrinches de un niño que montaba la escena en el consultorio.

Luego de un tiempo T pasó a seguir análisis individual en vez de ser ¨el paciente la pareja¨.  Se podía escuchar cómo esta tensión agresiva con el semejante le pasaba a T en distintas situaciones y con distintas personas: si no era el jefe que no lo reconocía y le daba un  lugar privilegiado a su compañero rival de trabajo en lugar de a él,  era su amigo que tenía tal o cuál cosa que él no; también había como un eclipsamiento por comprar cosas por internet donde pueda poner en escena ¨el  negocio perfecto¨, y lejos de perder le gane en el precio al otro y forme la ¨venta redonda, completita ¨ .

En esas dinámicas de rivalidad algo del falo entra en ese juego, una dialéctica del falo donde ¨el otro es completo y tiene lo que a mí me falta ¨.

Frente a la agresividad que se establece en lo social Lacan plantea una salida lógica llamada ¨la fraternidad discreta¨,  de este modo se daría lugar a una sociedad distinta donde se pueda integrar un nosotros: ¨en una fraternidad discreta por cuyo rasero somos siempre demasiado desiguales¨

El psicoanalista colombiano Mario Elkin Ramirez, retomando este concepto, nos dice que la fraternidad discreta conlleva a que hay algo común con los otros y que es una aspiración a la asunción del ser hablante  y a las dificultades del ser hablante.

Podemos decir que lo que se pone en juego es la dimensión de las diferencias,  de la falta.

En el análisis con T se fue produciendo justamente un proceso que iba dando lugar a la caída del espejo, ¨donde el otro está tan atravesado por la lógica de la castración en tanto hablante como yo¨.  Se sigue un recorrido, donde se va imprimiendo esa lógica con los pequeños otros, y en la medida que T pudo ir hablando de su historia, de su relación con sus padres, empieza a poder escuchar y preguntarse porqué se ubica de ese modo con sus semejantes. Comienza a preguntarse qué es lo que tanto anhela en cada escena que trae de ese otro, produciéndose todo un proceso de encause al deseo, de la dimensión de la falta que lo motoriza a ponerse a trabajar para ello, construyendo una salida alternativa a quedar entrampado en el espejo.

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