Este es el segundo video de la serie dedicada a la alinación y la
separación, primero en el cual abordo el concepto de alienación al que le voy a
dedicar 3 videos.
Los invito a compartir el principio de lo que dice Lacan acerca de esta
operación, que él ubica como la primera de las dos que causan al sujeto.
Para ir al video solo tienen que hacer click en la siguiente imagen:
Para quienes prefieren el texto escrito, también lo comparto:
Alienación.
Habitualmente se escucha que los analistas hablan de la alienación como si se tratara de una alienación al Otro, pero esto se puede entender de varias maneras y algunas no son correctas, como ocurre cuando ese Otro aparece encarnado en alguien, pongamos por ejemplo la madre, y se dice como ejemplos de la alienación algo así como que el niño está demasiado pegado a su madre, o que el adolescente siempre repite lo que la madre le dijo y cosas por el estilo.
Esto es una forma equivocada
de entender la alienación, la cual parte de la noción de que la alienación es
al Otro.
Entonces, si bien hay una
función que cumple el Otro en la alienación, no tenemos que pensar en que se
trata de un Otro encarnado en nadie, sino de que el Otro opera como el tesoro
de los significantes, es decir que actúa como el lugar lógico donde se
encuentran todos los significantes.
Y esto ocurre porque es del
encuentro con el campo del Otro como tesoro de los significantes que se produce
la aparición del sujeto tal como la conocemos, es por la relación con los
significantes que puede hablarse de un sujeto.
Seguramente esto recuerda a
la frase que define al sujeto en la teoría lacaniana, la cual dice que un
sujeto es lo que representa a un significante para otro significante, ya que
solamente en el intervalo significante es que puede alojarse un sujeto, es
decir que el sujeto solo puede ubicarse entre dos significantes.
Como ejemplo de eso es que podemos
decir que un acto fallido del lenguaje, decir una palabra cuando se quería
decir otra, muestra el efecto sujeto sostenido entre el significante que quería
ser dicho y el que efectivamente fue pronunciado. Cuando hay un fallido, como
también cuando hay un olvido, un chiste, un sueño o un síntoma, es que aparece
el sujeto del inconsciente.
El mecanismo de la alienación
tiene que ver con este encuentro con los significantes, alojados en el Otro del
lenguaje, que llevan a la división subjetiva, lo cual implica una pérdida que
debe ser explicada, pero que nos lleva a decir que la alienación es a los
significantes del Otro, por lo tanto no es equivocado decir que en cierta
manera existe una alienación al Otro, pero siempre teniendo en cuenta que es un
Otro no encarnado en nada ni nadie, sino que es el Otro como sede lógica de los
significantes.
En dicho encuentro con los
significantes, el sujeto queda capturado por el lenguaje y, por lo tanto, se
produce su barradura, el sujeto ha quedado barrado. A partir de eso podrá
hablar y en dichas manifestaciones del lenguaje aparecerá el efecto sujeto.
Esta función del Otro como
lugar de los significantes es la única participación del Otro en la alienación,
ya que la verdadera alienación tiene que ver con el resultado del encuentro con
los significantes, es decir la división subjetiva. Esto algunas veces se lleva,
a mi juicio, al extremo y nos lleva a leer o escuchar que la alienación es del
sujeto consigo mismo, sin ninguna participación del Otro, porque solo remite a
la barradura del sujeto. Por mi parte considero que no hay alienación sin que
los significantes produzcan su efecto fundamental, y al estar presentes los
significantes también lo está el Otro del lenguaje, por lo tanto, considero que
es incorrecto decir que la alienación, que es a los significantes del Otro, se
produce sin ninguna participación de este Otro.
Respecto de esto hay una
frase en “Posición del inconsciente”, que puede confundirnos, ya que Lacan dice
acerca de la alienación:
“No es pues que
esta operación tome su punto de partida en el Otro lo que hace que se la
califique de alienación.”[1]
Esto puede llevarnos a pensar
que en la alienación no hay participación del Otro, que el Otro no tiene nada
que ver con la alienación, pero considero que esto sería un error, porque lo
que Lacan está diciendo es que la alienación sí toma su punto de partida en el
Otro, sí implica necesariamente la participación del Otro, pero que el carácter
fundamental de esta operación no está dado por esto, sino que hay que buscarlo
en otro lado.
Creo que estas palabras de
Lacan están fundamentalmente dirigidas a presentar una forma de entender la
alienación muy distinta de como se la venía entendiendo hasta ese momento,
especialmente en el campo de la filosofía, pero eso lo retomaré más adelante.
A diferencia de cualquier
otro autor, Lacan define la alienación de la siguiente manera:
“La alienación
reside en la división del sujeto que acabamos de designar en su causa”.[2]
Esta definición es
fundamental, porque todo lo que digamos acerca de la alienación tiene que tener
siempre presente que de lo que se trata, de principio a fin, es la división del
sujeto, la barradura del sujeto, $, sujeto dividido en su ser, el cual porta una
pérdida estructural.
Lacan establece que la lógica
que rige en la alienación es la de la reunión, la cual es una operación
matemática que muestra una forma de articular conjuntos y que actúa dejando un
solo elemento cuando hay dos o más elementos idénticos, es decir que si en el
conjunto A tengo los elementos 1, 2 y 3, mientras que en el conjunto B tengo 3,
4 y 5, entonces utilizando la lógica de la reunión voy a tener los elementos 1,
2, 3, 4 y 5, ya que al aparecer repetido el elemento 3 solo conservo uno de
ellos y el otro se elimina.
Esto es diferente a la lógica
de la sumatoria, en la cual ambos elementos número 3 aparecerían presentes y el
resultado que obtendría sería: 1, 2, 3, 3, 4 y 5, de manera que a través de la
reunión obtengo cinco elementos y a través de la sumatoria, tengo seis
elementos.
Lo interesante de la lógica
de la reunión, que opera en la alienación, es que lleva implícita una pérdida,
a través de este procedimiento siempre hay una pérdida posible que está
contemplada en el planteo lógico y la existencia de la pérdida plantea la existencia
de una forma muy curiosa de lo que Lacan llama el “vel”, el cual se entiende en castellano como la forma en la que
utilizamos la letra “o” cuando se plantean posibilidades.
Aplicando esto al gráfico de
la forma correcta del losange,
tenemos que decir que ambas flechas, tanto la superior de la separación, como
la inferior que corresponde a la alienación, son dos formas distintas de
escribir el vel, de manera que el
losange muestra la articulación circular de dos vel.
En principio Lacan nos
explica que existen dos tipos de vel,
uno de los cuales es exclusivo y el otro es inclusivo; el vel exclusivo es el
que nos lleva a elegir una opción descartando las demás, ya que se excluyen
mutuamente y no hay posibilidad de elegir ambas, como por ejemplo cuando alguien
dice que el sábado a las diez de la noche puede ir al cine o (función de vel exclusivo) al teatro. Es obvio que
nadie puede ir a dos lugares al mismo tiempo, por lo tanto, tiene que elegir si
prefiere ir al cine o ir al teatro, ya que el planteo también impide ir primero
a uno y después al otro, puesto que se debe hacer a cierto horario específico.
En este ejemplo, la decisión implica que uno se elige y el otro se pierde
definitivamente, ya que aún cuando puede elegir ir al cine y al otro día ir al
teatro, la visita al teatro ya no cumplirá con el requisito de realizarse ese
sábado a las diez.
A diferencia de esto, el vel inclusivo muestra otra forma de
utilizar el “o”, la cual no lleva a la inmediata pérdida irremediable de uno de
los elementos, sino que ambos forman parte de lo pedido, como si dijéramos que
para un trabajo es requisito indispensable saber hablar inglés o (función de vel inclusivo) francés. En este caso
cualquiera de las dos posibilidades hace que el candidato cumpla con los
requisitos para presentarse a la entrevista, ya que tanto si habla inglés como
si habla francés entra dentro de la categoría que se está buscando para ese
trabajo.
Pero a estas dos formas del vel Lacan las rechaza como posibilidades
para abordar la alienación, ya que para esta operación reserva otro tipo de vel, el cual presenta otras
características y al cual ejemplifica con la frase de: “la bolsa o la vida”.
Imaginemos que alguien se
encuentra en la calle con un ladrón que le apunta con un arma y le dice que le
entregue la bolsa, es decir algo que el otro quiere robar, como podríamos decir
la billetera, la cartera, etcétera.
Lo que ocurre es que hay que
elegir y cada elección tendrá su pérdida, ya que si elegimos quedarnos con la
bolsa es fácil imaginar que el ladrón no se irá del lugar sintiéndose vencido,
sino que nos matará de un disparo y nos quitará la bolsa de nuestras manos que
ya no pueden aferrar ese tesoro por el cual se dio la vida; por el contrario,
si elegimos conservar la vida tendremos que entregar la bolsa, con lo cual
podremos conservar uno de los dos elementos sobre los cuales tuvimos que
elegir, ya que seguiremos vivos, pero habiendo perdido algo, ya que tuvimos que
renunciar a nuestra posesión material para poder conservar la vida.
Exactamente la misma lógica
ubica Lacan en el proceso de la alienación, en el cual el encuentro con los
significantes del Otro produce una pérdida, ya que en psicoanálisis no se toma
al sujeto como algo completo, sino que el sujeto siempre está dividido por
efecto del significante y esa división subjetiva implica que hay algo de sí que
está irremediablemente perdido.
Esto perdido por estructura,
es decir que está perdido para todo sujeto, es lo que se conoce como el Ser,
como algo completo.
Es por eso que Lacan dice:
“La alienación
consiste en ese vel que condena (…) al sujeto a solo aparecer en esa división
que he articulado lo suficiente…”[3]
El
sujeto, por el efecto de la alienación, solo puede presentarse dividido, es
decir portando una pérdida.
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