lunes, 26 de abril de 2021

La alegoría de la caverna de Platón. 3º parte: la misión del filósofo.

 

Habíamos dejado al prisionero liberado habiéndose dado cuenta de la diferencia entre el mundo de la caverna y el mundo exterior y real, donde el sol es el protagonista absoluto y elemento fundamental para que todo suceda, misma relación que puede pensarse entre el mundo sensible y el mundo de las ideas.
Pero una vez que alguien ha salido de la caverna y ha comprendido todo lo que hay fuera de ella y descubre cómo son realmente las cosas, es decir que se ha convertido en filósofo, no puede contentarse solamente con esto, no puede gozar de todo su saber y preocuparse solamente por buscar la forma de continuar ampliando sus conocimientos en forma aislada, sino que tiene una misión para con todos los demás que todavía no han logrado acceder al lugar al que él llegó. El liberado que descubrió y comprendió el sol tiene una misión respecto de sus antiguos compañeros de caverna y no puede olvidarse de ellos.
El liberado tiene que rescatarlos de la prisión de la caverna en la cual los demás todavía están atrapados, para poder conducirlos a la luz, la cual es la metáfora de la sabiduría, aunque sea por la fuerza, como hicieron antes otros con él y realizar la tarea de que todos puedan llegar a descubrir la realidad del mundo en lugar de quedar presos de las sombras por el resto de sus días.
En el budismo, cuya filosofía se comparó muchas veces con la platónica por tener muchos puntos en común, se cuenta que Buda dijo que no iba a detener su acción de guiar a los otros hasta que no viera la espalda del último ser humano ingresando al Nirvana, por lo cual la misión de Buda no es otra que la que Platón describe en esta alegoría como el filósofo que guía al resto a la verdad absoluta.
Es por eso que en ese punto, Sócrates le propone a quien lo escucha que imagine cómo sería ese regreso del liberado a la caverna y lo primero que pasaría es que al volver a entrar quedaría ciego por la falta de luz. No es difícil comprender que se trata de algo similar a lo que ocurría cuando el liberado comenzaba su camino para salir de la caverna, solo que esta vez es por el motivo opuesto; no se trata de que no puede ver las cosas porque el exceso de luz lo encandila, sino que ahora es la falta de luz lo que le impide ver las cosas que están frente a sus ojos. Al ir saliendo, el nivel de luz, conocimiento, aumentaba; al entrar nuevamente el nivel de iluminación y saber de las cosas se reduce drásticamente.
Sócrates también llama la atención respecto de que en ese momento el que regresa a la oscuridad no podría distinguir las sombras que todavía se proyectan sobre la pared con la misma facilidad que lo hacen quienes siguen prisioneros, ya que quien regresa necesitaría un tiempo para que su vista se adapte nuevamente a la oscuridad mientras que los presos nunca perdieron esa costumbre.
De esta manera, Platón quiere mostrar que aún cuando la diferencia de conocimientos acerca de lo realmente existente es indiscutible entre uno y otros, aquellos que permanecen todavía presos de las ilusiones, tanto por tomar las sombras como cosas reales como también por la ilusión de saber, creerán que saben mucho más que quien regresa y que las cosas son efectivamente como ellos las ven, ya que el otro ni siquiera puede distinguir lo que ellos ven con toda claridad y esto los llevará a pensar que todo el camino que hizo quien salió de la caverna no solo no le sirvió para nada bueno, sino que por el contrario lo confundió de las cosas que sí sabía cuando estaba en la caverna, de manera que más que ser una pérdida de tiempo ese viaje fue un retroceso respecto del saber.
Claramente esto apunta a todas las veces que alguien habla de filosofía y otros, que no saben nada del tema, se burlan de quien habla acusándolo de decir pavadas, o que se refiere a temas que nada tienen que ver con la vida real que todos llevamos adelante todos los días, o que se trata de cosas que pueden llegar a ser muy interesantes desde el plano alejado de la pura teoría, pero que no tienen aplicación práctica en las cosas que nos pasan habitualmente.
Es conocida la anécdota de Tales, de Mileto, que iba caminando de noche acompañado por una esclava e iba contemplando las estrellas y no vio un pozo que estaba delante de él y en el cual se cayó, ante lo cual la esclava, ignorante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía, se burló de él diciendo que por estar ocupado con lo excesivamente alto no prestaba atención a las cosas del mundo terrestre. Claramente la esclava se sentía más inteligente que Tales por estar muy ocupada por los pozos en lugar de interesarse por las estrellas, pero no estaba menos engañada que los que seguían estando presos en la caverna.
El punto cúlmine de esta alegoría se produce cuando el liberado trata de hacer lo mismo que hicieron con él y liberar a los otros y llevarlos aunque sea por la fuerza hacia el exterior. Como ocurrió con él, los demás no querrán iniciar un camino que creen que solo los confundirá y les hará desconocer todo lo que para ellos es el conocimiento certero y verídico de las cosas, por lo tanto se resistirán. Lo más destacado de este planteo, es que Platón hace decir a Sócrates que los prisioneros que se resisten a ser iluminados, educados y enseñados, llegarán hasta a matar a quien los intenta conducir por el camino de la verdadera luz hacia las verdaderas cosas.
Esta es una referencia indudable a lo que ocurrió con el mismísimo Sócrates, quien ya llevaba muchos años muerto cuando Platón escribe esto. Sócrates se describía a sí mismo, según nos cuentan los relatos que se hicieron de él, como un moscardón que molestaba al gran caballo llamado Atenas, lo hacía con sus preguntas que llevaban a que la gente se deshiciera de lo que creían ser conocimiento valederos del mundo y que no eran, en realidad, más que ilusiones del saber; esto lo hacía para poder limpiar, por decirlo de alguna manera, esas ilusiones que producían el error de creer saber y poder   pasar después a lograr el conocimiento realmente válido que implicaba el saber filosófico.
Claramente puede pensarse que Sócrates era el liberado que cumplía con su misión de filósofo de tratar de liberar al resto y conducirlo hacia el verdadero conocimiento.
Ocurre que el destino de Sócrates estuvo marcado por esta actitud filosófica y fue denunciado ante las autoridades, fue enjuiciado y encontrado culpable, motivo por el cual se lo obligó a beber un vaso de veneno, cicuta más precisamente, y fue así como se terminó con su vida. Comparar lo ocurrido con Sócrates con un filósofo que quiere volver a la caverna para educar al resto y es asesinado por quienes se resisten a ser quitados de las tinieblas es algo que no exige demasiado esfuerzo mental, una vez comprendida la analogía que esta alegoría nos presenta.


¿Y nosotros qué somos, prisioneros de las sombras y las ilusiones o filósofos con una misión a cumplir?

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