martes, 20 de abril de 2021

Lo que llegó para quedarse.


Agradezco a la lic. Flora Fainkuchen por el siguiente texto, el cual fue publicado originalmente en http://www.pensarelpsicoanalisis.com.ar 

Los invito a pasar a la página para descubrirla y poder leer otros artículos escritos por mí y por colegas.


    La cuarentena y la pandemia trajeron nuevas costumbres y hábitos a nuestra vida. El psicoanálisis no es ajeno a esta situación.

Atendemos a nuestros pacientes por vídeo llamadas, por teléfono, por mensajes de texto.  Ya desde la época de Freud sabemos que se utilizaron varios métodos para alojar a los pacientes.

Hay numerosos ejemplos de intervenciones fuera del consultorio: las interpretaciones de Freud a las primeras histéricas, las cartas a discípulos que fueron también sus pacientes y los viajes que realizó con Ferenczi.

La tecnología admite que los equívocos del inconsciente y la interpretación del analista también sucedan. Así el analista puede estar a la altura de las condiciones del sujeto y de su sufrimiento solitario en nuestros días, tras tantos días de pandemia y cuarentena.

¿Nos preguntamos qué significa hoy la afirmación ética de Lacan respecto a que el analista debe estar a la altura de cómo la época vive su angustia? Hoy estamos ante la presencia de un real inconmensurable, que hace caer todos los modos habituales en que los sujetos habitaban este mundo.

La interpretación del analista no es palabra separada del cuerpo, sino que debe tocarlo para producir modificaciones en la economía de goce, tampoco se reduce a un decir ya que puede ser un gesto, una mirada, donde la corporeidad es ineludible. Cuando Lacan dice que es preciso que el analista tenga ‘cuerpo’ se refiere con esto al cuerpo del analista como lugar donde se despliegan las demandas del analizante. ¿Cómo lograr esto a través de la vídeo llamada?

Una posible respuesta es que la presencia del analista no se identifica con la presencia física que, a veces, puede ser virtual o en la Web. Forzar lo virtual para que la palabra toque el cuerpo es el gran desafío de la época, pero no sólo por ser la tecnología su impedimento.

El habla, la palabra, incluso el discurso como lazo social, pueden ser soportados por la digitalización. Con soporte digital se puede tocar el cuerpo, lo pulsional. La pulsión es el eco en el cuerpo del decir, y nada impide que esa resonancia llegue por cable o por wifi.

Es importante empezar y continuar con los tratamientos para los pacientes que, con el problema del coronavirus, tienen seguramente muchos momentos de angustia sumados a los habituales. Justamente lo útil de Internet consiste en ser una herramienta válida para momentos como el presente, y donde aflora mucho más la angustia ante ese ‘enemigo invisible’ que es el virus. Son notables las respuestas de los pacientes ante este real sin ley que emerge en nuestros días. Por supuesto que hay que pensar caso por caso, algunos con vidas más ordenadas, experimentan con mucha angustia la eclosión de lo no calculado.

Escuchar, alojar, contener y buscar una manera de hacer con el síntoma.

Trabajamos con nuestra escucha, escucha atenta que se dirige a ubicar la posición que ocupa el sujeto en relación con sus dichos.

Esto es lo que Jacques A. Miller designa como “localización subjetiva”, escuchar lo singular del sujeto, su posición subjetiva.

El psicoanálisis es lectura, no solo de lo que se dice, sino de lo que se calla, de los modos del decir, y de los juegos que arma el silencio.

La interpretación del analista produce cortes en el discurso dando lugar a la resignificación. Por nuestra experiencia, esto se puede producir también en modo virtual.

Con la interpretación se intenta producir un corte, una ruptura respondiendo a una orientación que es atenta a la particularidad del síntoma, a la singularidad del goce.

Hacemos semblante. En los términos de Lacan eso sería: ocupar el lugar del semblante del dominio, es decir, ocupar el lugar del semblante de la dirección, el semblante de ser el amo, sin olvidar que no es más que un semblante.

Con el fin de que el analista conserve esa posición de silencio, que no sea mudo, Lacan propone modalidades de interpretación o acto analítico de corte, a saber: puntuación, escansión y corte propiamente dicho. Entonces, la asociación libre pasa a ser la regla fundamental del lado del paciente, y la interpretación su contrapartida por parte del analista. Reitero que en modo virtual esto sucede.

¿Dónde están los cuerpos entonces?

Hay cuerpos, a partir de que el analista ofrece su cuerpo al analizante. Ofrecimiento que apunta a hacer existir el inconsciente en la medida que brinda las condiciones para alojar el exceso de goce del sujeto.

A la hora de intentar buscar respuestas sobre aquello que aparece como inédito, como novedoso, se vuelve necesario orientarse por el espíritu que el mismo Freud sostuvo a la hora de responder al malestar propio de su tiempo. Su gran invención fue producto de una búsqueda y una creación innovadora. Esa originalidad discursiva, su construcción es una pista para pensar, reflexionar y discutir.

Estamos en épocas de búsquedas y construcción. No tenemos todas las respuestas.

Eso es lo que llegó para quedarse: el seguir buscando nuevas formas de escuchar y de ayudar a bajar los niveles de angustia que produce esta situación actual, sin olvidar el caso por caso, la singularidad de cada paciente.

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