Agradezco nuevamente la participación de la lic. Flora Fainkuchen, con este texto publicado en www.pensarelpsicoanalisis.com.ar, donde pueden encontrar otros artículos suyos, míos y de otros colegas. Los invito a pasar por la página y conocerla.
Introducción
Estoy atendiendo hace algunos años a dos pacientes que
les falta poco tiempo para presentar sus tesis doctorales en matemáticas y
ciencias biológicas, ambos investigadores, ambos muy comprometidos con sus
becas. Durante los últimos meses comenzaron talleres virtuales de escritura
creativa.
Este dato me llamó la atención y me pregunté que los
lleva a pasar de una escritura académica y cerrada, con datos duros a una
escritura creativa, libre y vinculada a su subjetividad, y escribiendo acerca
de sus experiencias más profundas, íntimas e infantiles.
¿Qué produce la escritura? ¿Que libera? ¿Qué
motoriza?
La escritura creativa en grupo:
Permite a cada participante realizar un camino de
aprendizaje adaptado a su ritmo e intereses y apoyado en la más amplia
posibilidad de recursos, técnicas y propuestas. Donde participan tanto
personas sin experiencia previa como personas con una arraigada costumbre de
escribir. Se encuentran con gente diversa y eso es estimulante.
Más allá de redactar correctamente, es hacer
pensamiento, poesía, historia, creación, reinventar el mundo reinventándose a
sí mismos. Implica, además del aprendizaje de unas habilidades técnicas, una
reflexión permanente sobre todos los aspectos de la vida.
El taller busca poner al participante a ejercitar los
sentidos y la intuición para resolver en la ficción situaciones paralelas a las
de la vida real.
El taller se plantea y desarrolla en grupos de
trabajo e intercambio, donde una parte del aprendizaje se genere a partir de
los comentarios del profesor a los relatos y del comentario y la discusión de
los textos de los participantes entre sí.
Analizar y expresar los motivos que hacen que guste o
disguste el relato de un compañero obliga a realizar un esfuerzo de reflexión
que incide directamente en la evolución de la propia escritura (y quizás de las
propias experiencias) y que es parte fundamental del aprendizaje.
La escritura y lo indecible:
El aporte del psicoanálisis para entender la escritura
creativa en los pacientes
Hablar y escribir son actividades y funciones
distintas. La diferencia entre hablar y escribir pone en acto dos registros del
Otro del lenguaje.
La escritura, escribía Freud, es originalmente “el
lenguaje del ausente”, (Sigmund Freud, “El malestar en la cultura”, Obras
Completas, Biblioteca Nueva, Madrid 1974.)
Ausente es aquel que escribió y ya no está ahí o como
aquel que no estaba todavía para leerlo cuando eso se escribía. La palabra
dicha, por el contrario, implica necesariamente la presencia real de quien
habla y de quien escucha. El acto de la palabra sólo se constituye como palabra
verdadera en presencia del interlocutor y en el acto de su enunciación. El Otro
que escucha constituye, pues, al sujeto mismo de la palabra. Fue el punto de
partida de la enseñanza de Lacan: es a partir del lugar del Otro de la palabra
como el sujeto se constituye, “por lo cual es del Otro de quien el sujeto
recibe incluso el mensaje que emite”.
[Jacques Lacan, “Subversión del sujeto y dialéctica
del deseo en el inconsciente freudiano”, Escritos, Ed. Siglo XXI,
México 1984, p. 786.}
Es importante entender la distinción entre el Otro de
la palabra y el Otro de la escritura para seguir la lógica de Lacan que
reformuló el descubrimiento freudiano con el “inconsciente estructurado como un
lenguaje”. Ahí se considera la instancia de la letra como inherente a la
estructura propia del inconsciente. Si la palabra dicha se distingue de la
palabra escrita, hay sin embargo algo que se escribe, en algún lugar, cada vez
que la palabra es efectivamente dicha. Y ese lugar de la letra tendrá en la
enseñanza de Lacan una importancia cada vez mayor, es el lugar en el que puede
leerse el síntoma como una escritura en el cuerpo.
Algo se dice en la escritura, un silencio que
queda entre los dichos y del que la letra, no su tipografía, es marca, huella de
un real que está por fuera de la significación, del sentido y casi del querer
decir. Hay un irrepresentable del objeto que escapa a lo que puede
nombrarse, un irrepresentable que no cesa de no escribirse. A la vez,
algo se escribe en silencio en el discurso de la palabra dicha, en sus
intervalos, en sus escansiones e inflexiones, algo que no puede ser aprehendido
por la lógica del significante y el objeto a que en la
enseñanza de Lacan marca una nueva forma de anudamiento de los tres registros,
lo imaginario, lo simbólico y lo real.
Lacan y la escritura:
Para entender algunos conceptos de Lacan, tenemos que
pensar, ¿qué se entiende en el psicoanálisis por sujeto? ¿En qué se
diferencia del uso habitual de esta palabra?
El sujeto tiene vínculos con la teoría del lenguaje.
Es más, el propio Lacan define su enseñanza como una teoría del lenguaje. Hace
falta el lenguaje para que exista un sujeto y hace falta el lenguaje para que
exista el inconsciente (principio freudiano, por excelencia). El sujeto
lacaniano es efecto del discurso y al mismo tiempo está atrapado en él, está
sujeto al lenguaje y atrapado en la repetición sintomática. Sin embargo, su
posición en relación al arte es diferente, no es un síntoma, que no aparece
vinculado a la repetición sintomática, sino que se supone al sujeto como
responsable del acto artístico. ¿qué es lo que hace, haciendo lo que hace? ¿En
qué consiste esa responsabilidad vinculada a su acto creativo?
La lalangue y el lenguaje:
Lo que Lacan introduce en su enseñanza y que resulta
de especial interés para el abordaje del lenguaje como material creativo y para
la escritura en particular, es que la lengua es medio de goce y cómo la
realidad únicamente es abordada a partir de aparatos de goce. Lalangue, neologismo
con el que el psicoanalista francés designó esta particularidad del lenguaje.
Los escritores serían un claro exponente de un hacer con esa
particularidad del lenguaje a través de sus productos artísticos.
Lacan da una escritura al sujeto, $,
sujeto barrado, sujeto escindido entre deseo y goce debido justamente a la
perdida original del objeto por efecto de su surgimiento en el campo del
lenguaje, en el campo de lo simbólico. Es el precio que paga el ser hablante
por su incursión en el campo de lo simbólico. El inconsciente, es un lugar
activo, poco irracional, más bien siguiendo una lógica personal, única y
original, en donde cada ser resulta capturado por el lenguaje y en donde se
halla a un sujeto activo en la búsqueda de una resolución fundamental
resultante de la pérdida de objeto y en su intento constante de apaciguar lalangue traduciéndola
al campo del lenguaje. Lo simbólico, lo imaginario y lo real del goce que hemos
de situar en el cuerpo, se articulan en el psiquismo conceptualizado por Lacan,
a partir de la falla que supone la inexistencia de un objeto, su llamado
objeto a. Este a se escapa a la
representación tanto en el ámbito de lo simbólico, como en el de la imagen. Y
es que esa articulación R, S e I en todas sus posibles variantes y que hallamos
representada en el nudo borromeo de Lacan, es inestable. Basta que se suelte
uno de los nudos, para que queden sueltos todos.
En el seminario “La ética del
psicoanálisis” y aparece una concepción del arte como organizador de un vacío.
En ese sentido, el arte sería una modalidad de defensa frente a la
confrontación a lo real, un apaciguador del horror vacui.
Para Lacan el saber del artista consiste en un saber hacer en
la producción de un artificio. La propia creación del escrito, construye lo
que se denomina en este seminario como sinthome. Se trataría
del paso de una escritura a otra. De aquello que aparece cifrado-escrito en el
inconsciente como una modalidad específica de goce de un sujeto, cuya función
reside en taponar el punto de falla que se produce en el inconsciente al
materializar lalangue en lenguaje; a otro tipo de escritura,
la del sinthome, en la que se desbarataría ese cifrado de
goce.
La lalangue y el inconsciente
En el seminario 20, Lacan describe cómo el lenguaje
tiene un ordenamiento, un valor de comunicación, no es algo que se da de golpe,
es secundario: primero sería lalangue, luego el lenguaje. El
lenguaje es como el inconsciente, está estructurado, desconoce lo que ahí está
escrito, no para de escribirse, se sostiene por un cuerpo, que está marcado,
Lacan retoma en este punto la hipótesis de que “el individuo afectado de
inconsciente es el mismo que hace lo que llamo sujeto de un significante”.
Freud plantea que hay una memoria inconsciente, que en
el inconsciente todo está escrito y registrado. Lacan invierte el sentido
cuando dice: “eso no está escrito”, abriendo la posibilidad de que se escriba
en un análisis algo intraducible. Finalmente se liga algo del cuerpo, cómo el
goce hace experiencia de un imposible, donde el significante funciona como
letra. Hay un saber limitado por lo imposible del decir y de la escritura, como
el lenguaje, aparece pues un inconsciente como un saber que no está escrito, que
inventa.
Entonces, ¿qué es el inconsciente, a partir del
Seminario 20? El inconsciente no es más que un saber indeleble depositado
en lalangue, un saber que se presenta como una huella, un trazo,
como una escritura de lo que fue nuestra relación originaria con la lengua
materna. Freud ya había señalado, en 1897, la importancia de este hecho, al
subrayar que todos estamos enfrentados, desde los primeros años, a experiencias
que van a quedar como incomprendidas, que todos guardamos el recuerdo de cosas
oídas, grabadas en la memoria, de las que el sentido se escapa.
Ese saber queda fijado, pues, de manera indeleble, a
través de esos significantes, encarnados en lalangue, que van a
fijar algo del goce del cuerpo en el mismo momento en que el sujeto hace la
experiencia de un imposible. En su definición lacaniana, el inconsciente es un
saber que no se sabe, que no tiene conocimiento de sí. El saber inconsciente se
desprende de la articulación de los significantes: pero no se trata de que las
palabras se correspondan con nosotros, sino que se correspondan entre sí.
La escritura como sostén de goce
El término escritura adquiere, dos
sentidos: mientras que en los primeros seminarios de Lacan la escritura es
entendida en tanto marca distintiva, en un segundo momento, a partir del Seminario
XVIII, es considerada sostén de goce. Estos sentidos no son, por
otra parte, excluyentes o antagónicos. En efecto, definir la escritura como sostén
de goce conlleva la idea misma de inscripción.
En un primer momento, la escritura es entendida en
tanto huella, en tanto inscripción. En este sentido, Lacan articula la
constitución del sujeto con la escritura, en particular, con la escritura
primitiva, con una escritura que no es fonética y que vale en tanto marca
distintiva. Es interesante recuperar en este punto la etimología de la
palabra escritura. Calvet (2008) recuerda que el latín scribere remite
a “trazar caracteres” y que, según su etimología, la escritura era una especie
de incisión, de corte. Por este motivo, al principio, la actividad de escribir
era equivalente “a realizar incisiones, a arañar, lo que hace suponer
que las piedras o vasijas fueron sus primeros soportes”.
En 1971, en el ”Seminario XVIII. De un discurso que
no fuera del semblante”, la escritura es concebida como una marca, una
inscripción, pero también es entendida como sostén de goce. Asimismo,
a partir de aquí la escritura va a estar claramente diferenciada del
significante: mientras que la escritura quedará ubicada dentro del orden de lo
real, el significante estará relacionado con el registro de lo simbólico.
En efecto, la escritura es entendida como la
representación de palabra (Freud mismo hace mención de la representación
palabra –Wortvorstellung– en algunos trabajos). Esto lleva la idea de
que la palabra es previa a la escritura, ya está ahí antes de ser representada.
No obstante, para Lacan, la escritura no es simple representación, ya que
representación significa también repercusión: “Tal vez sea la representación
como tal la que hace a las palabras”. Por esta razón, define la escritura como
eso de lo que se habla: la escritura produce efectos.
En el Seminario XX. “Aún”, reflexiona
sobre: el vínculo entre la función de lo escrito y el discurso analítico, plantea
que en el discurso psicoanalítico no se trata sino de lo que se lee, a partir
de la asociación libre del analizante. En este sentido, el significado no tiene
que ver con lo oído, sino con la lectura de lo que se escucha del significante:
el significado es el efecto del significante. Por ello, manifiesta que a lo que
se enuncia como significante en el discurso analítico se le da una lectura
diferente de lo que significa.
El Seminario XXI, Lacan se refiere al nudo
borromeo, nudo conformado por tres aros enlazados de tal forma que si se
desprende uno de ellos se separan los otros dos. Este nudo representa la
estructura constituida por los tres registros –real, simbólico, imaginario– y
su triple enlace define el objeto a. En este seminario, reitera que
no se debe confundir la letra con la palabra y manifiesta que solo la escritura
hace que los tres registros se constituyan en tres. La escritura estará en
función, a partir de aquí, con el nudo borromeo.
También propone el nudo borromeo como un modo de
escritura y afirma que este nudo presentifica el registro de lo real. En este
encuentro afirma que solo la escritura soporta ese real.
El Seminario XXIII. El Sinthome (1975-1976)
está dedicado, en gran medida, a analizar el “caso” James Joyce, a partir del
cual Lacan estudia el modo en el que el arte cumple para el escritor una
función de suplencia. Respecto del nudo borromeo, plantea aquí, entre otros
puntos, la existencia de un cuarto redondel –la función de padre–, que anuda y
asegura los otros tres aros
En efecto, es a partir de la escritura que se puede
transmitir el nudo; es necesario escribir el nudo para que se pueda decir algo
de él, para ver cómo funciona. Escribir el nudo es la única manera de
reproducirlo.
El pensamiento de Lacan utiliza la figura de la
escritura para reflexionar sobre el sujeto. Esta concepción de la escritura se
aleja así de aquella que la entiende como un instrumento, un medio. En tanto
vale por sí misma, no forma parte del lazo social. Es, por otra parte, una
escritura que no depende de la oralidad. Lacan se refiere a una escritura que
no es fonética, que no copia la realidad, y que es efecto del lenguaje. No
tiene relación con la memoria, ya que es pura inscripción.
Para seguir pensando: escritores y
pacientes
Estos dos pacientes que les describí al comienzo de
este texto comenzaron su escritura creativa con autobiografías.
La escritura de una vida (grafía de un bios)
en tanto que escritura, abre la perspectiva de una vida nueva. Lacan, en su seminario Joyce
le Sinthome, declaró: “La gente escribe sus recuerdos de la infancia y esto
tiene consecuencias, pues es el pasaje de una escritura a otra escritura”
(seminario del 11 de mayo de 1976), es un pasaje del “está ya escrito” al “es
escritura por venir”. La parte autobiográfica de una obra no es un reportaje en
el cual el “yo” se tomaría como objeto. Es una exploración de lo desconocido en
el curso de la cual el narrador encuentra, a lo largo del camino, una especie
de doble que lo saca de él mismo y lo prolonga más allá de él mismo”.
La biografía infantil del sujeto ha sido siempre
considerada como el material más rico en significación. Los recuerdos de la
infancia constituyen los testimonios más antiguos y los más cercanos al deseo y
a los fantasmas inconscientes, así como a la represión que cae sobre ellos.
Freud lo designa “novela familiar” (Familienroman), antes que hablar de
historia familiar. Novela familiar: esta expresión quiere decir que el sujeto
se inventa una familia y una historia.
No obstante, a diferencia del escritor, cuya vocación
es la de disfrazar, de falsificar o de silenciar, a la vez que, de confesar los
elementos de su biografía, el sujeto en análisis no sabe que está inventando.
Este saber le es inaccesible puesto que es inconsciente. Y sólo el largo
trabajo del análisis permitirá descubrir que allí donde él creía haber vivido
una historia, él había, en realidad, construido una serie de fantasmas cuya
comprensión llevará, la revelación de un fantasma fundamental.
El psicoanálisis quiere hacer hablar, la
escritura busca hacer callar. La escritura fuerza el silencio del
ruido acosador del discurso exterior y también al parloteo, del discurso
interior del sujeto.
Es en el silencio donde él encuentra su inspiración.
¿Qué es el silencio? No es tan sólo la ausencia del lenguaje, sino más bien un
agujero, un espacio vacío, un accidente, un corte en el corazón mismo del
lenguaje.
El deseo del escritor sostiene con la lengua una
relación llamada erótica, tanto en el sentido amoroso como en el sexual más
crudo, el escritor seduce y conquista la lengua (o más bien es conquistado y
seducido por ella), vertiéndola en el cuerpo de la letra. La letra cumple para
él exactamente el papel de la pareja en la relación sexual. Literalmente, el
escritor hace el amor con la letra. La práctica literaria implica una
investidura libidinal completa.
Hacer más reales las palabras del lenguaje, por lo
tanto, más bellas y más verdaderas de lo que lo son en el habla –hacer real lo
simbólico, es el desafío de la escritura. La estatua de la letra, o el templo
de la escritura (otra metáfora posible), realizan la apuesta de dar cuerpo a la
pura presencia real del lenguaje, al punto de no poder manifestar de él sino la
presencia obstinada de un silencio.
El estar en análisis les permite a los pacientes tener
esa apertura hacia el inconsciente y realizar rectificaciones subjetivas.
Bibliografía:
-Serge André:
“La escritura comienza donde el psicoanálisis termina”
Postfacio de la novela “Flac” (Ed. Siglo XXI)
-Ruben FasoLino
“La funcion de la escritura en Lacan”. Universidad
Complutense de Madrid
-Antonio J. Colom Pons
“La vida en las palabras. Escritura y subjetividad”.
Tesis doctoral UPF. Barcelona, 2015
-Margarita
Noriega García,
“Lectura y escritura en psicoanálisis”
-Karina Savio
“Sobre la noción de escritura en las
enseñanzas de lacan”
Freud, Sigmund: “El malestar de la cultura”
-Lacan, jaques: “Aun”
-Lacan, Jacques: Seminario XXIII. “El
Sinthome”
-Lacan, Jacques: “La ética del
psicoanálisis”
-Lacan,
Jacques: Seminario XVIII. “De un discurso que no fuera del
semblante”
-Lacan, Jacques: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, Escritos, Ed. Siglo XXI, México 1984
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