martes, 16 de enero de 2024

Acerca de la asociación libre. Parte 2. La trama.

 




Agradezco nuevamente la participación de la lic. Flora Fainkuchen, con este texto acerca de uno de los pilares de la técnica psicoanalítica.

La trama

Minicuento escrito por Jorge Luis Borges

Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.

 

Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.

 

 

Este minicuento lo trae en una asociación libre un paciente, que presenta un vínculo muy traumático con su padre, y que desea no seguir repitiendo este vínculo con diferentes personas que simbolizan para él la autoridad.  Su infancia y juventud la vivió en una villa miseria. ”Callejeando”

El paciente debía que rendir su última materia para recibirse de licenciado en ciencias políticas, carrera que realizó tras terminar la secundaria en una escuela para adultos y que refiere no sabía bien leer y escribir.

Esta materia le costó muchísimo poder rendirla, no porque no supiera el contenido, sino porque no se sentía merecedor de recibirse y con sentimientos de baja autoestima y temor irracional a la autoridad del profesor.

 

¿Qué es una trama?

La palabra trama tiene su origen en un vocablo latino que hace referencia al grupo de hilos que, combinados y enlazados entre sí, consigue darle forma a una tela. La palabra también designa al tipo de seda que, por sus características, resulta útil para entramar.

La trama también es la confabulación o conspiración que se lleva a cabo con el propósito de dañar o perjudicar a alguien.

Otro uso del término se refiere a la disposición interior y conexión entre las partes de un determinado asunto. Se utiliza, por ejemplo, en el ámbito de literatura, el teatro o el cine, para nombrar al enredo, tema o argumento de una composición u obra.

Según lo expresa Aristóteles en su «Teoría de la trama unificada«,  debe dejarse constancia de las diferentes partes que hacen al desarrollo de una historia; además, deben nombrarse los elementos fundamentales de la misma, estableciendo la conexión que existe entre ellos. De este modo, la anulación de alguno de estos elementos, supondría el fin de la coherencia en la historia, ya que todos y cada uno son imprescindibles.

Basados en esta teoría, en narratología se conoce como trama a un relato en el que se detallan (no siempre de forma cronológica) los sucesos que tienen lugar en una obra, para ser presentada a un determinado público. En ella se busca mostrar y relacionar los diversos elementos que aparecen en la obra, sin detallarlos minuciosamente.

La trama se encuentra dividida en varias partes, las mismas son: introducción, desarrollo o nudo y desenlace. En todas las narraciones se encuentran estas partes, a veces se encuentran dispuestas de forma desordenada, pero es imprescindible que aparezcan.

De acuerdo al tipo de información que presenten, las tramas pueden ser: descriptiva, argumentativa, narrativa y conversacional.

 

Acerca de la obra literaria “la trama”:

La tragedia renovada aparece en «La trama» (El Hacedor, 1960), de Jorge Luis Borges

Este texto se viste de un comentario literario. Las citas a Shakespeare y a Quevedo tienen este objetivo, al igual que la frase en el segundo episodio: «estas palabras hay que oírlas, no leerlas» que aluden al proyecto de Hernández de construir el discurso del gaucho directamente, en forma de canto, en el Martín Fierro.

Se trata de un hecho que se repite ad infinitum, el asesinato del gaucho mayor no puede producir verdadera sorpresa.

En cuanto a lo temático, se puede destacar dos principales tópicos borgianos desarrollados en este cuento: la circularidad del tiempo y la indeterminación del concepto mismo de la identidad. La repetición de los hechos que le sucedieron a César, luego al gaucho y, en el futuro, a los personajes que vuelvan a sufrirlos en cuentos posteriores, se explica en base a una concepción de la realidad diferente a la linealidad del tiempo occidental moderno. El principio de la circularidad del tiempo, en el cual somos como personajes que repetimos las «tramas» de nuestros predecesores, es un tema bastante trabajado en la obra borgiana, y tiene sus raíces en tradiciones culturales distintas a la occidental.

Esta repetición circular, nos conduce al siguiente punto temático: la indeterminación de las identidades. En varios cuentos de Borges, se sostiene un postulado: los seres humanos somos uno solo. El destino del hombre es repetir las sensaciones, sentimientos, pasiones, cóleras y decisiones que otro ya realizó, y prefigurar las de algún otro que está por nacer.

Repetir historias que otros vivieron desestima los rasgos particulares de los personajes del texto. Aún más, presentar en paralelo los dos episodios, entre los cuales podría intercambiarse los acontecimientos sin que los respectivos resultados cambien, borra los rostros de los actores. Mejor dicho, de un solo actor de una misma fábula:  el significante íntimo del texto: Edipo, el hijo asesino de su padre.



La re-actualización de la tragedia

Rene Girard reflexiona sobre la relación entre los mitos y la tragedia griega en su libro «La violencia y lo sagrado». En los relatos míticos, la muerte violenta de un personaje, calificado como el «chivo expiatorio», simboliza y ejecuta en sí misma la expiación de los males de la comunidad. En este individuo, se concentra el mal, de modo que, con el derramamiento de su sangre, se purifica el mundo. No obstante, Girard apunta que los relatos tradicionales griegos, como el de Edipo, por ejemplo, dejan de tener esta calidad ritual cuando se transponen a la Tragedia, cuyo nacimiento coincide con el reemplazo de las formas de sanción tradicionales de la tribu en la antigua Grecia, para dar lugar al sistema de la civilización regido por los códigos de justicia y sus instituciones administradoras.

En la Tragedia, dice Girard, los delitos cometidos por los antiguos personajes del mito se convierten en errores trágicos que cualquier persona podría cometer, de modo que «todos los personajes se reducen a la identidad de una misma violencia». De ahí que las tragedias sean tan espectaculares cuando los errores son cometidos por varios personajes y el destino trágico persigue a todos ellos.

La tragedia de César, quien es el padre simbólico de Marco Bruto y se ve reflejado en él, de modo paralelo a lo que ocurre con el gaucho y su ahijado. Si César es Bruto y el gaucho es su protegido, la tragedia del hombre es asesinarse a sí mismo. Esta contradicción es sobre el principio de un tiempo circular que disuelve las diferencias entre los hombres.

Tanto el César de Shakespeare como el de Quevedo son el mismo hombre que el gaucho moribundo, e iguales son sus patéticos reclamos, cuyas «palabras hay que oírlas, no leerlas». Con este recurso anti-racional, se completa la perfección del horror que Borges imprime a la historia trágica: todos somos Edipo. De hecho, el psicoanálisis había consolidado sus reflexiones sobre el tema para el momento en que se escribía «La trama» y esta estremecedora conclusión es solo una de sus repercusiones principales.

El destino, entonces, marcaría a los hombres debido a sus pulsiones más íntimas y a su propia condición humana. Debido a que ambos son factores comunes a todas las personas, su destino es idéntico. Aceptando ello, todas las personas son una misma persona.

Los personajes sufren y mueren «para que se repita una escena», no solo se afirma la repetición de la fábula en diferentes historias, sino también la repetición del acto de repetir la fábula en diferentes historias.

Borges ha citado a Shakespeare, Quevedo, y afirma que en un futuro la escena que acaba de contar se repetirá, ello significa que habrá otro autor que recoja esta historia y la vuelva a escribir, con distintas palabras, quizás, pero con los ecos inevitables de la suya y de todas las anteriores.

Borges queda sumido en un similar destino al de sus personajes: él no está escribiendo la historia, sólo la recoge. No crea; más bien, recuerda. No es el verdadero autor del cuento, solo lo copia y lo ilustra.

Sus palabras ya las escribió o dijo alguien antes, y otro las citará de nuevo en el futuro. El autor es solo el eco de la voz de otro, el reflejo del hombre hermoso, no su rostro.

 

¿Cuál es la trama de este paciente? Y como trabajar con esta trama:

En principio podemos decir que este paciente tiene tela para entramar, que puede asociar y hacer rectificaciones subjetivas. Las tramas son las sesiones, su palabra y su discurso.

Presenta diferentes escenas, donde es importante el significante que se repite para escuchar lo que le pasa, puede asociar, la transferencia es positiva y avanza el tratamiento.

Su trama es el vínculo con su padre, su dificultad para superarlo y sus ganas de ser buen padre. El aspecto académico y cultural, es una forma de sublimar su angustia, y superar a su padre.

Muchas veces trae textos que lee para explicar sensaciones o sentimientos para los que no encuentra palabras.

Freud explica que la familia resulta de la constitución de una trama identificatoria inconsciente. Esta trama está basada en gran parte en la situación edípica.

De esta manera el inconsciente cumple algunas funciones a saber:

Es una memoria funcional, un archivo de la familia.

En él, se condensa toda la historia multigeneracional.

Realiza una distribución de las posiciones identificatorias de cada miembro de la familia

En el inconsciente se asientan mitos como configuraciones privilegiadas, destacándose sobre el tramado familiar, con un estilo peculiar y un carácter que le es distintivo.

Es desde este tramado familiar inconsciente, relacional e identificatorio, desde dónde sobrevienen los mandatos, prohibiciones, destinos y significaciones.

Armar una trama es diferente a develar una historia. Armar una trama implica, muchas veces, develar muchas historias para poder construir una diferente.

Como analista soy el disparador de un armado: que donde era Ello advenga el Yo y el sujeto.

Con una función estructurante, que implica ligar (a través de la contención, del funcionamiento en espejo, del poner en palabras, etc.) aquello que ha dejado huellas que incitan a la repetición del movimiento.

El armado de una trama que permitirá luego la construcción de una historia. Una trama que funcione como un sostén interno que permita no sólo la diferenciación sino una base para poder enfrentar los avatares de la vida.

Con interpretaciones, construcciones, señalamientos, palabras, gestos, mis movimientos irán produciendo desfijaciones, desidentificaciones, posibilitando el entramado de redes, mediatizaciones, la instauración del principio de placer y la ligazón de lo traumático. Se trata es de ir deconstruyendo-construyendo, modos de funcionamiento en los que predominaba el sufrimiento por otros más creativos y placenteros.

Así el paciente puede ubicarse como sujeto, que soporte embates al narcisismo, que puede apelar a diferentes modalidades defensivas según las circunstancias y, fundamentalmente, que la compulsión a la repetición ceda dejando lugar a la creación.

Esto implicará tomar caminos diversos, que pongan en movimiento un proceso que reestructure lo coagulado.

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