jueves, 22 de abril de 2021

Maestros de la Sospecha. Nietzsche (Parte 1)


        Nos toca hoy meternos con uno de los filósofos más importantes y sorprendentes de la historia, su nombre es Friedrich Nietzsche, también conocido como “el loco de Turín” ya que, como se dice en broma con respecto a muchos filósofos, en él la locura terminó siendo algo real luego de un colapso mental sufrido en dicha ciudad.

Nietzsche es el autor de muchas ideas que rompieron con los moldes que existían en aquella época, no tan lejana de la nuestra, pero todo lo que él creó en su vida puede unirse para formar un solo edificio teórico si tomamos como clave aquel elemento que este autor siempre destacó; estamos hablando de la vida. La vida para Nietzsche siempre fue el elemento fundamental de la existencia y recibe en su filosofía el más grande homenaje y la más sobresaliente alabanza, ya que es lo que inspira todas y cada una de sus palabras e ideas.
Obviamente semejante héroe del pensamiento no se refiere a la vida como un simple existir, tomando su valor solamente en el hecho de que porque hay vida es que se pueden hacer cosas. No, de ninguna manera, es más su filosofía detesta profundamente a quienes solamente viven su vida de forma totalmente pasiva (a éstos los llamaba “el rebaño” o “los vulgares lectores de periódicos”), sin meditar acerca de su situación y hacer algo para crecer, mejorar, superar al resto, alcanzar lo que él llamaba el Superhombre (sí, es a partir de sus ideas que tiempo después Siegel y Shuster utilizaron ese nombre para crear al hijo de Kriptón).
Pero la vida tal como él la entiende no nos es transmitida solamente por la fuerza de sus ideas sino que desde el primer momento que uno lee una de sus obras siente el impacto de su vivacidad. Generalmente se clasifica a los filósofos según la dificultad que presentan sus escritos, es así como uno puede hablar de filósofos que son fácilmente comprensibles, tales como Platón o Descartes (hablo de la facilidad con la cual puede seguirse la lectura de sus obras, lo cual no significa que sus ideas sean fáciles de entender, ni que su profundidad y alcance puedan determinarse sin dificultades), o autores muy complicados, tales como Kant o Hegel; pero para Nietzsche habría que crear una nueva categoría, la de autores pasionales. Es que este autor no solo que no busca ningún tipo de sutilezas o moderación en la forma de decir lo que piensa, sino que muy por el contrario lanza sus palabras como si fueran puñales afilados contra todo y todos aquellos que contradicen lo que él considera básico y determinante para la existencia del sujeto; él mismo se refiere a esto diciendo que filosofa “a martillazos”, haciendo notar la fuerza y el impacto que producen sus palabras.
Es por eso que con Nietzsche no se puede ser tibio o medido al opinar sobre él, a este autor se lo ama o se lo odia, extremos absolutos a lo cual su figura nos inspira.
Entrando en sus ideas podemos comenzar con lo que se había mencionado antes, su idea del Superhombre; Nietzsche definía al hombre como una cuerda tendida sobre el abismo entre el animal y el Superhombre, con lo cual apuntaba a que el hombre estaba en una etapa de la evolución (en sentido filosófico, no biológico) en la cual había dejado atrás al animal y se dirigía a su meta, que es el Superhombre, y lo hacía atravesando un abismo, que puede interpretarse como aquellas dudas y miedos que nos aquejan. Este Superhombre representa aquel ser que está afirmado en su existencia, en su identidad y no tiene dudas ni temores a la hora de utilizar su fuerza o, como el lo llama, su voluntad de poder. Esta voluntad de poder es un concepto clave en la filosofía nietzscheana, ya que muestra la determinación de cada sujeto en la lucha inevitable que significa la vida. Nietzsche no coincide con que todos tenemos que amar a nuestros semejantes para lograr la paz, él concibe la vida como una lucha en la cual los poderosos tienen el derecho de someter a los débiles, es por eso que alienta a que nos transformemos en guerreros, en aves de presa, esencialmente en Superhombres.
No es de sorprender, partiendo de esto, que Nietzsche odie absolutamente todo lo que tiene que ver con ideas tales como la piedad, el perdón, la filantropía y otros como esos y presenta una idea muy interesante de cómo fueron creadas. Él explica que en la lucha de fuertes contra débiles las fuerzas estaban claramente repartidas y los últimos comprendieron que no podrían vencer, es por eso que dieron vuelta las cosas y pasaron a mostrar como buenas aquellas conductas que representaban lo único que ellos podían hacer, es decir la bondad, el amor y otras; mientras que ubicaron en un lugar de desprecio aquello que los fuertes tenían y ellos no podían igualar, cosas tales como la fuerza, el dominio, etcétera. En la “Genealogía de la moral”, dice claramente que Judea venció a Roma, tomándolos como ejemplos de ambas posturas.
Y la mención de Judea no es casual, ya que el cristianismo representa todo aquello que nuestro autor más odia de entre todas las cosas, no solo por el ideal de moral que contradice todo lo que él sostiene, sino también por incluir a esta religión en una filosofía del dualismo que nace con Sócrates-Platón, la cual plantea dos mundos: uno de los cuales es en el que nosotros vivimos, corrupto, cambiante y superficial y otro mundo ideal, perfecto y eterno, que en Sócrates sería el mundo de las ideas y en el cristianismo sería el paraíso. Todas estas filosofía defenestraban nuestro mundo a favor del otro, Nietzsche nos exige con violencia olvidar esas estúpidas pretensiones absurdas y centrarnos en la vida, vivirla con toda la intensidad posible y trascender esta etapa.
Por estas críticas al cristianismo y a la filosofía, Nietzsche exige imperiosamente la inversión completa de todos los valores morales, abandonar esa estúpida moral del rebaño para implementar la moral correcta, la de los fuertes.
Otra de las críticas importantes que hace es con respecto al carácter que denomina apolíneo, tomado del dios griego Apolo, según el cual la calma y la moderación son la forma correcta de comportarse en la vida, también representado por la súper valoración de la razón en filosofía o la sumisión en la religión. En contra de todo esto, Nietzsche aboga por el carácter dionisíaco, tomado de Dionisio, dios del vino, por el cual lo que debe buscarse es la pérdida máxima, incluso llegando hasta perder el yo, la conciencia de todo, como en las fiestas orgiásticas dionisíacas en las cuales no regía ningún orden ni ley.
Nietzsche es así, es el todo o la nada, la plena aplicación de la voluntad de poder por parte de un Superhombre dionisíaco… o morir en el intento.
Tibios e indecisos, abstenerse.

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