jueves, 22 de abril de 2021

Maestros de la Sospecha. Freud (Parte 2)

La nueva ciencia llamada psicoanálisis había nacido y era algo tan novedoso y subversivo para las ideas de la época que se tenía bien merecido que el comentario anterior tuviera que ver con la situación de la época y algunas aclaraciones básicas, dejando para esta vez un lugar en el que se pueda comentar algo del contenido de su teoría.

Uno de los postulados fundamentales del psicoanálisis consiste en decir que las vivencias que se producen durante la infancia, incluso en los primeros años, tienen una valoración tan, pero tan importante que determinarán la psique de las personas, es así que muchas de las situaciones que una persona vive de niño pueden ser luego material para generar fantasías que produzcan síntomas, por poner un ejemplo. Para explicar esto de una manera gráfica, Freud escribe un texto en el que habla de la “pizarra mágica”, haciendo referencia a esos pequeños pizarrones donde uno puede escribir y luego al mover una varilla ubicada detrás de la pantalla borra todo lo escrito; con esto Freud ilustra el proceso por el cual lo que una vez se fijó (escribió en la pizarra) puede ser olvidado (borrado), pero siempre quedará una marca en el inconsciente, la cual nunca desaparecerá.
El interés de Freud por la infancia lo llevó a investigar este período y lograr descubrimientos que para la época eran considerados perversos y demoníacos, no puede calificarse de otra manera a alguien que  a principios de 1900 decía sin escandalizarse que existía sexualidad en los bebés.
Para esa época, eso debió ser tan brutal como una bomba nuclear en pleno Washington, pero en esta época actual tampoco se lo acepta demasiado, aún cuando sea algo que no resista la menor duda. Cualquiera que cambió un pañal en algún momento observó que el bebé, sea varón o nena, se toca los genitales insistentemente. ¿Será que siempre le pica en el mismo lugar? ¿O que quiere asegurarse que todavía está allí? ¿No sería mucho más fácil aceptar que se toca allí simplemente porque le gusta, porque esa zona produce placer? ¡Por algo es la zona erógena por excelencia!
También surge de este análisis infantil una descripción acerca de las teorías de los niños acerca de cómo nacen los bebés y eso lleva al postulado de las etapas, llamadas oral, anal y fálica, donde se incluye también el súper famoso, pero habitualmente mal entendido Complejo de Edipo en relación estrecha con el mucho menos publicitado Complejo de Castración, los cuales luego entrarían en estado de latencia.
Es en relación con estas vivencias de la infancia y con lo que cada uno de nosotros hace durante esas etapas que Freud aseguró, entre muchas otras cosas, que se produce la elección del sujeto entre neurosis obsesiva, relacionada con la etapa anal, o la histeria, unida a la etapa oral. Sí, para Freud el hecho de que alguien pueda ser diagnosticado de una de estas dos formas depende de una elección infantil inconsciente del sujeto.
Pero luego llega la pubertad, donde el cuerpo cambia, la voz se hace más grave y la concepción de la sexualidad se transforma completamente debido a lo que uno empieza a entender de este tema y, no menos importante, lo que el desarrollo sexual le permite a una persona hacer en este sentido.
Y entonces todo se transforma. El Complejo de Edipo vuelve a aparecer luego de una larga latencia, las fantasías infantiles se reelaboran de acuerdo a todo lo nuevo que aparece para el sujeto… y ya nada será lo mismo.
Desde temprano Freud habla de los dos tiempos del trauma, uno de los cuales se produce en la infancia y otro luego de la pubertad, es justamente el atravesamiento de la pubertad lo que hace que aquella vivencia infantil sea interpretada como sexual y pueda producir un trauma, por lo cual las escenas que los pacientes le relataban a Freud eran en realidad las segundas y había que bucear profundo para ver cual era esa primera vivencia con la cual estaban conectadas.
Por supuesto que esto es solamente un pequeño resumen de algunas de las primeras ideas que Freud fue desarrollando al inicio y que luego modificó una y mil veces a lo largo del tiempo; así fue como diseñó una primera tópica en la cual describía al aparato psíquico como estando formado por la conciencia, el pre-conciente y el inconsciente, para luego reemplazarlo por la segunda tópica conformada por el Yo, el Ello y el Super Yo, entre muchas otros cambios que fue realizando en su propia teoría.
Quizá esto sea algo más que hay que destacar de él, ya que varias veces en sus escritos uno encuentra que, sin ningún tipo de duda o disimulo, Freud dice explícitamente que lo que venía sosteniendo hasta ese momento ya no puede seguir siendo afirmado y pasa a explicar su nueva conceptualización del tema, o también en los casos en los cuales no puede formarse una idea clara de cómo son las cosas simplemente expone lo que pudo observar y añade: “Non liquet”, que significa algo así como: “no está claro”.
Sinceridad envidiable para todos aquellos que temen mostrar cierta falencia o admitir sus propias dudas.

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