lunes, 26 de abril de 2021

Crítica a la dialéctica del Amo y el Esclavo.


            Me gustaría comenzar esta crítica con un argumento similar al utilizado para discutir el postulado de Freud acerca de que, luego de matar al padre de la horda primitiva, los hermanos asesinos realizan un pacto que será la base de la cultura y sus prohibiciones. Y esto se produce porque en ambas teorías hay un error que podríamos calificar de “error lógico” y que también tiene que ver con un pacto, en este caso se trata del pacto que se crearía entre ambos contendientes según el cual uno adviene Amo y el otro, Esclavo. Se refiere al hecho de que, así planteado, esto no puede ser el origen de ninguna cultura y de ninguna historia. El problema es el siguiente, es imposible plantear la posibilidad de ningún pacto, ni del de los hermanos asesinos ni del que tiene por protagonistas al Amo y al Esclavo, previo a la cultura. ¿Cómo podría plantearse que dos personas pacten, se pongan de acuerdo en algo si no es sobre la base de leyes y reglas que estipulen la posibilidad de detener la lucha, como primer paso fundamental y luego las características según las cuales la negociación puede llevarse a adelante?

Pongo como ejemplo al boxeo. Para que el hecho de arrojar la toalla sea suficiente para detener la pelea y establecer un ganador y un vencido, un Amo y un Esclavo, debe existir una regla previa a la pelea que legalice esta situación; de lo contrario, si no hubiera una regla tal, uno podría tirar la toalla, la esponja y hasta los calzones de la tía Eulogia que nada cambiaría, nada de esto estaría inscripto como acto representante de una ley y el pobre boxeador que está en el suelo sería golpeado hasta la muerte. No puede plantearse que las reglas del boxeo dependen de lo que ocurre arriba del ring, sino que esas leyes son previas a la pelea y determinan lo que allí sucede.
Exactamente igual, en el planteo de Hegel, solo puede detenerse la lucha y darse una negociación si esto ya está acordado de antemano, si ambos están de acuerdo en comenzar a luchar sabiendo que pueden “tirar la toalla” y sabiendo también qué cosas pueden ofrecer al otro para evitar que los mate.
Claramente esto apunta a hablar de una cultura que preexiste a esta lucha y que la regula y condiciona, pero que de ninguna manera puede ser el origen de la historia humana.
Creo que la dialéctica del Amo y el Esclavo puede usarse para explicar los procesos que fueron produciéndose en la historia. Si tomamos la idea de Hegel de que todos somos Amos o Esclavos se puede ver la historia como una constante lucha entre unos y otros a partir de lo cual todo surge, pero siempre sobre la base de una cultura preexistente cuyo origen desconocemos.
Otra de las cosas que me gustaría comentar es lo referente a lo que efectivamente hace humano al ser humano. Con respecto a este tema es importante el cambio que realiza Hegel entre las conferencias de Jena (1803-1804) y la publicación de la “Fenomenología del espíritu” (1807).
Empecemos por el Hegel de Jena.
Es la negatividad que actúa en esta lucha a muerte lo que niega al ser dado natural, lo animal inmediato, esto es lo que permite el surgimiento de lo realmente humano y, como todo esto comienza con un deseo propiamente humano, el deseo de reconocimiento, éste debería ser el elemento que funda la humanidad, aquello que hace que ese ser no se comporte como los demás animales sino que busque algo que está mucho más allá de lo puramente biológico y la necesidad vital.
Pero esto no parece ser tan fácil de solucionar ya que la conciencia de la muerte y el reconocimiento del otro también son ubicados en este lugar de fundadores de lo humano. 
En este sentido dice Kojève: 

“Mas, según Hegel, el Hombre es humanamente real y realmente humano en la medida en que es reconocido en tanto que tal” (1). 

Que el autor destaque las palabras “real”, “humano” y “reconocido” nos da una clara idea de la potencia que le imprime a esta frase. 
Pero luego, en otro lugar, dice: 

“Pues es en la Lucha dentro de la cual la potencia de lo Negativo se manifiesta por la aceptación voluntaria del riesgo de la vida (el Amo) o por la angustia inspirada por la aparición conciente de la muerte (el Esclavo), donde el Hombre crea su ser humano, transformando como “por magia” la Nada que es y que se manifiesta a él y por él en tanto que muerte, en una existencia negatriz del combatiente…” (2).

En este sentido no me queda del todo claro cual es el elemento que confiere la humanidad y esto es importante ya que si decimos que es el deseo de reconocimiento lo que nos hace humanos entonces tanto el Amo como el Esclavo son seres humanos ya que ambos buscan ese deseo, aunque solo uno de ellos lo consiga. Muy distinto es lo que ocurre si planteamos que uno se hace humano solo al enfrentar resueltamente a la muerte o solo al ser reconocido por un semejante, ya que en ese caso no se puede decir que el Esclavo sea propiamente humano, puesto que pone su vida antes que a ese deseo, elige lo dado por la naturaleza y de esa forma se queda en los límites de la animalidad y, por tanto, su reconocimiento del Amo no puede ser lo que este Amo busca por no provenir de un semejante sino que sería algo similar a haber domado a un animal cualquiera. De esta manera el Amo no lograría el reconocimiento buscado y no podría ser reconocido como plenamente humano. Esto nos llevaría a un callejón sin salida según el cual la lucha debería ser efectivamente a muerte, sin posibilidad de ninguna negociación, pero es indiscutible que la muerte de un luchador también arruinaría todo ya que es imposible obtener reconocimiento por parte de un muerto.
Kojève explica que Hegel realizó una modificación en la Fenomenología del espíritu y pasa a decir que no es necesario luchar a muerte sino que cuando el Esclavo siente caer sobre sí todo el peso de la angustia que le produce el temor a morir adviene humano. Este es un cambio fundamental ya que aún cuando el Esclavo privilegia la vida ante su deseo se humaniza debido a su conciencia acerca de la muerte; será un Esclavo, pero eso no le quita su estatuto de ser humano, con lo cual su reconocimiento al Amo será totalmente válido, se trata de un ser humano reconociendo a otro ser humano y este Amo accederá así a la humanidad tan buscada.
Así explicado esto soluciona algunas cuestiones, pero plantea otras, porque si solo se accede a lo humano por la aparición de la angustia ante la muerte y la obtención de reconocimiento ¿qué eran ambos antes de lograr esto, mientras luchaban sin temor? No puede decirse que fueran animales, ya que los impulsaba un deseo de deseo, algo imposible de situar en los animales, pero tampoco eran humanos todavía. Pero aún cuando se dijera que no tiene sentido descomponer esta Gran Lucha en sus partes, sino que toda ella debe ser tomada como un gran proceso lógico, como si toda ella fuera una unidad, aún así habría algo que cuestionarle ya que para que este deseo de deseo aparezca en un ser vivo debe existir en este ser algo que así lo permita. Es decir, sería estúpido plantear que existen animales en el mundo, perros, gatos y otros más y que hay algo llamado “deseo de reconocimiento” flotando por el aire, el cual se encarna al azar en algunos de estos animales y desata la lucha con todas sus consecuencias.
No, definitivamente no.
Para que todo esto ocurra debe existir algo en ese ser que permita la aparición de ese deseo, la posibilidad de reconocer la muerte y afrontarla sin temor o angustiarse ante ella y, no menos importante, debe existir la posibilidad de que el reconocimiento obtenido tenga un efecto válido, sea tomado por tal.
En definitiva, puede darse todo esto pura y exclusivamente en un ser que ya posea de antemano todas las características de un ser humano.
Al igual que criticábamos ese pacto fundante, el advenimiento humano no puede producirse sino solamente sobre la base de aquello que, supuestamente, está creando, solo puede producirse basándose en algo ya creado de antemano.
Entonces, no es que hay ser humano gracias a la dialéctica del Amo y el Esclavo, sino que hay dialéctica del Amo y el Esclavo debido a que existe el ser humano.
Retomo algo dicho anteriormente, creo que esta dialéctica cobra una fuerza impresionante cuando se aplica a los hechos que se han producido en la historia humana, me parece que explicar todo lo ocurrido como resultado de la lucha entre Amos y Esclavos (cada uno de nosotros se verá tentado de llenar ambos lugares con los ejemplos que quiera) es una idea genial que no puede provenir menos que de un genio.
Así, por poner un ejemplo, la monarquía francesa del siglo XVIII (el Amo) fue negada por los revolucionarios (los Esclavos) y esto dio lugar a una forma de gobierno que luego fue negada por Napoleón y se convirtió en un imperio para continuar de negación en negación en una dialéctica que hoy muestra una Francia constitucional miembro de la Unión Europea que luego será negada continuando así la dialéctica.
Como dije, eso me parece genial, pero no puedo aceptar que esta dialéctica sea origen de nada; ni la historia, ni la cultura, ni el ser humano pueden encontrar aquí su inicio, sino solo su desarrollo.
Por último quiero hacer una crítica que apunta no a la lógica interna de la dialéctica sino a sus resultados previstos.
Hegel ubica claramente a un Amo que solo goza sin hacer nada y un Esclavo que trabaja, ante esto dice el filósofo que es ese Esclavo trabajador el motor de la historia y que solamente de él pueden provenir todos los cambios.
Esto, indudablemente, le debe haber volado la cabeza a su discípulo más brillante, hablo de Marx, quien no habló de Esclavos sino de proletarios y también predijo que serían ellos quienes cambiarían la historia. Pero la realidad histórica nos muestra que por mucho Hegel y por mucho Marx que lo hayan presagiado la historia no está siendo llevada adelante por los trabajadores, por el proletariado, los Esclavos sino que quienes la comandan son los Amos, la burguesía poderosa, la cual cada vez se hace más fuerte aún y tiene mayor control de todo.
Aunque… ¿quién sabe? Tal vez este crecimiento de poder del Amo burgués llegue hasta el punto en el cual el proletariado Esclavo no acepte más su yugo y se revele. Tal vez es un proceso largo y lento que no ha dado sus frutos aún, pero tal vez no los de nunca.
No podemos saberlo hoy, habrá que esperar que el tiempo nos muestre el devenir histórico de la humanidad.



Referencias:


(1) Kojève, A. “La idea de la muerte en Hegel”. Buenos Aires, Leviatán, 1990. Pág. 107. Las itálicas le pertenecen al autor.

(2) Ídem, pág 64.7

2 comentarios:

  1. Me parece que hay una insistencia por querer encontrar un esencialismo en Hegel, pero eso no será posible, porque la misma dialéctica incita a desencializar y percibir las subjetividad es. Si en algo contribuye el texto es a fomentar lo que Hegel quizo aplicar a un tiempo de la historia que no era pero que es en el siglo xxi

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  2. Gracias por tu comentario, solo que queda preguntarte qué es lo que ubicás como algo que Hegel quiso aplicar en su época que no era.

    Saludos.

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