miércoles, 11 de mayo de 2022

Alienación y separación: 4° video. La alienación (3° parte)

         Último video dedicado a la alienación, donde hago una diferencia entre el concepto de alienación en Hegel, Marx y Lacan, para abrir el camino al próximo video en el cual hablaremos de la separación.

            
        Para ver el video, solo tienen que hacer click en la siguiente imagen:




Para quienes prefieran el texto escrito, también lo comparto:


Diferencias con la filosofía.

 

El concepto de alienación que utiliza Lacan no se asemeja al que utilizaban los filósofos que lo precedieron, como Hegel o incluso Marx, sino que va por otro camino muy distinto.

Para Marx, por ejemplo, la alienación tenía otra connotación. En principio hay que destacar que Marx hablaba de personas, hablaba de la sociedad, pero estos conceptos no tienen nada que ver con lo que los psicoanalistas entendemos cuando hablamos del sujeto del inconsciente, $, por lo que cuando hablamos de sujeto en Marx no estamos hablando del sujeto del que habla Lacan.

En la teoría marxista, este sujeto está alienado a algo que implica variables políticas, económicas, culturales, sociales, y un muy amplio etcétera, que lo condicionan a actuar y pensar de cierta manera, lo cual es una forma muy difundida de pensar la alienación, incluso actualmente. Se trata de una persona que se ve tan afectada por su entorno cultural, que termina viendo su subjetividad afectada por la cultura hasta el punto en que hace cosas que no quiere, sin darse cuenta lo que está haciendo.

Este conjunto de variables afecta al sujeto marxista que no puede librarse de esa influencia y se ve dominado en parte por esta corriente y de esta manera podemos decir que en la teoría marxista hay un Otro que se lanza sobre el sujeto y lo aliena.

Ahí sí puede decirse que se trata de una alienación causada por el avance del Otro sobre el sujeto, es a esto a lo que yo entiendo que se opone Lacan cuando dice que él no habla de alienación porque se trate de algo que parta del Otro, porque con ese planteo se está diferenciando de la alienación como se entendía antes de él.

Marx utiliza predominantemente el ejemplo fundamental de los modos de producción capitalista, los cuales hacen que el trabajador no reciba la verdadera recompensa merecida por su trabajo, pero crea recibirla.

Estas ideas estaban muy difundidas en la época de Lacan y era inevitable que esta forma de entender la alienación estuviera presente en quienes acudían a sus seminarios y leían sus escritos, pero si pensamos que los conceptos de sujeto y de alienación se refieren a cosas muy distintas en Marx y Lacan no podemos utilizar la lógica marxista para explicar la teoría lacaniana, por lo cual la forma lacaniana de comprender la alienación no responderá al modelo marxista.

Claramente la noción de sujeto no comienza con Marx o Hegel, sino que podemos ir más atrás también y hablar del “sujeto cartesiano”.

Ya desde Descartes tenemos el postulado de que el ser humano puede demostrar su existencia, es decir su ser, recurriendo al pensamiento, ya que su famosa frase: “Pienso, entonces existo” nos enseña que por el hecho de pensar podemos lograr la prueba de nuestra existencia. Pero también podemos hacer algo más, ya que al decir esto Descartes afirma sin equivocarse que el ser humano es una cosa que piensa.

Esto le da un Ser al sujeto cartesiano, se trata del famoso cogito cartesiano (porque en latín la frase dice: “Cogito, ergo sum”), según el cual el Ser de los humanos es el pensamiento y cualquier persona puede decir, siguiendo a Descartes: “yo soy un ser que piensa”. A partir de eso, todos los humanos sabemos qué somos, ya que somos seres pensantes, y se establece una relación indiscutible entre pensamiento y existencia. Todo lo que piensa tiene existencia y eso le da un Ser indiscutible que lo define completamente.

El psicoanálisis plantea una lógica completamente distinta y es esto lo que Lacan presenta en la alienación, ya que presenta al ser y al pensamiento, al cual nombra como sentido, como dos campos distintos, los cuales solamente comparten una pequeña porción.

Es que la noción de sujeto del inconsciente, por su división subjetiva, implica una pérdida del Ser, este Ser cartesiano que puede ser nombrado con palabras y, por lo tanto, puede ser completamente dotado de sentido hasta el punto que todos comprendemos en qué consiste el ser de lo humano.

De esta manera, la noción de sujeto que estableció Lacan, sujeto dividido que tiene una pérdida en su ser, se opone a la noción de sujeto que estableció Descartes, sujeto del pensamiento, el cual le da su Ser completo.

Es por eso que Lacan, respecto de la idea que sostiene la filosofía acerca del Ser completo del sujeto y su posibilidad de encontrar una definición concreta de dicho Ser, dice:

 

“Esta es, por cierto, la falla esencial del idealismo filosófico, por otra parte insostenible y nunca radicalmente sostenido. No hay sujeto sin que haya, en alguna parte, afanisis del sujeto, y en esa alienación, en esa división fundamental, se instituye la dialéctica del sujeto”.[1]

 

Al hablar de “idealismo filosófico”, Lacan está reuniendo a algunos de los filósofos más importantes de toda la historia, no solo se opone a Descartes y su famosa frase, sino que también discute las ideas de Immanuel Kant, cuya teoría filosófica es conocida como “idealismo trascendental” y postulaba un sujeto epistemológico, es decir que se basa en la razón y el pensamiento, siguiendo el camino racionalista iniciado por Descartes; pero también se refiere a Hegel, cuya corriente es conocida como el “idealismo absoluto”, cuyo sujeto está inmerso en una dialéctica que llega, y Hegel postuló que su filosofía era la culminación de dicha dialéctica, al “espíritu absoluto”, donde finalmente el sujeto hegeliano podía ser conciente de su propia existencia y de todos los determinantes que tuvieron lugar para alcanzar ese estado. El “espíritu absoluto” de Hegel también habla de un Ser completo.

La lógica del psicoanálisis postula que la S que representa al sujeto está barrada, por lo que en realidad se trata de $, siendo que esta barra implica que el sujeto porta una pérdida inherente a su existencia, la cual hace imposible que el sujeto pueda definirse a sí mismo de una manera completa o, por decirlo de otra manera, que el sujeto pueda utilizar el campo del sentido para lograr acceder a su propio ser. Como ejemplo de esto, cualquiera puede decir de sí mismo “yo soy…” y completarlo con lo que quiera, pero eso siempre va a ser insuficiente para definir su propio ser, ya que no importa lo que diga, porque siempre van a quedar muchas más cosas para decir, ninguna va a definir su ser, y aún cuando alguien pase años diciendo cosas de sí mismo tampoco podría lograr una definición completa de su ser.

Yo puedo decir que soy argentino, que soy hombre, que soy padre, que soy… mil cosas más, pero por este camino jamás podría lograr acceder a un Ser completo. Por el lado del sentido, el sujeto queda condenado a tratar de definirse a sí mismo a través de una eterna metonimia de significantes que discurren de uno al otro y a otro y a otro, sin jamás poder llegar a un fin, a un significado, a una definición del propio ser.

Podemos decir que el sentido y el pensamiento cartesiano, y de toda filosofía en general, intenta transformar al sujeto barrado, $, en un sujeto completo, S, el cual no solo tiene su Ser, sino que también es conciente de él.

Buscar este Ser es una búsqueda de la identidad, tanto propia como también grupal, como puede ocurrir al pertenecer a una nacionalidad, un grupo político, un equipo de fútbol, etcétera, que está tomada únicamente desde el punto de vista del registro imaginario, en el cual todo siempre busca ser completo, que la idea cierre y no deje ningún punto sin abordar y sin que quede algo sin explicar; es una identidad en la cual alguien buscaría poder encontrarse absoluta y definitivamente, como si el poder decir “yo soy X” fuera suficiente para dar cuenta de quién y cómo es una persona.

Pero ocurre que desde la perspectiva del psicoanálisis esto nunca va a poder conseguirse, como no sea desde lo imaginario, lo cual es calificado como una simple ilusión, la ilusión imaginaria de la completud, que Lacan varias veces relaciona con una idea tomada de la filosofía que es el velo de Maya, porque, por supuesto, no hizo falta esperar a Freud para que lo relacionado con la imagen fuera calificado como ilusorio.

Para el psicoanálisis, siempre va a haber divisiones que hagan que el sujeto no pueda ser considerado como completo, lo que sí habrá serán identificaciones, es decir que un sujeto va a tomar rasgos de los otros, de aquellos que le resulten verdaderamente significativos por un aspecto o por otro, y adoptará esos rasgos como propios, lo cual le permitirá sentir que esas características, ya sea gustos, ideologías, intereses, etcétera, tienen que ver con su persona, con su ser, y recorrerá esos caminos cómo pueda y desee, pero siempre lo hará a la forma humana, es decir que lo hará con tropiezos, dudas, cambiando muchas veces de parecer y con muchos altibajos que demuestran que la idea de que alguien se reconozca en una situación y la sostenga en forma firme y decidida, sin ninguna dificultad en absoluto, es solo un ideal imposible que queda completamente relegada al mundo de las ficciones imaginarias del sentido. El pensamiento y el sentido, elementos imaginarios, el Ser del humano, perdido por estructura, y el ser (con minúscula) que podamos ubicar en lo humano, no son lo mismo ni recorren el mismo sendero.

Respecto de esto podemos traer una frase dicha por Lacan, según la cual la lógica del psicoanálisis plantea que se es, lo propio del ser, donde no se piensa y se piensa donde no se es, ya que podemos decir que el sujeto del inconsciente se ubica, es decir que es, donde el sentido no opera, como por ejemplo puede ser en un lapsus, un olvido, un sueño o un síntoma, ante los cuales el pensamiento es completamente inútil; mientras que en el dominio del pensamiento no hay lugar para que aparezca nada de la existencia del sujeto, su ser, sino todo lo contrario, ya que cuando aparece el sujeto es porque hubo un corte, una interrupción, en el camino del sentido.

Como se dijo antes, la alienación dejaría al sujeto en un estado de pura división, es decir en un estado de pura pérdida del ser, totalmente indeterminado, por lo cual habrá necesidad de otra operación que lo rescate, aunque sea parcialmente, de esta división absoluta y esa otra operación es la separación.



[1] Lacan, J. “El seminario…” Pág. 229.


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