miércoles, 15 de septiembre de 2021

Acerca de la escritura. El aporte del psicoanálisis para entender la escritura creativa en pacientes.



Agradezco nuevamente la participación de la lic. Flora Fainkuchen, con este texto publicado en www.pensarelpsicoanalisis.com.ar, donde pueden encontrar otros artículos suyos, míos y de otros colegas. Los invito a pasar por la página y conocerla.

 

Introducción

Estoy atendiendo hace algunos años a dos pacientes que les falta poco tiempo para presentar sus tesis doctorales en matemáticas y ciencias biológicas, ambos investigadores, ambos muy comprometidos con sus becas. Durante los últimos meses comenzaron talleres virtuales de escritura creativa.

Este dato me llamó la atención y me pregunté que los lleva a pasar de una escritura académica y cerrada, con datos duros a una escritura creativa, libre y vinculada a su subjetividad, y escribiendo acerca de sus experiencias más profundas, íntimas e infantiles.

¿Qué produce la escritura? ¿Que libera?  ¿Qué motoriza?

 

La escritura creativa en grupo:

Permite a cada participante realizar un camino de aprendizaje adaptado a su ritmo e intereses y apoyado en la más amplia posibilidad de recursos, técnicas y propuestas. Donde participan tanto personas sin experiencia previa como personas con una arraigada costumbre de escribir.  Se encuentran con gente diversa y eso es estimulante.

Más allá de redactar correctamente, es hacer pensamiento, poesía, historia, creación, reinventar el mundo reinventándose a sí mismos. Implica, además del aprendizaje de unas habilidades técnicas, una reflexión permanente sobre todos los aspectos de la vida.

El taller busca poner al participante a ejercitar los sentidos y la intuición para resolver en la ficción situaciones paralelas a las de la vida real.

El taller se plantea y desarrolla en grupos de trabajo e intercambio, donde una parte del aprendizaje se genere a partir de los comentarios del profesor a los relatos y del comentario y la discusión de los textos de los participantes entre sí.

Analizar y expresar los motivos que hacen que guste o disguste el relato de un compañero obliga a realizar un esfuerzo de reflexión que incide directamente en la evolución de la propia escritura (y quizás de las propias experiencias) y que es parte fundamental del aprendizaje.

 

La escritura y lo indecible:

El aporte del psicoanálisis para entender la escritura creativa en los pacientes

Hablar y escribir son actividades y funciones distintas. La diferencia entre hablar y escribir pone en acto dos registros del Otro del lenguaje.

La escritura, escribía Freud, es originalmente “el lenguaje del ausente”, (Sigmund Freud, “El malestar en la cultura”, Obras Completas, Biblioteca Nueva, Madrid 1974.)

Ausente es aquel que escribió y ya no está ahí o como aquel que no estaba todavía para leerlo cuando eso se escribía. La palabra dicha, por el contrario, implica necesariamente la presencia real de quien habla y de quien escucha. El acto de la palabra sólo se constituye como palabra verdadera en presencia del interlocutor y en el acto de su enunciación. El Otro que escucha constituye, pues, al sujeto mismo de la palabra. Fue el punto de partida de la enseñanza de Lacan: es a partir del lugar del Otro de la palabra como el sujeto se constituye, “por lo cual es del Otro de quien el sujeto recibe incluso el mensaje que emite”.

[Jacques Lacan, “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, Escritos, Ed. Siglo XXI, México 1984, p. 786.}

Es importante entender la distinción entre el Otro de la palabra y el Otro de la escritura para seguir la lógica de Lacan que reformuló el descubrimiento freudiano con el “inconsciente estructurado como un lenguaje”. Ahí se considera la instancia de la letra como inherente a la estructura propia del inconsciente. Si la palabra dicha se distingue de la palabra escrita, hay sin embargo algo que se escribe, en algún lugar, cada vez que la palabra es efectivamente dicha. Y ese lugar de la letra tendrá en la enseñanza de Lacan una importancia cada vez mayor, es el lugar en el que puede leerse el síntoma como una escritura en el cuerpo.

Algo se dice en la escritura, un silencio que queda entre los dichos y del que la letra, no su tipografía, es marca, huella de un real que está por fuera de la significación, del sentido y casi del querer decir. Hay un irrepresentable del objeto que escapa a lo que puede nombrarse, un irrepresentable que no cesa de no escribirse.  A la vez, algo se escribe en silencio en el discurso de la palabra dicha, en sus intervalos, en sus escansiones e inflexiones, algo que no puede ser aprehendido por la lógica del significante y el objeto a que en la enseñanza de Lacan marca una nueva forma de anudamiento de los tres registros, lo imaginario, lo simbólico y lo real.

 

Lacan y la escritura:

Para entender algunos conceptos de Lacan, tenemos que pensar, ¿qué se entiende en el psicoanálisis por sujeto? ¿En qué se diferen­cia del uso habitual de esta palabra?

El sujeto tiene vínculos con la teoría del lenguaje. Es más, el propio Lacan define su enseñanza como una teoría del lenguaje. Hace falta el lengua­je para que exista un sujeto y hace falta el lenguaje para que exista el inconsciente (prin­cipio freudiano, por excelencia). El sujeto lacaniano es efecto del discurso y al mismo tiempo está atrapado en él, está sujeto al lenguaje y atrapado en la repetición sintomática. Sin embargo, su posición en relación al arte es diferente, no es un síntoma, que no aparece vinculado a la repetición sintomática, sino que se supone al sujeto como responsable del acto artístico. ¿qué es lo que hace, haciendo lo que hace? ¿En qué consiste esa responsabilidad vinculada a su acto creativo?

 

La lalangue y el lenguaje:

Lo que Lacan introduce en su enseñanza y que resulta de especial interés para el abordaje del lenguaje como material creativo y para la escritura en particular, es que la lengua es medio de goce y cómo la realidad únicamente es abordada a partir de aparatos de goce. Lalangue, neologismo con el que el psicoanalista francés designó esta particularidad del lenguaje. Los escritores serían un claro ex­ponente de un hacer con esa particularidad del lenguaje a través de sus productos artísticos. ­

Lacan da una escritura al sujeto, $, sujeto barrado, sujeto escindido entre deseo y goce debido justamente a la perdida original del objeto por efecto de su surgimiento en el campo del lenguaje, en el campo de lo simbólico. Es el precio que paga el ser hablante por su incursión en el campo de lo simbólico. El inconsciente, es un lugar activo, poco irracional, más bien siguiendo una lógica personal, única y original, en donde cada ser resulta capturado por el lenguaje y en donde se halla a un sujeto activo en la búsqueda de una resolución funda­mental resultante de la pérdida de objeto y en su intento constante de apaciguar lalangue traduciéndola al campo del lenguaje. Lo simbólico, lo imaginario y lo real del goce que hemos de situar en el cuerpo, se articulan en el psiquismo conceptualizado por Lacan, a partir de la falla que supone la inexistencia de un objeto, su llamado objeto a. Este se escapa a la representación tanto en el ámbito de lo simbólico, como en el de la imagen. Y es que esa articulación R, S e I en todas sus posibles variantes y que hallamos representada en el nudo borromeo de Lacan, es inestable. Basta que se suelte uno de los nudos, para que queden sueltos todos.

En el seminario “La ética del psicoanálisis” y aparece una concepción del arte como organiza­dor de un vacío. En ese sentido, el arte sería una modalidad de defensa frente a la confrontación a lo real, un apaciguador del horror vacui.

Para Lacan el saber del artista consiste en un saber hacer en la pro­ducción de un artificio. La propia creación del escrito, construye lo que se denomina en este seminario como sinthome. Se trataría del paso de una escritura a otra. De aquello que aparece cifrado-escrito en el inconsciente como una modalidad específica de goce de un sujeto, cuya función reside en taponar el punto de falla que se produce en el inconsciente al materializar lalangue en lenguaje; a otro tipo de escritura, la del sinthome, en la que se desbarataría ese cifrado de goce.

 

 La lalangue y el inconsciente

En el seminario 20, Lacan describe cómo el lenguaje tiene un ordenamiento, un valor de comunicación, no es algo que se da de golpe, es secundario: primero sería lalangue, luego el lenguaje. El lenguaje es como el inconsciente, está estructurado, desconoce lo que ahí está escrito, no para de escribirse, se sostiene por un cuerpo, que está marcado, Lacan retoma en este punto la hipótesis de que “el individuo afectado de inconsciente es el mismo que hace lo que llamo sujeto de un significante”.

Freud plantea que hay una memoria inconsciente, que en el inconsciente todo está escrito y registrado. Lacan invierte el sentido cuando dice: “eso no está escrito”, abriendo la posibilidad de que se escriba en un análisis algo intraducible. Finalmente se liga algo del cuerpo, cómo el goce hace experiencia de un imposible, donde el significante funciona como letra. Hay un saber limitado por lo imposible del decir y de la escritura, como el lenguaje, aparece pues un inconsciente como un saber que no está escrito, que inventa.

Entonces, ¿qué es el inconsciente, a partir del Seminario 20? El inconsciente no es más que un saber indeleble depositado en lalangue, un saber que se presenta como una huella, un trazo, como una escritura de lo que fue nuestra relación originaria con la lengua materna. Freud ya había señalado, en 1897, la importancia de este hecho, al subrayar que todos estamos enfrentados, desde los primeros años, a experiencias que van a quedar como incomprendidas, que todos guardamos el recuerdo de cosas oídas, grabadas en la memoria, de las que el sentido se escapa.

Ese saber queda fijado, pues, de manera indeleble, a través de esos significantes, encarnados en lalangue, que van a fijar algo del goce del cuerpo en el mismo momento en que el sujeto hace la experiencia de un imposible. En su definición lacaniana, el inconsciente es un saber que no se sabe, que no tiene conocimiento de sí. El saber inconsciente se desprende de la articulación de los significantes: pero no se trata de que las palabras se correspondan con nosotros, sino que se correspondan entre sí.

 

La escritura como sostén de goce

El término escritura adquiere, dos sentidos: mientras que en los primeros seminarios de Lacan la escritura es entendida en tanto marca distintiva, en un segundo momento, a partir del Seminario XVIII, es considerada sostén de goce. Estos sentidos no son, por otra parte, excluyentes o antagónicos. En efecto, definir la escritura como sostén de goce conlleva la idea misma de inscripción.

En un primer momento, la escritura es entendida en tanto huella, en tanto inscripción. En este sentido, Lacan articula la constitución del sujeto con la escritura, en particular, con la escritura primitiva, con una escritura que no es fonética y que vale en tanto marca distintiva. Es interesante recuperar en este punto la etimología de la palabra escritura. Calvet (2008) recuerda que el latín scribere remite a “trazar caracteres” y que, según su etimología, la escritura era una especie de incisión, de corte. Por este motivo, al principio, la actividad de escribir era equivalente “a realizar incisiones, a arañar, lo que hace suponer que las piedras o vasijas fueron sus primeros soportes”.

En 1971, en el ”Seminario XVIII. De un discurso que no fuera del semblante”, la escritura es concebida como una marca, una inscripción, pero también es entendida como sostén de goce. Asimismo, a partir de aquí la escritura va a estar claramente diferenciada del significante: mientras que la escritura quedará ubicada dentro del orden de lo real, el significante estará relacionado con el registro de lo simbólico.

En efecto, la escritura es entendida como la representación de palabra (Freud mismo hace mención de la representación palabra –Wortvorstellung– en algunos trabajos). Esto lleva la idea de que la palabra es previa a la escritura, ya está ahí antes de ser representada. No obstante, para Lacan, la escritura no es simple representación, ya que representación significa también repercusión: “Tal vez sea la representación como tal la que hace a las palabras”. Por esta razón, define la escritura como eso de lo que se habla: la escritura produce efectos.

En el Seminario XX. “Aún”, reflexiona sobre: el vínculo entre la función de lo escrito y el discurso analítico, plantea que en el discurso psicoanalítico no se trata sino de lo que se lee, a partir de la asociación libre del analizante. En este sentido, el significado no tiene que ver con lo oído, sino con la lectura de lo que se escucha del significante: el significado es el efecto del significante. Por ello, manifiesta que a lo que se enuncia como significante en el discurso analítico se le da una lectura diferente de lo que significa.

El Seminario XXI, Lacan se refiere al nudo borromeo, nudo conformado por tres aros enlazados de tal forma que si se desprende uno de ellos se separan los otros dos. Este nudo representa la estructura constituida por los tres registros –real, simbólico, imaginario– y su triple enlace define el objeto a. En este seminario, reitera que no se debe confundir la letra con la palabra y manifiesta que solo la escritura hace que los tres registros se constituyan en tres. La escritura estará en función, a partir de aquí, con el nudo borromeo.

También propone el nudo borromeo como un modo de escritura y afirma que este nudo presentifica el registro de lo real. En este encuentro afirma que solo la escritura soporta ese real.

El Seminario XXIII. El Sinthome (1975-1976) está dedicado, en gran medida, a analizar el “caso” James Joyce, a partir del cual Lacan estudia el modo en el que el arte cumple para el escritor una función de suplencia. Respecto del nudo borromeo, plantea aquí, entre otros puntos, la existencia de un cuarto redondel –la función de padre–, que anuda y asegura los otros tres aros

En efecto, es a partir de la escritura que se puede transmitir el nudo; es necesario escribir el nudo para que se pueda decir algo de él, para ver cómo funciona. Escribir el nudo es la única manera de reproducirlo.

El pensamiento de Lacan utiliza la figura de la escritura para reflexionar sobre el sujeto. Esta concepción de la escritura se aleja así de aquella que la entiende como un instrumento, un medio. En tanto vale por sí misma, no forma parte del lazo social. Es, por otra parte, una escritura que no depende de la oralidad. Lacan se refiere a una escritura que no es fonética, que no copia la realidad, y que es efecto del lenguaje. No tiene relación con la memoria, ya que es pura inscripción.

 

Para seguir pensando: escritores y pacientes

Estos dos pacientes que les describí al comienzo de este texto comenzaron su escritura creativa con autobiografías.

La escritura de una vida (grafía de un bios) en tanto que escritura, abre la perspectiva de una vida nueva. Lacan, en su seminario Joyce le Sinthome, declaró: “La gente escribe sus recuerdos de la infancia y esto tiene consecuencias, pues es el pasaje de una escritura a otra escritura” (seminario del 11 de mayo de 1976), es un pasaje del “está ya escrito” al “es escritura por venir”. La parte autobiográfica de una obra no es un reportaje en el cual el “yo” se tomaría como objeto. Es una exploración de lo desconocido en el curso de la cual el narrador encuentra, a lo largo del camino, una especie de doble que lo saca de él mismo y lo prolonga más allá de él mismo”.

La biografía infantil del sujeto ha sido siempre considerada como el material más rico en significación. Los recuerdos de la infancia constituyen los testimonios más antiguos y los más cercanos al deseo y a los fantasmas inconscientes, así como a la represión que cae sobre ellos. Freud lo designa “novela familiar” (Familienroman), antes que hablar de historia familiar. Novela familiar: esta expresión quiere decir que el sujeto se inventa una familia y una historia.

No obstante, a diferencia del escritor, cuya vocación es la de disfrazar, de falsificar o de silenciar, a la vez que, de confesar los elementos de su biografía, el sujeto en análisis no sabe que está inventando. Este saber le es inaccesible puesto que es inconsciente. Y sólo el largo trabajo del análisis permitirá descubrir que allí donde él creía haber vivido una historia, él había, en realidad, construido una serie de fantasmas cuya comprensión llevará, la revelación de un fantasma fundamental.

El psicoanálisis quiere hacer hablar, la escritura busca hacer callar. La escritura fuerza el silencio del ruido acosador del discurso exterior y también al parloteo, del discurso interior del sujeto.

Es en el silencio donde él encuentra su inspiración. ¿Qué es el silencio? No es tan sólo la ausencia del lenguaje, sino más bien un agujero, un espacio vacío, un accidente, un corte en el corazón mismo del lenguaje.

El deseo del escritor sostiene con la lengua una relación llamada erótica, tanto en el sentido amoroso como en el sexual más crudo, el escritor seduce y conquista la lengua (o más bien es conquistado y seducido por ella), vertiéndola en el cuerpo de la letra. La letra cumple para él exactamente el papel de la pareja en la relación sexual. Literalmente, el escritor hace el amor con la letra. La práctica literaria implica una investidura libidinal completa.

Hacer más reales las palabras del lenguaje, por lo tanto, más bellas y más verdaderas de lo que lo son en el habla –hacer real lo simbólico, es el desafío de la escritura. La estatua de la letra, o el templo de la escritura (otra metáfora posible), realizan la apuesta de dar cuerpo a la pura presencia real del lenguaje, al punto de no poder manifestar de él sino la presencia obstinada de un silencio.

El estar en análisis les permite a los pacientes tener esa apertura hacia el inconsciente y realizar rectificaciones subjetivas.

 

Bibliografía:

-Serge André:

“La escritura comienza donde el psicoanálisis termina”

Postfacio de la novela “Flac” (Ed. Siglo XXI)

-Ruben FasoLino

“La funcion de la escritura en Lacan”. Universidad Complutense de Madrid

 

-Antonio J. Colom Pons

“La vida en las palabras. Escritura y subjetividad”. Tesis doctoral UPF. Barcelona, 2015

 

-Margarita Noriega García,

“Lectura y escritura en psicoanálisis”

 

-Karina Savio

Sobre la noción de escritura en las enseñanzas de lacan”

 

Freud, Sigmund: “El malestar de la cultura”

-Lacan, jaques: “Aun”

-Lacan, Jacques:  Seminario XXIII. “El Sinthome”

-Lacan, Jacques:  “La ética del psicoanálisis”

-Lacan, Jacques:  Seminario XVIII. “De un discurso que no fuera del semblante”

-Lacan, Jacques: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, Escritos, Ed. Siglo XXI, México 1984

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