Descartes comienza a dudar porque no se contenta con repetir lo que otros plantean como “la verdad”, sino que quiere encontrar una verdad de la cual no se pueda dudar, algo con tanta existencia en sí mismo que no pudiera ser discutido, es así que aplica la duda “como un ácido que disuelve todo lo que existe” (la cita es de memoria, por lo cual no es exacta) hasta que quede algo que no pueda ser eliminado. Es así como llega a decir que no se puede dudar del pensamiento, porque incluso dudar es una forma de pensar, por lo tanto el pensamiento existe y ese pensar está encarnado en un sujeto que piensa y del cual, por este procedimiento, descubrimos su existencia. Todo esto queda condensado en una de las frases más famosas de toda la historia de la filosofía: “COGITO ERGO SUM”, es decir: “Pienso, luego existo”.
Quizá esta aclaración sea inútil por sobreentenderse esta frase sin necesidad de explicaciones, pero también puede ser que tenga alguna utilidad entrar en un detalle, me refiero a que el término “luego” tiene en Argentina un sentido predominantemente temporal, por lo cual podría llevar al error de tomar la frase como una sucesión de hechos en una línea de tiempo, como si dijésemos que primero está el pensamiento y después viene la existencia. En realidad el término “luego” se refiere a la demostración de una cosa por la otra, el hecho de que haya pensamiento demuestra la existencia de un sujeto que piensa. ¿Sería demasiado arrogante de mi parte plantear que una traducción… no digo más correcta (no hay nada incorrecto en la expuesta), sino que presente menos posibilidades de malosentendidos, fuera decir: “Pienso, entonces existo” o “Pienso, eso significa que existo”?
Lo que Descartes estableció es que no se puede decir mucho del sujeto, pero al menos se puede decir que el sujeto piensa, es así que llegó a decir: “soy una cosa que piensa”
He aquí el superfamoso cogito cartesiano.
Pero es hasta ahí hasta donde llega Descartes en su búsqueda, queda atrapado en el solipsismo, es decir que demuestra la existencia del sujeto, pero no puede continuar avanzando.
Se podría decir que el cogito es la gran joya de la filosofía cartesiana al mismo tiempo que marca su fin.
No puede avanzar hacia el mundo externo y él mismo plantea la posibilidad de que hubiera un Genio Maligno que le hiciera creer en una realidad falsa, una que no existiera (Descartes duda de la propia realidad y, entre otras cosas, permite que siglos después los hermanos Wachowski escribieran el guión de Matrix).
Para resolver esto, Descartes se traiciona a sí mismo, ya que abandona su propio planteo de dudar de todo al recurrir a Dios. Descartes lo explica con un argumento “racional”, el cual dice que existe en los seres humanos la idea de perfección, pero esta idea no puede haber sido creada por los humanos por ser éstos imperfectos sino que tiene que haber sido creada por un ser perfecto y puesta en las personas y, obviamente, este ser perfecto el Dios.
Cada uno sacará sus propias conclusiones, yo creo que lo único que esto demuestra es que Descartes jamás dudó de Dios (por eso antes había dicho que dudó de casi todo).
El resto es bastante simple, al ser Dios perfectamente bueno (Descartes nunca se preocupó por demostrar racionalmente la bondad de Dios) no puede existir un Genio Maligno que me engañe y así Dios pasa a ser el garante de la realidad para todos los sujetos que piensan y así esta realidad se vuelve asequible y abordable para la razón humana.
Habíamos dicho que durante muchísimos años no había pasado casi nada en la historia de la filosofía, después de Aristóteles se había producido una gran detención en lo referente a nuevas ideas y formas de conceptualizar el mundo y al ser humano; el sujeto dormía una larguísima siesta descansando en la comodidad de que era Dios quien se encargaba de todo. Durante la Edad Media era la Iglesia la que dominaba todo Occidente dando como única respuesta a todas las preguntas a Dios. Dios había creado a Universo y a los humanos, Dios había dictado las leyes y hecho los pactos, Dios cuidaba por velar por el orden del mundo y el destino de las personas y a éstas solo le competía el hecho de respetar sus mandatos. A fin de cuentas, la vida solo era un paso efímero hacia el Paraíso, verdadera existencia eterna a la cual había que aspirar.
En ese contexto ¿para qué pensar, si todo era tan simple y claro? ¿Para qué preguntarse nada, si ya se tenían todas las respuestas? No era solo que todo estaba perfectamente claro, sino que además no era buena idea hacer preguntas; la Iglesia siempre apeló a dogmas para sostener su doctrina, es decir “verdades absolutas de las cuales no se puede dudar”. Hacer preguntas o cuestionar los dogmas era lo mismo que negar la autoridad de Dios, el Papa, la Biblia , etcétera. Era el camino más corto a la hoguera más cercana.
Y sin embargo, un hombre dudó.
Descartes despertó al sujeto dormido y lo puso en el centro de todo, al decir “yo dudo”, “yo pienso” también estaba diciendo “yo puedo” y si él puede entonces todos los demás también pueden, pueden pensar y, lo que es mucho más importante, pueden hacer.
Luego de Descartes, la cronología histórica muestra la fecundidad de la semilla cartesiana, luego de siglos de árido desierto aparecieron Spinoza, Leibniz, Locke, Newton, Voltaire, Rousseau, Diderot, Smith, Hume, Kant, Hegel, Comte, Kierkegaard, Marx, Nietzsche, Husserl, Freud, Benjamin, Heidegger, Sartre, Einstein, Lacan, Adorno, Foucault y muchos, pero muchos más en tan solo cuatro siglos.
La revolución más impresionante de toda la historia del pensamiento humano la hizo una sola persona, simplemente pensando sentado frente a una estufa.
EXCELENTE muy bien comentado y la premisa de que un solo hombre pensando hizo esta revolución, es muy importante de destacar.(!)
ResponderBorrarMuchísimas gracias, Ernesto, por tus palabras. Me alegro que te haya gustado.
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