lunes, 3 de mayo de 2021

Cuando lo que consideramos “realmente existente” se vuelve algo imposible. Primer caso: de Kant a Hegel.

                                    


Las últimas publicaciones fueron dedicadas a la filosofía de Hegel y en ellas tuvo una gran importancia la crítica que este autor le hace a Kant por sus ideas acerca de “la cosa en sí”. También se mencionó a Freud en algunas de ellas, con lo cual se establecía cierta relación o similitud entre alguna de las ideas dichas por el filósofo y otra dicha por el psicoanalista. Por último, no hay que olvidar que la primera publicación del año estuvo dedicada a celebrar los primeros 371 de Newton en la historia, texto en el que se hizo mención a algo que toma Lacan en el Seminario 2, donde también se nombró a Einstein.
De esta manera, en lo que llevamos del año, nos ocupamos de tres ramas de la ciencia, a saber: física, filosofía y psicoanálisis, siendo que cada una estuvo representada por un par de sus mejores exponentes. Claramente los más importantes al tratarse de Newton y Einstein para la física y de Freud para el psicoanálisis; mientras que puede discutirse acerca de los dos primeros puestos para la historia de la filosofía (ya que también compiten Sócrates, Platón, Aristóteles, Heidegger, Descartes, etcétera) y acerca del segundo puesto para el psicoanálisis.
Pero al pensar en estos tres pares de genios llama la atención cierta característica que se repite al pasar de un paradigma establecido al siguiente paradigma que destrona al anterior; y esto ocurre sin importar lo distintas que pueden llegar a ser los ámbitos de los que se ocupa cada una de ellas.
Ya que la crítica de Hegel a Kant está más fresca, podemos empezar por ellos para ver lo que ocurre.
Habíamos visto que Kant habla de “la cosa en sí” (pido perdón si repito lo dicho en otras publicaciones, pero no todo aquel que lea esto tiene que haber leído necesariamente lo otro y no quiero dar nada por sabido cuando puede ser desconocido) y la explicaba haciendo referencia a lo que las cosas realmente son, es decir la sustancia o la esencia de las cosas, lo cual no depende de sus accidentes tales como el color, la forma o el tamaño, entre otros. Con respecto a esto, Kant postulaba que la cosa en sí es absolutamente inalcanzable para el conocimiento humano y propone pensarlo de la siguiente manera: imaginar que alguien tuviera un vidrio de color rojo pegado a los ojos desde el nacimiento de manera que no pudiera quitárselo sin arrancarse los ojos, esta persona no podría menos que pensar que todas las cosas tienen un color rojizo ya que nunca conoció otra cosa desde que nació y sería imposible explicarle la naturaleza de su error. De esta manera, nosotros no podemos saber si nuestros sentidos (los de todos los seres humanos alguna vez nacidos) sufren alguna alteración que nos muestren alguna realidad distinta de cómo realmente es, por lo tanto no podemos decir cómo son realmente las cosas, la cosa en sí kantiana, sino que solo podemos saber lo que nosotros percibimos de esas cosas, lo que Kant llama: “la cosa para mí”.
Y luego viene Hegel y critica esto ya que la idea de que exista algo por fuera del conocimiento humano es imposible y absurda para él; para Hegel solo existe lo que se muestra, lo que aparece, lo que se manifiesta al ser humano y pasa a formar parte de lo que su razón puede captar, por lo que hablar de algo que existe sin poder ser pensado es una contradicción en sí misma. La cosa en sí kantiana es demolida por Hegel porque si existe debe ser racional y pensable, pero si esto no es así entonces es porque no existe.
Y con esto ya tenemos planteado un cambio que es el que nos ocupa hoy, ya que se pasa de postular algo realmente existente, aunque completamente fuera de nuestro alcance, a postular las cosas de una manera distinta ya que esa “existencia real” no solo no es tenida en cuenta sino que es criticada por ser algo imposible.
Es tomar un primer momento en el cual se afirma que existe algo que podríamos llamar “mítico”, porque se habla de ello al mismo tiempo que se lo califica como inalcanzable para después pasar a un segundo momento en el cual ese elemento mítico se deja de lado y ya no tiene lugar en la teoría de un pensador en determinada ciencia.

Este hecho que se encuentra en el paso de Kant a Hegel no es único, ya que también se observa en el paso de la teoría newtoniana a la einsteiniana, tal como lo veremos en la próxima publicación.

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