jueves, 22 de abril de 2021

Cinco “simples” cuestiones para “entender” la filosofía de Hegel. 3) La realidad es un organismo de relaciones dialécticas.


 

Por lo que llevamos visto hasta ahora podríamos decir que existe el riesgo de que se produzca una eternización de estas relaciones (con Freud diríamos un desplazamiento) que nos llevaría a no poder comprender  nada hasta que lo hayamos comprendido todo, es decir que no podríamos comprender nada porque cualquier cosa nos llevaría de relación en relación a través de una red infinita de vínculos y solamente tendríamos la posibilidad de entender las cosas si tuviésemos un dominio completo de esa red infinita de relaciones por la cual si no lo sabemos Todo (con mayúscula) nos sería imposible acceder a la más ínfima cosa ya que esa cosita, inevitablemente, nos introduciría en una serie sin fin.

Al llegar a esto, Carpio se expresa de una forma que me resulta discutible.

Veámoslo.

Carpio escribe en relación con los momentos de la dialéctica: “Cada nuevo momento está lejos de significar una instancia que se agregue, de fuera, a las anteriores; sino que la síntesis está implícitamente –en sí, potencialmente- contenida ya en ellos y en ellos se va desplegando” (1).

Y digo que es discutible porque así dichas las cosas daría la impresión de que ya en el primer término, la afirmación, estuvieran de alguna manera incluidos los otros dos, la negación y la negación de la negación, lo cual también puede pensarse si a la palabra “potencialmente” le damos el sentido que le daba Aristóteles, según el cual se poseían cualidades que luego podrían ponerse en práctica (al decir aristotélico, en “acto”) y así puede decirse que una semilla es un árbol en potencia o que un niño es un adulto en potencia. De esa manera podría decirse que una afirmación tiene dentro suyo (no le viene de fuera) la negación en potencia y, por consiguiente, toda la dialéctica; con lo cual deberíamos deshacer el curso de dicha dialéctica, es decir recorrerlo en sentido inverso retrotrayendo cada negación de la negación (lo que Carpio llama “síntesis”) a la afirmación en la cual ya está contenida en potencia y así hasta llegar a la primera afirmación posible (ejercicio puramente lógico) en la cual encontraríamos ABSOLUTAMENTE TODO. En potencia, claro está.

Por mi parte no estoy muy de acuerdo con esta idea, creo que la dialéctica hegeliana plantea justamente un choque de opuestos y no un encuentro de cosas autocontenidas en potencia; creo que la negación sí es externa a la afirmación aunque no le sea de ninguna manera indiferente, motivo por el cual pueden combinarse y conservarse sin destruirse en el momento siguiente.

Lo mejor de la filosofía es que nos alienta a cuestionar y preguntar acerca de todo.

Independientemente de estas cuestiones, encontramos que la dialéctica se estructura en instancias cada vez más ricas, que lejos de plantearnos una cadena de relaciones infinitas nos presenta una serie de estratos que van haciéndose cada vez más completos y abarcativos hasta llegar a la última instancia que está formada, nada más ni nada menos, que por la totalidad de todo lo que es.

“En este sentido, la realidad es comparable a un organismo (…), donde nada se da aislado, sino donde todo termina por relacionarse consigo mismo: todo, en el fondo, se reduce a uno” (2).

Al comparar la realidad con un organismo se pone de manifiesto que no se trata de una simple sumatoria de piezas, sino que lo importante es la totalidad en la que cada pieza tiene un lugar y un rol fundamental sin el cual la realidad no sería como la conocemos. Así como no se puede pensar en un cuerpo humano sin cabeza o corazón, por ejemplo, también en la realidad cada elemento es esencial y conforma el todo reúne a todos sus componentes en el Uno. Claramente no se trata de un organismo biológico, sino de uno de carácter espiritual.

 

Esto es una crítica a Descartes, que tomaba las cosas como compuestas por partes y proponía que se podía estudiarlas como a las partes de un reloj, se trata de una filosofía mecanicista con la cual Hegel no estaba de acuerdo.

Así, para Hegel, cualquier elemento que estuviera separado del resto sería algo muerto, algo abstracto alejado de su función, como un hígado sobre la mesa de un laboratorio, siendo que solo cumpliría su función integrado al conjunto de relaciones en el que puede funcionar, es decir para este ejemplo, el cuerpo viviente.

Es por eso que Hegel afirma que “lo verdadero es el todo”.

 

 

Bibliografía.

(1) Carpio, A. “Principios de filosofía”. Buenos Aires, Glauco, 
                      2004. Pág. 320
(2) Idem.

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