lunes, 3 de mayo de 2021

Kafka: el proceso y la culpa de todos.

                                             


Franz Kafka es un autor que sorprende por lo extraño de sus relatos, al menos eso es lo que me produjo a mí el hecho de leer “La metamorfosis” y “El proceso”, las dos únicas obras de él que leí. Es justamente en esta última donde entramos en un mundo en el cual al protagonista, llamado Josef K., le inician un proceso sin mayor información acerca de  por qué se lo enjuicia.
Muchos creen ver en la inicial del apellido del protagonista una clara referencia al propio Kafka, con lo cual ese personaje sería un representante del propio autor y lo que le ocurre daría cuenta de algo que le ocurre a él, pero por el momento no tengo intenciones de hacer nada más con eso que solamente mencionarlo.
Lo más interesante es que cuando se entera del proceso que se le ha iniciado, el señor K (ojo, no confundir con el del historial freudiano de Dora) dice que él no ha hecho nada. Y tiene razón, él no mató a nadie, no robó, no violó ni nada que se le parezca; él, como la mayoría de los ciudadanos (eso creo) no ha cometido ninguno de esos delitos por los cuales la gente es juzgada habitualmente; la gente calificada como “mala”, se entiende.
Lo que también me llamó la atención es que este protagonista no se vuelve loco ante esto, protestando constantemente acerca de por qué le inician un proceso si justamente él no había hecho nada malo, pero me dije a mí mismo que eso era una característica de los personajes de este autor ya que en “La metamorfosis” el hombre que se convierte en bicho tampoco se rompe la cabeza preguntándose por qué le pasó eso o cómo fue que se produjo la transformación. Tiempo después se me ocurrió que tal vez existía una posibilidad distinta para explicar por qué el señor K. no insiste constantemente en preguntarse por qué lo enjuician a él que no hizo nada.
Ocurre que tal vez esa declaración de no haber hecho nada tiene todo que ver con la falla que se le está señalando, no como una sanción por haber hecho lo que no correspondía, sino por no haber hecho lo que correspondía. Me refiero puntualmente a no haberse involucrado en los problemas que afectan a todos y haberse refugiado en su individualidad permitiendo que los otros (¿o debería decir “los Otros”?) hicieran lo que quisieran sin que nadie les pusiera ningún tipo de límites. Porque si algo queda claro es que si leemos el relato según esta consigna no podemos caer en la estupidez absoluta de echarle la culpa al señor K. y decir que todo es su culpa, sino que claramente tenemos que ver al protagonista como un representante no solo de Kafka, sino de todos nosotros, los cuales muchas veces preferimos actuar ocupándonos de nuestras cosas sin meternos en otras cuestiones de las cuales nada queremos saber, pero que indudablemente nos involucran como miembros de la sociedad.
En Argentina hay un dicho muy claro con respecto a esto que consiste en que cuando a uno le preguntan algo sobre lo cual no se quiere tomar posición se responde: “yo… argentino”, que es algo así como decir: “yo me ocupo de lo mío y el resto que se arregle como pueda”. Esa actitud de ocuparse de lo propio dejando de lado todo lo que nos rodea, negándolo voluntariamente y cerrando los ojos para no verlo de ninguna manera, rasgo con el cual la sociedad argentina siempre estuvo identificada, no es algo de lo cual podamos sentirnos orgullosos. Ni mucho menos.
Tiene que ver con todo lo relacionado con el hecho de ver la injusticia en cualquiera de las formas en las que se manifiesta y no hacer nada en contra amparándose en excusas como que eso lo tiene que resolver la policía, los políticos, los jueces, Dios o cualquiera menos yo; se trata de poner la solución al problema en el NO-YO y decir que son otros, no yo, los que deben ocuparse de resolver el problema.
Es la filosofía de Homero J. Simpson, que en un capítulo dice: “¿No puede arreglarlo otro?” y en otro opina, en el mismo sentido: “Todos tienen la culpa menos yo”.
No hay dudas de que a nivel individual puede dar la impresión de que hay muchas cosas que no pueden ser modificadas, pero cuando uno empieza a pensar en el papel de la sociedad toda, en conjunto, en este tipo de cosas se muestra una cara totalmente distinta que habla de una complicidad por inacción, una falla que radica en tolerar esos delitos (y muchas otras cosas más) sin mayor queja que contarle al vecino lo cansado que uno está de la corrupción, por poner algún ejemplo. Este tipo de quejas contra los políticos, la policía, los legisladores, los jueces y demás dan la impresión de que existiera una sociedad muy justa, decente, buena y apegada a la ley que está siendo gobernada y regida por una agrupación nefasta y corrupta, sin jamás tener en cuenta que lo uno es una simple continuación de lo otro y que si uno de estos grupos es de una manera el otro grupo, por necesidad lógica, no puede ser muy distinto. Es ridículo pensar que puede haber un gobierno honesto y puro surgido de una sociedad llena de ladrones, mentirosos y ambiciosos sin escrúpulos; de la misma manera, si vemos que el gobierno es clara e indiscutiblemente corrupto (como ocurre en muchos países, Argentina incluida) eso nos está diciendo mucho acerca de la sociedad de la cual ha surgido, compuesto por  la gente común que se levanta temprano para ir a trabajar, que llega justo a fin de mes (en el mejor de los casos) y que, como el señor K., ni mató, ni robó, ni violó, ni…
Claramente, ciertas cosas que ocurren en distintos países no podrían ocurrir si la gente no tuviera cierto grado de complicidad por no cumplir con cierto deber cívico.
Me acuerdo que un amigo me decía que se había enojado al ver una de las películas del Señor de los Anillos, porque la población de árboles había discutido si se involucraban o no en la guerra y decidieron no hacerlo, pero que cuando vieron que Saruman había talado una enorme cantidad de árboles se enojaron y decidieron luchar. ¿Pero cómo, si no los atacaba a ellos quería decir que lo que Saruman hacía estaba bien? ¿Mientras no los atacara a ellos iban a dejar que Saruman matara a todos los que quisiera? Parece que sí.
También me hace acordar a un texto que se hizo conocido cuando empezó a hablarse del SIDA y la discriminación que sufrían quienes eran portadores, decía algo así: “Primero afectó a los homosexuales, pero como no soy homosexual no me preocupé. Después afectó a los adictos a las drogas, pero como no consumo drogas no me preocupé. Después afectó a los hemofílicos, pero como no soy hemofílico no me preocupé. Ahora me afectó a mí, pero ya es muy tarde”. El hecho de que los árboles hayan dejado que Saruman hiciera lo que quisiera también hizo que muchos de sus compañeros y amigos se vieran afectados y fuera demasiado tarde para ellos. Cada vez que matan a alguien ya es demasiado tarde para esa persona.
Creo que fue Einstein (no estoy seguro) quien dijo: “El mundo no va a ser destruido por quienes hacen el mal, sino por aquellos que se quedan mirando sin hacer nada para evitarlo”.

Pero siempre va a ser más lindo entretenerse con otra cosa, total yo… ¡ARGENTINO!

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