lunes, 29 de enero de 2024

La metáfora.

 


Para continuar con el tema de la estructura del inconsciente como la entiende Lacan, tema que ya empecé en la publicación “El inconsciente está estructurado como un lenguaje”,  voy a pasar a recorrer las dos leyes que regulan esta estructura, la metáfora y la metonimia, tal como están expuestas en las primeras clases del seminario 5 acerca de las formaciones del inconsciente. Para esto voy a tomar especialmente la clase 3, llamada “El miglionnaire”, donde el tema de la metáfora es desarrollado con mayor detenimiento.

Como dicen los españoles, vamos a por ella.

Ya desde la primera clase, en la cual muestra el primer elemento del grafo del deseo, que es conocido como la célula elemental del grafo, Lacan dice que tanto la metáfora como la metonimia se inscriben en la línea que representa al significante, es decir la línea que cruza de izquierda a derecha a la otra línea, la del discurso. Es en esta línea del significante donde deben ubicarse los efectos de la metáfora, de la cual nos ocupamos ahora.

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Es sabido que lo que Lacan entiende por la metáfora, término tomado del lingüista ruso Roman Jakobson como una de las leyes del lenguaje se corresponde con lo que Freud entendía por condensación, como una de las leyes del inconsciente.

Refiriéndose particularmente a la metáfora, se destaca en ella el valor de sustitución que implica, siendo que consiste en la sustitución de un significante por otro. Esto lo vemos claro en ejemplos como cuando alguien le regala una flor a una dama y dice: “una flor para otra flor”, sustituyendo el significante “mujer”, “señorita”, “dama” o cualquier otro por “flor”. Lacan destaca que la metáfora muestra el carácter sincrónico que existe en el lenguaje, siendo que este lenguaje, por definición, es diacrónico porque necesita inevitablemente un tiempo para producirse, ya que no se puede decir todo lo que se quiere al mismo tiempo, sino que hay que decir una palabra por vez hasta terminar una frase. En la metáfora está todo condensado, hablando en términos de Freud, en esa sustitución y ahí se produce todo su efecto de una sola vez.

Como ejemplo paradigmático de la metáfora, Lacan toma el chiste “famillonario” que aparece en “Psicopatología de la vida cotidiana”, en el cual se ve el efecto de condensación ya que se encastran dos palabras, “familiar” y “millonario”, en una y se produce así la sustitución de aquello que se quiso decir por lo que realmente fue dicho.

Desde el primer momento Lacan destaca la creación de sentido que se da en la metáfora, se trata de un plus de sentido que nace en esta sustitución. No es lo mismo decir: “una flor para otra flor” que decir algo como: “una flor para una mujer muy linda y joven”; al utilizar la sustitución metafórica se produce un efecto que es imposible producir mediante la explicación de lo que esa sustitución implica. En estas primeras clases, Lacan está hablando del chiste, la agudeza, para explicar las leyes del inconsciente y es justamente el chiste algo que muestra claramente este plus que se produce en la metáfora, ya que decir: “había una vez… truz” produce el efecto de la risa, mientras que nadie se ríe cuando le explican un chiste porque ninguna explicación crea ese efecto.

Esta creación de sentido, el plus que produce la metáfora, se observa claramente en la fórmula que Lacan da de ella en el signo (+) que introduce en ella, tal como vemos la escritura algebraica de la metáfora en la presentación del artículo.

 De esta fórmula, Lacan ubiaca la “f” como inicial de la palabra “función”, ya que de eso se trata, de la función de la metáfora, la cual consiste en la sustitución de S por S´, expresado por estar una arriba y la otra debajo de la barra, pero ubicándose ambas en relación a S´´. Esto da por resultado un (+), que representa la creación del sentido, algo nuevo que no estaba antes y que no se habría podido lograr de otra manera que no fuera por la metáfora.

Lacan diferencia la creación de sentido de lo que podría llamarse la inyección de sentido, ya que esto generaría la idea de que los sentidos existen en algún tipo de depósito y solamente hay que introducirlos en lo que se está diciendo. Lejos de eso, la propuesta se refiere a algo que no está, no existe, y repentinamente surge.

Se trata de una creación de sentido que apunta a algo que no se dice y Lacan recalca que el efecto es mucho mejor que si se dijera en una explicación, según sus palabras “el mensaje supera (…) al soporte de las palabras”.

Esta sustitución la ubica también en el caso, freudiano también, del olvido del nombre “Signorelli”, en el cual “Signor”, “señor” en italiano, está en relación de sustitución respecto de “Herr”, misma palabra en alemán, que aparece en un sustituto que se le presenta a Freud cuando quiere recordar el nombre del pintor, este sustituto es Herzegovina.

El significante Signor se produce gracias a la descomposición metafórica, que no es otra cosa que la cara opuesta de la unión de dos palabras, como ocurre entre “familiar” y “millonario” para formar “famillonario”; tanto en la unión como en la separación puede observarse el juego metafórico del cual Signor es su desecho.

Para mostrar esto, Lacan escribe la siguiente presentacion:

                              X    .               .   Signor  .

                           Signor                    Herr

 

En este planteo, Signor se corresponde con Herr según el modelo de sustitución metafórica antes explicado (segunda columna) y, al mismo tiempo, Signor está relacionado con la X (primera columna), aquello que no puede ser puesto en palabras y representa el plus de sentido, la creación de sentido que implica la metáfora. Lacan llega a decir que esta creación de sentido es la finalidad de la metáfora.  

Signor aparece dos veces y por eso puede suprimirse, de la misma forma que en matemáticas se simplifican los números cuando aparecen dos veces, uno arriba y otro debajo de la fracción; esto nos dejaría con la relación entre Herr y la X, que es lo que ocurre en el discurso, cuando Freud no recuerda el nombre (aparece la X, la incógnita) y lo que se le presenta es el significante “Herr”).

En el caso del olvido de Signorelli, esta X está relacionada con la muerte y la sexualidad, debido a un paciente de Freud que se suicidó por sufrir de impotencia, siendo que cuando le comunicó a Freud esta decisión de terminar con su vida comenzó dirigiéndose a él como: “herr doctor”.

Pero también puede pensarse en la muerte y sexualidad del propio Freud ya que “Sig” es el principio del nombre de Freud y del apellido del pintor.

            El olvido de Signorelli demostraría la falla en obtener una metáfora que reúna lo que se buscaba con aquello que no se podía decir, ya que en lugar de esta metáfora se produjo un olvido, en lugar de una creación apareció una falta.

La metáfora produce una violación al código del lenguaje, es decir que rompe con todos los sentidos que se dan por sentado en el discurso corriente, como al decir que “había una vez” habla de una situación ocurrida en cierto momento, o que “avestruz” es una sola palabra que no puede ser cortada. La metáfora excede todo lo que cualquier código puede afirmar y produce sentidos que jamás podrían incluirse en este código.

La conexión entre la metáfora y la metonimia se produce en el punto en que no puede existir la primera sin la segunda, ya que la metáfora no puede ocurrir si no es sobre una base de deslizamiento metonímico de un significante encadenado a otro significante que está encadenado a otro significante… y así hasta el infinito y más allá. Es imposible que se produzca una metáfora en el lenguaje si no es en medio de un discurso en el cual una palabra sigue a otra y a otra.

De la misma forma, la metáfora presente en otras formaciones del inconsciente también está ubicada sobre una línea metonímica de asociaciones y cadenas significantes que habrá que desandar para lograr su interpretación.

lunes, 22 de enero de 2024

¿Por qué hablar de la metáfora paterna y no del complejo de Edipo?

 


Si bien Lacan habló del complejo de Edipo durante toda su vida, ya en los primeros años de su enseñanza introduce la metáfora paterna en un escrito llamado “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” y también le dedica a este tema algunas clases del seminario que estaba dictando durante esa época, me refiero al seminario 5, se trata de las clases 8 hasta la 11 donde desarrolla sus ideas.

Serán esas clases y ese escrito lo que nos sirva de base para hacer un pequeño comentario acerca de este tema.

Tengamos siempre presente que el Edipo era algo que Freud había ubicado como ocurriendo entre los tres y los cinco años de vida de una persona y esta cuestión cronológica es algo que no convencerá nunca a Lacan, quien desde sus primeras afirmaciones respecto del tema buscará dar una teoría que corrija muchos de los errores que él encuentra en los postulados del Edipo.

Me parece importante aclarar que la crítica de Lacan va de menor a mayor a lo largo de los años, en el seminario 5 empieza criticando ciertas cuestiones que implican a los continuadores de la teoría y solo tímidamente empiezan a aparece algunas modificaciones de la teoría freudiana, pero más de una década después, en el seminario 17, Lacan hace una crítica muy importante a la teoría del Edipo.

En la clase 7, del 11 de marzo de 1970, llamada “Edipo, Moisés y el padre de la horda”, a continuación de lo que viene diciendo y para aclarar su posición, dice:

 

“No estoy diciendo, de ningún modo, que el Edipo no sirva para nada, ni que no tenga ninguna relación con lo que hacemos”.[1]

 

Esta sola cita nos muestra que Lacan está tomando una distancia muy grande respecto del complejo de Edipo, tanto que tiene que aclarar que no se trata de que lo esté borrando completamente de la teoría psicoanalítica, pero sí que no es la teoría desde la cual va a trabajar él, ni desde la cual va a pensar al sujeto.

Poco después, al final de la misma clase, agrega:

 

“Hoy, para concluir, diría que lo que nos proponemos es el análisis del complejo de Edipo como un sueño de Freud”.[2]

 

Al nombrarlo como un sueño de Freud está diciendo algo así como que es una escena construida por Freud, la cual se tiene que tomar como un sueño, el en cual hay un punto de verdad rodeado de una enorme cantidad de elementos que hay que descifrar, un trabajo que implica traspasar el contenido manifiesto del sueño para poder acceder al contenido latente y poder llegar así hasta el deseo que se manifiesta en ese sueño. De la misma manera, Lacan plantea tomar el complejo de Edipo ya que contiene un punto que el psicoanálisis no puede desconocer, pero para poder llegar a eso hay que despojarlo de toda la deformación que siempre aparece incluida en el contenido manifiesto, es decir que Lacan plantea una especie de purificación del Edipo, quitarle todo lo que tiene que ver con la escena, el “cuentito” de lo imaginario, para poder quedarnos con lo que realmente nos sirve en la clínica con pacientes.

Pero empecemos por el principio.

Lacan comienza la clase 9 del seminario 5, clase llamada “La metáfora paterna”, mencionando algunos de los problemas que han aparecido en relación al complejo de Edipo, incluso después de la muerte de Freud, son problemas que fueron surgieron con las teorías psicoanalíticas que iban apareciendo y las preguntas que se producían, fundamentalmente en relación a los tiempos postulados por el complejo de Edipo tal como lo explicó Freud.

Es así como ubica lo que él llama tres polos históricos respecto del Edipo, el primero de los cuales se refiere a la posibilidad de que exista una neurosis sin haber atravesado el complejo de Edipo, lo cual era una pregunta que circulaba en aquella época y hasta menciona un artículo que lleva por título justamente esta pregunta. A este tema le suma la pregunta por la posibilidad de existencia de un Súper Yo materno, el cual sería más exigente y opresivo que el paterno postulado por Freud.

El segundo de los polos destacados por Lacan habla de la pregunta acerca de la etapa preedípica y qué es lo que ahí ocurre y cómo influye esto en la posterior evolución del sujeto, ya que menciona que lo que ocurría en la etapa del autoerotismo tenía su importancia, pero solo a través del Edipo y que en esa época no existía la noción de retroacción, de manera que todo lo ocurrido antes de los tres años planteaba preguntas que el complejo de Edipo no podía responder suficientemente e incluye críticas a Melanie Klein en relación a que cuando ella cree indagar sobre lo preedípico no hace otra cosa que encontrar elementos edípicos.

El tercer polo se refiere a la relación entre el Edipo y la genitalidad, es decir la relación que existe entre el cuerpo masculino o femenino que alguien tiene y la asunción de una identidad sexual que puede o no coincidir con la sexualidad biológica; en este punto destaca que existe una gran ambigüedad dentro del análisis y que ha quedado una idea de una herencia filogenética que produce mucha oscuridad.

Otro de los problemas más grandes que Lacan diagnostica respecto del extravío que los analistas sufren en el tema tiene que ver con lo que él llama la perspectiva ambientalista con la cual los analistas abordan estas cuestiones, es decir que llevan la pregunta al plano de la realidad y de esa forma se ocupan de investigar si el padre estaba presente, si era demasiado frágil y permisivo, si por el contrario era demasiado severo, si se iba mucho de viaje y demás cuestiones por el estilo hasta llegar a la pregunta de si podía existir el complejo de Edipo si no había un padre presente. La crítica está dirigida a que se ubica en el centro de la cuestión al padre de carne y hueso, el padre de la realidad con todos sus atributos imaginarios, cuando en realidad no se trata de eso sino de su función en tanto significante, es decir el Padre o la Ley. En pocas palabras, se trata de otro elemento que hace que Lacan critique a los post freudianos porque se quedaron atrapados en las cuestiones imaginarias de la teoría psicoanalíticas y no pudieron jamás acceder a los postulados simbólicos, los más importantes para Lacan a la altura del seminario 5.

Esta es la presentación que hace Lacan de los problemas que conlleva el Edipo para empezar a hablar de la metáfora paterna, pero al ir avanzando en el tema veremos que hay otras críticas que aparecen muy sutilmente.

Es por estos planteos que Lacan dice:

 

“…pretendo que toda la cuestión de los callejones sin salida del Edipo puede resolverse planteando la intervención del padre como sustitución de un significante por otro significante”.[3]

 

Es decir que la metáfora paterna viene a resolver todos los problemas que surgen del planteo del complejo de Edipo, ya que la fórmula de la metáfora implica la sustitución de un significante por otro.

Esto implica que ya no se hable más del padre en términos ambientalistas y se pueda ubicar la función del Padre, es decir el significante del Nombre del Padre.



[1] Lacan, J. “Seminario 17” Buenos Aires, Paidos, 2008, pág. 118.

[2] Lacan, J. Idem,  pág. 124.

[3] Lacan, J. “Seminario 5”. Buenos Aires, Paidós, 2010. Pág. 180.

martes, 16 de enero de 2024

Acerca de la asociación libre. Parte 2. La trama.

 




Agradezco nuevamente la participación de la lic. Flora Fainkuchen, con este texto acerca de uno de los pilares de la técnica psicoanalítica.

La trama

Minicuento escrito por Jorge Luis Borges

Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.

 

Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.

 

 

Este minicuento lo trae en una asociación libre un paciente, que presenta un vínculo muy traumático con su padre, y que desea no seguir repitiendo este vínculo con diferentes personas que simbolizan para él la autoridad.  Su infancia y juventud la vivió en una villa miseria. ”Callejeando”

El paciente debía que rendir su última materia para recibirse de licenciado en ciencias políticas, carrera que realizó tras terminar la secundaria en una escuela para adultos y que refiere no sabía bien leer y escribir.

Esta materia le costó muchísimo poder rendirla, no porque no supiera el contenido, sino porque no se sentía merecedor de recibirse y con sentimientos de baja autoestima y temor irracional a la autoridad del profesor.

 

¿Qué es una trama?

La palabra trama tiene su origen en un vocablo latino que hace referencia al grupo de hilos que, combinados y enlazados entre sí, consigue darle forma a una tela. La palabra también designa al tipo de seda que, por sus características, resulta útil para entramar.

La trama también es la confabulación o conspiración que se lleva a cabo con el propósito de dañar o perjudicar a alguien.

Otro uso del término se refiere a la disposición interior y conexión entre las partes de un determinado asunto. Se utiliza, por ejemplo, en el ámbito de literatura, el teatro o el cine, para nombrar al enredo, tema o argumento de una composición u obra.

Según lo expresa Aristóteles en su «Teoría de la trama unificada«,  debe dejarse constancia de las diferentes partes que hacen al desarrollo de una historia; además, deben nombrarse los elementos fundamentales de la misma, estableciendo la conexión que existe entre ellos. De este modo, la anulación de alguno de estos elementos, supondría el fin de la coherencia en la historia, ya que todos y cada uno son imprescindibles.

Basados en esta teoría, en narratología se conoce como trama a un relato en el que se detallan (no siempre de forma cronológica) los sucesos que tienen lugar en una obra, para ser presentada a un determinado público. En ella se busca mostrar y relacionar los diversos elementos que aparecen en la obra, sin detallarlos minuciosamente.

La trama se encuentra dividida en varias partes, las mismas son: introducción, desarrollo o nudo y desenlace. En todas las narraciones se encuentran estas partes, a veces se encuentran dispuestas de forma desordenada, pero es imprescindible que aparezcan.

De acuerdo al tipo de información que presenten, las tramas pueden ser: descriptiva, argumentativa, narrativa y conversacional.

 

Acerca de la obra literaria “la trama”:

La tragedia renovada aparece en «La trama» (El Hacedor, 1960), de Jorge Luis Borges

Este texto se viste de un comentario literario. Las citas a Shakespeare y a Quevedo tienen este objetivo, al igual que la frase en el segundo episodio: «estas palabras hay que oírlas, no leerlas» que aluden al proyecto de Hernández de construir el discurso del gaucho directamente, en forma de canto, en el Martín Fierro.

Se trata de un hecho que se repite ad infinitum, el asesinato del gaucho mayor no puede producir verdadera sorpresa.

En cuanto a lo temático, se puede destacar dos principales tópicos borgianos desarrollados en este cuento: la circularidad del tiempo y la indeterminación del concepto mismo de la identidad. La repetición de los hechos que le sucedieron a César, luego al gaucho y, en el futuro, a los personajes que vuelvan a sufrirlos en cuentos posteriores, se explica en base a una concepción de la realidad diferente a la linealidad del tiempo occidental moderno. El principio de la circularidad del tiempo, en el cual somos como personajes que repetimos las «tramas» de nuestros predecesores, es un tema bastante trabajado en la obra borgiana, y tiene sus raíces en tradiciones culturales distintas a la occidental.

Esta repetición circular, nos conduce al siguiente punto temático: la indeterminación de las identidades. En varios cuentos de Borges, se sostiene un postulado: los seres humanos somos uno solo. El destino del hombre es repetir las sensaciones, sentimientos, pasiones, cóleras y decisiones que otro ya realizó, y prefigurar las de algún otro que está por nacer.

Repetir historias que otros vivieron desestima los rasgos particulares de los personajes del texto. Aún más, presentar en paralelo los dos episodios, entre los cuales podría intercambiarse los acontecimientos sin que los respectivos resultados cambien, borra los rostros de los actores. Mejor dicho, de un solo actor de una misma fábula:  el significante íntimo del texto: Edipo, el hijo asesino de su padre.



La re-actualización de la tragedia

Rene Girard reflexiona sobre la relación entre los mitos y la tragedia griega en su libro «La violencia y lo sagrado». En los relatos míticos, la muerte violenta de un personaje, calificado como el «chivo expiatorio», simboliza y ejecuta en sí misma la expiación de los males de la comunidad. En este individuo, se concentra el mal, de modo que, con el derramamiento de su sangre, se purifica el mundo. No obstante, Girard apunta que los relatos tradicionales griegos, como el de Edipo, por ejemplo, dejan de tener esta calidad ritual cuando se transponen a la Tragedia, cuyo nacimiento coincide con el reemplazo de las formas de sanción tradicionales de la tribu en la antigua Grecia, para dar lugar al sistema de la civilización regido por los códigos de justicia y sus instituciones administradoras.

En la Tragedia, dice Girard, los delitos cometidos por los antiguos personajes del mito se convierten en errores trágicos que cualquier persona podría cometer, de modo que «todos los personajes se reducen a la identidad de una misma violencia». De ahí que las tragedias sean tan espectaculares cuando los errores son cometidos por varios personajes y el destino trágico persigue a todos ellos.

La tragedia de César, quien es el padre simbólico de Marco Bruto y se ve reflejado en él, de modo paralelo a lo que ocurre con el gaucho y su ahijado. Si César es Bruto y el gaucho es su protegido, la tragedia del hombre es asesinarse a sí mismo. Esta contradicción es sobre el principio de un tiempo circular que disuelve las diferencias entre los hombres.

Tanto el César de Shakespeare como el de Quevedo son el mismo hombre que el gaucho moribundo, e iguales son sus patéticos reclamos, cuyas «palabras hay que oírlas, no leerlas». Con este recurso anti-racional, se completa la perfección del horror que Borges imprime a la historia trágica: todos somos Edipo. De hecho, el psicoanálisis había consolidado sus reflexiones sobre el tema para el momento en que se escribía «La trama» y esta estremecedora conclusión es solo una de sus repercusiones principales.

El destino, entonces, marcaría a los hombres debido a sus pulsiones más íntimas y a su propia condición humana. Debido a que ambos son factores comunes a todas las personas, su destino es idéntico. Aceptando ello, todas las personas son una misma persona.

Los personajes sufren y mueren «para que se repita una escena», no solo se afirma la repetición de la fábula en diferentes historias, sino también la repetición del acto de repetir la fábula en diferentes historias.

Borges ha citado a Shakespeare, Quevedo, y afirma que en un futuro la escena que acaba de contar se repetirá, ello significa que habrá otro autor que recoja esta historia y la vuelva a escribir, con distintas palabras, quizás, pero con los ecos inevitables de la suya y de todas las anteriores.

Borges queda sumido en un similar destino al de sus personajes: él no está escribiendo la historia, sólo la recoge. No crea; más bien, recuerda. No es el verdadero autor del cuento, solo lo copia y lo ilustra.

Sus palabras ya las escribió o dijo alguien antes, y otro las citará de nuevo en el futuro. El autor es solo el eco de la voz de otro, el reflejo del hombre hermoso, no su rostro.

 

¿Cuál es la trama de este paciente? Y como trabajar con esta trama:

En principio podemos decir que este paciente tiene tela para entramar, que puede asociar y hacer rectificaciones subjetivas. Las tramas son las sesiones, su palabra y su discurso.

Presenta diferentes escenas, donde es importante el significante que se repite para escuchar lo que le pasa, puede asociar, la transferencia es positiva y avanza el tratamiento.

Su trama es el vínculo con su padre, su dificultad para superarlo y sus ganas de ser buen padre. El aspecto académico y cultural, es una forma de sublimar su angustia, y superar a su padre.

Muchas veces trae textos que lee para explicar sensaciones o sentimientos para los que no encuentra palabras.

Freud explica que la familia resulta de la constitución de una trama identificatoria inconsciente. Esta trama está basada en gran parte en la situación edípica.

De esta manera el inconsciente cumple algunas funciones a saber:

Es una memoria funcional, un archivo de la familia.

En él, se condensa toda la historia multigeneracional.

Realiza una distribución de las posiciones identificatorias de cada miembro de la familia

En el inconsciente se asientan mitos como configuraciones privilegiadas, destacándose sobre el tramado familiar, con un estilo peculiar y un carácter que le es distintivo.

Es desde este tramado familiar inconsciente, relacional e identificatorio, desde dónde sobrevienen los mandatos, prohibiciones, destinos y significaciones.

Armar una trama es diferente a develar una historia. Armar una trama implica, muchas veces, develar muchas historias para poder construir una diferente.

Como analista soy el disparador de un armado: que donde era Ello advenga el Yo y el sujeto.

Con una función estructurante, que implica ligar (a través de la contención, del funcionamiento en espejo, del poner en palabras, etc.) aquello que ha dejado huellas que incitan a la repetición del movimiento.

El armado de una trama que permitirá luego la construcción de una historia. Una trama que funcione como un sostén interno que permita no sólo la diferenciación sino una base para poder enfrentar los avatares de la vida.

Con interpretaciones, construcciones, señalamientos, palabras, gestos, mis movimientos irán produciendo desfijaciones, desidentificaciones, posibilitando el entramado de redes, mediatizaciones, la instauración del principio de placer y la ligazón de lo traumático. Se trata es de ir deconstruyendo-construyendo, modos de funcionamiento en los que predominaba el sufrimiento por otros más creativos y placenteros.

Así el paciente puede ubicarse como sujeto, que soporte embates al narcisismo, que puede apelar a diferentes modalidades defensivas según las circunstancias y, fundamentalmente, que la compulsión a la repetición ceda dejando lugar a la creación.

Esto implicará tomar caminos diversos, que pongan en movimiento un proceso que reestructure lo coagulado.