Y finalmente, luego de pasar por la filosofía y la física, llegamos al psicoanálisis donde nos encontramos un nuevo ejemplo de lo que estamos tratando, esta vez en los dos autores más importantes de esta ciencia, al menos en Argentina.
Nuevamente nos volvemos a encontrar con esta idea de algo existente que no puede ser encontrado, otra vez se postula que tiene que existir algo aún cuando no podamos verlo o ubicarlo. En Freud esto está planteado en la vivencia mítica de satisfacción.
Freud explica que cuando un bebé nace tiene impulsos que lo molestan, tomemos como ejemplo el hambre. El bebé tiene hambre, es algo interno que lo incomoda y que no tiene forma de satisfacer por sus propios medios, se trata de algo interno y de lo interno no se puede escapar, a diferencia de lo que ocurre con lo externo ante lo cual se puede optar por la huida. Se puede decir que en este momento el bebé se encuentra en una etapa de puro narcisismo, sometido a las necesidades naturales de todo ser viviente. Ante esta situación de hambre, apremiante para la vida que no puede ser solucionada por sus propios medios, el bebé no tiene más recurso que manifestar esta incomodidad que lo invade en forma de llanto y es en ese momento que aparecerá alguien, presumiblemente la madre, que interpretará ese llanto como hambre (en el mejor de los casos) y procederá a darle la leche para alimentarlo y calmar su hambre.
En ese momento ocurrirán dos cosas: por un lado se dará la situación en la cual dicha necesidad física es satisfecha. En este sentido hay que hacer una referencia a lo que tiene que ver con lo necesario, imperioso para la conservación de la vida ya que este tipo de impulsos que nos llevan a comer, tomar líquidos, curar enfermedades, etcétera si son considerados solamente como una necesidad del cuerpo para continuar viviendo no implican nada más allá de la satisfacción, que puede ser a través del alimento, de agua o de un remedio, y luego no habrá nada más que solicitar; es decir que al pensar en necesidades orgánicas la satisfacción puede ser completa sin que haya nada más allá de dicha satisfacción que haya que buscar.
De esta manera, en este planteo, cuando el bebé siente por primera vez el hambre sería una manifestación de este tipo y el aporte que le hace otra persona de alimento saciaría dicha necesidad y la satisfacción sería completa y eso es lo que le da el nombre de vivencia de satisfacción.
Pero Freud dice que también ocurre otra cosa y esto hace que dicha satisfaccón pueda ocurrir solo una vez, porque cuando la madre le da la teta al bebé también le da muchas otras cosas porque lo acaricia, le habla, lo mece y demás actos que transmiten amor al bebé y a partir de ese momento ya no existe más un estado de pura necesidad biológica ya que a esto se le sumará la búsqueda de repetir ese amor. Es por eso que esa vivencia de satisfacción será siempre buscada. El inconveniente es que todo lo que tiene que ver con el amor, el deseo y demás cuestiones relacionadas con lo humano, por fuera de la pura necesidad orgánica, jamás puede producir una satisfacción completa y acabada y por lo tanto dicha vivencia de satisfacción no podrá ser repetida nunca. Esto lleva a Freud a decir que el objeto de la satisfacción está perdido.
Pero con esto hay que ser cuidadosos porque Freud no era tonto y siempre dijo que esta vivencia de satisfacción era algo mítico, es decir una construcción para explicar la pérdida del objeto que es la marca característica y fundamental del ser humano y lo cual lo diferencia, entre otras cosas, de los animales, con lo cual entendemos que Freud no plantea que se nace siendo animal y por dicha pérdida nos convertimos en humanos, pero inserta esa vivencia mítica de satisfacción en la cual, siempre míticamente, el bebé habría alcanzado el objeto, para luego perderlo definitivamente y pasarse toda la vida tratando de reencontrarlo… sin éxito.
Ese objeto que una vez existió y luego se perdió para siempre no estaría muy alejado de la “cosa en sí” de Kant o lo absoluto que mencionaba Newton y que luego sería discutido, lo cual nos lleva a hablar de Lacan.
A diferencia de Freud que hablaba de la pérdida del objeto, lo cual muestra que alguna vez estuvo para poder ser perdido, Lacan se refiere fundamentalmente a la inexistencia del objeto. Es posible que mencione el objeto perdido o la pérdida del objeto, pero considero que lo hace más para utilizar los términos freudianos como una forma de hablar un lenguaje común con el resto de los analistas que por creer que realmente el objeto existió realmente.
Y esto se explica diciendo que para Lacan lo que nos hace seres humanos es el lenguaje, no el simple hecho de hablar sino que para poder hablar tiene que existir una estructura del lenguaje, leyes como la metonimia y la metáfora, cadenas significantes y demás cuestiones que implican el poder hablar. Y para explicar las cosas de esa manera no necesita plantear una vivencia mítica de satisfacción ya que siempre dejó claro que para él el lenguaje preexiste al sujeto, es decir que nacemos a un mundo de lenguaje y cuando llegamos a él ya tenemos toda la estructura y sus leyes, lo cual se evidencia en que todos podemos aprender un lenguaje, sin importar de cual se trate, porque tenemos lo necesario para asimilar a dicha estructura cualquiera de los lenguajes humanos.
Al decir que el lenguaje nos preexiste, que un sujeto al nacer entra a un mundo de lenguaje Lacan ya cruzó la barrera que nos separa de los animales ya que no hace falta pensar en algo ocurrido luego del nacimiento para perder ese estado de pura necesidad porque al estar atravesado por el lenguaje la necesidad siempre estará unida al deseo y será imposible separarlos.
Es así como en su grafo del deseo, Lacan no coloca en el principio a un ser de la pura necesidad, sino que todo parte del sujeto, el cual que representa al ser del deseo, al ser hablante o, como también lo dice en algunas veces, a la falta en ser, es decir a ese ser que tiene una falta imposible de colmar, que puede ser entendida como el objeto a. Lo importante es que para Lacan se parte del sujeto barrado, del sujeto en falta, del ser al que le falta algo y no solo no está completo sino que no lo estará jamás y es justamente esa falta fundamental lo que constituye a ese ser en humano y lo define y diferencia del resto de los seres vivos.
Aún más, se puede decir que postular un estado de pura necesidad, aún cuando sea con la aclaración de ser algo mítico, está en contra de la idea que Lacan tiene acerca de lo que es el ser humano y como lo entiende el psicoanálisis, motivo por el cual es algo que se vuelve imposible para pensar desde esta disciplina.
Es esta diferencia entre lo postulado como existente por un lado y como imposible por el otro dentro de la misma ciencia lo que hace que Freud y Lacan sean el tercer y último ejemplo de lo que venimos tratando.
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