Para continuar con el tema de
la estructura del inconsciente como la entiende Lacan, tema que ya empecé en la
publicación “El
inconsciente está estructurado como un lenguaje”, voy a pasar a recorrer las dos leyes que
regulan esta estructura, la metáfora y la metonimia, tal como están expuestas
en las primeras clases del seminario 5 acerca de las formaciones del
inconsciente. Para esto voy a tomar especialmente la clase 3, llamada “El
miglionnaire”, donde el tema de la metáfora es desarrollado con mayor
detenimiento.
Como dicen los españoles,
vamos a por ella.
Ya desde la primera clase, en
la cual muestra el primer elemento del grafo del deseo, que es conocido como la
célula elemental del grafo, Lacan dice que tanto la metáfora como la metonimia
se inscriben en la línea que representa al significante, es decir la línea que
cruza de izquierda a derecha a la otra línea, la del discurso. Es en esta línea
del significante donde deben ubicarse los efectos de la metáfora, de la cual
nos ocupamos ahora.
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Es sabido que lo que Lacan
entiende por la metáfora, término tomado del lingüista ruso Roman Jakobson como
una de las leyes del lenguaje se corresponde con lo que Freud entendía por
condensación, como una de las leyes del inconsciente.
Refiriéndose particularmente
a la metáfora, se destaca en ella el valor de sustitución que implica, siendo
que consiste en la sustitución de un significante por otro. Esto lo vemos claro
en ejemplos como cuando alguien le regala una flor a una dama y dice: “una flor
para otra flor”, sustituyendo el significante “mujer”, “señorita”, “dama” o
cualquier otro por “flor”. Lacan destaca que la metáfora muestra el carácter
sincrónico que existe en el lenguaje, siendo que este lenguaje, por definición,
es diacrónico porque necesita inevitablemente un tiempo para producirse, ya que
no se puede decir todo lo que se quiere al mismo tiempo, sino que hay que decir
una palabra por vez hasta terminar una frase. En la metáfora está todo
condensado, hablando en términos de Freud, en esa sustitución y ahí se produce
todo su efecto de una sola vez.
Como ejemplo paradigmático de
la metáfora, Lacan toma el chiste “famillonario” que aparece en “Psicopatología
de la vida cotidiana”, en el cual se ve el efecto de condensación ya que se
encastran dos palabras, “familiar” y “millonario”, en una y se produce así la
sustitución de aquello que se quiso decir por lo que realmente fue dicho.
Desde el primer momento Lacan
destaca la creación de sentido que se da en la metáfora, se trata de un plus de
sentido que nace en esta sustitución. No es lo mismo decir: “una flor para otra
flor” que decir algo como: “una flor para una mujer muy linda y joven”; al
utilizar la sustitución metafórica se produce un efecto que es imposible
producir mediante la explicación de lo que esa sustitución implica. En estas
primeras clases, Lacan está hablando del chiste, la agudeza, para explicar las
leyes del inconsciente y es justamente el chiste algo que muestra claramente
este plus que se produce en la metáfora, ya que decir: “había una vez… truz”
produce el efecto de la risa, mientras que nadie se ríe cuando le explican un
chiste porque ninguna explicación crea ese efecto.
Esta creación de sentido, el
plus que produce la metáfora, se observa claramente en la fórmula que Lacan da
de ella en el signo (+) que introduce en ella, tal como vemos la escritura algebraica
de la metáfora en la presentación del artículo.
De esta fórmula, Lacan ubiaca la “f” como
inicial de la palabra “función”, ya que de eso se trata, de la función de la metáfora,
la cual consiste en la sustitución de S por S´, expresado por estar una arriba
y la otra debajo de la barra, pero ubicándose ambas en relación a S´´. Esto da
por resultado un (+), que representa la creación del sentido, algo nuevo que no
estaba antes y que no se habría podido lograr de otra manera que no fuera por
la metáfora.
Lacan diferencia la creación
de sentido de lo que podría llamarse la inyección de sentido, ya que esto
generaría la idea de que los sentidos existen en algún tipo de depósito y
solamente hay que introducirlos en lo que se está diciendo. Lejos de eso, la
propuesta se refiere a algo que no está, no existe, y repentinamente surge.
Se trata de una creación de
sentido que apunta a algo que no se dice y Lacan recalca que el efecto es mucho
mejor que si se dijera en una explicación, según sus palabras “el mensaje
supera (…) al soporte de las palabras”.
Esta sustitución la ubica
también en el caso, freudiano también, del olvido del nombre “Signorelli”, en
el cual “Signor”, “señor” en italiano, está en relación de sustitución respecto
de “Herr”, misma palabra en alemán, que aparece en un sustituto que se le
presenta a Freud cuando quiere recordar el nombre del pintor, este sustituto es
Herzegovina.
El significante Signor se
produce gracias a la descomposición metafórica, que no es otra cosa que la cara
opuesta de la unión de dos palabras, como ocurre entre “familiar” y
“millonario” para formar “famillonario”; tanto en la unión como en la
separación puede observarse el juego metafórico del cual Signor es su desecho.
Para mostrar esto, Lacan
escribe la siguiente presentacion:
Signor Herr
En este planteo, Signor se
corresponde con Herr según el modelo de sustitución metafórica antes explicado (segunda
columna) y, al mismo tiempo, Signor está relacionado con la X (primera columna),
aquello que no puede ser puesto en palabras y representa el plus de sentido, la
creación de sentido que implica la metáfora. Lacan llega a decir que esta
creación de sentido es la finalidad de la metáfora.
Signor aparece dos veces y
por eso puede suprimirse, de la misma forma que en matemáticas se simplifican
los números cuando aparecen dos veces, uno arriba y otro debajo de la fracción;
esto nos dejaría con la relación entre Herr y la X, que es lo que ocurre en el
discurso, cuando Freud no recuerda el nombre (aparece la X, la incógnita) y lo
que se le presenta es el significante “Herr”).
En el caso del olvido de
Signorelli, esta X está relacionada con la muerte y la sexualidad, debido a un
paciente de Freud que se suicidó por sufrir de impotencia, siendo que cuando le
comunicó a Freud esta decisión de terminar con su vida comenzó dirigiéndose a él
como: “herr doctor”.
Pero también puede pensarse
en la muerte y sexualidad del propio Freud ya que “Sig” es el principio del
nombre de Freud y del apellido del pintor.
El
olvido de Signorelli demostraría la falla en obtener una metáfora que reúna lo
que se buscaba con aquello que no se podía decir, ya que en lugar de esta
metáfora se produjo un olvido, en lugar de una creación apareció una falta.
La metáfora produce una
violación al código del lenguaje, es decir que rompe con todos los sentidos que
se dan por sentado en el discurso corriente, como al decir que “había una vez”
habla de una situación ocurrida en cierto momento, o que “avestruz” es una sola
palabra que no puede ser cortada. La metáfora excede todo lo que cualquier código
puede afirmar y produce sentidos que jamás podrían incluirse en este código.
La conexión entre la metáfora
y la metonimia se produce en el punto en que no puede existir la primera sin la
segunda, ya que la metáfora no puede ocurrir si no es sobre una base de
deslizamiento metonímico de un significante encadenado a otro significante que
está encadenado a otro significante… y así hasta el infinito y más allá. Es
imposible que se produzca una metáfora en el lenguaje si no es en medio de un
discurso en el cual una palabra sigue a otra y a otra.
De la misma forma, la
metáfora presente en otras formaciones del inconsciente también está ubicada
sobre una línea metonímica de asociaciones y cadenas significantes que habrá
que desandar para lograr su interpretación.