jueves, 21 de abril de 2022

2° Video de "Alienación y separación". La alienación (1° parte).

Este es el segundo video de la serie dedicada a la alinación y la separación, primero en el cual abordo el concepto de alienación al que le voy a dedicar 3 videos.

Los invito a compartir el principio de lo que dice Lacan acerca de esta operación, que él ubica como la primera de las dos que causan al sujeto.

 

Para ir al video solo tienen que hacer click en la siguiente imagen:




 

Para quienes prefieren el texto escrito, también lo comparto:


Alienación.

 Habitualmente se escucha que los analistas hablan de la alienación como si se tratara de una alienación al Otro, pero esto se puede entender de varias maneras y algunas no son correctas, como ocurre cuando ese Otro aparece encarnado en alguien, pongamos por ejemplo la madre, y se dice como ejemplos de la alienación algo así como que el niño está demasiado pegado a su madre, o que el adolescente siempre repite lo que la madre le dijo y cosas por el estilo.

Esto es una forma equivocada de entender la alienación, la cual parte de la noción de que la alienación es al Otro.

Entonces, si bien hay una función que cumple el Otro en la alienación, no tenemos que pensar en que se trata de un Otro encarnado en nadie, sino de que el Otro opera como el tesoro de los significantes, es decir que actúa como el lugar lógico donde se encuentran todos los significantes.

Y esto ocurre porque es del encuentro con el campo del Otro como tesoro de los significantes que se produce la aparición del sujeto tal como la conocemos, es por la relación con los significantes que puede hablarse de un sujeto.

Seguramente esto recuerda a la frase que define al sujeto en la teoría lacaniana, la cual dice que un sujeto es lo que representa a un significante para otro significante, ya que solamente en el intervalo significante es que puede alojarse un sujeto, es decir que el sujeto solo puede ubicarse entre dos significantes.

Como ejemplo de eso es que podemos decir que un acto fallido del lenguaje, decir una palabra cuando se quería decir otra, muestra el efecto sujeto sostenido entre el significante que quería ser dicho y el que efectivamente fue pronunciado. Cuando hay un fallido, como también cuando hay un olvido, un chiste, un sueño o un síntoma, es que aparece el sujeto del inconsciente.

El mecanismo de la alienación tiene que ver con este encuentro con los significantes, alojados en el Otro del lenguaje, que llevan a la división subjetiva, lo cual implica una pérdida que debe ser explicada, pero que nos lleva a decir que la alienación es a los significantes del Otro, por lo tanto no es equivocado decir que en cierta manera existe una alienación al Otro, pero siempre teniendo en cuenta que es un Otro no encarnado en nada ni nadie, sino que es el Otro como sede lógica de los significantes.

En dicho encuentro con los significantes, el sujeto queda capturado por el lenguaje y, por lo tanto, se produce su barradura, el sujeto ha quedado barrado. A partir de eso podrá hablar y en dichas manifestaciones del lenguaje aparecerá el efecto sujeto.

Esta función del Otro como lugar de los significantes es la única participación del Otro en la alienación, ya que la verdadera alienación tiene que ver con el resultado del encuentro con los significantes, es decir la división subjetiva. Esto algunas veces se lleva, a mi juicio, al extremo y nos lleva a leer o escuchar que la alienación es del sujeto consigo mismo, sin ninguna participación del Otro, porque solo remite a la barradura del sujeto. Por mi parte considero que no hay alienación sin que los significantes produzcan su efecto fundamental, y al estar presentes los significantes también lo está el Otro del lenguaje, por lo tanto, considero que es incorrecto decir que la alienación, que es a los significantes del Otro, se produce sin ninguna participación de este Otro.

Respecto de esto hay una frase en “Posición del inconsciente”, que puede confundirnos, ya que Lacan dice acerca de la alienación:

 

“No es pues que esta operación tome su punto de partida en el Otro lo que hace que se la califique de alienación.”[1]

 

Esto puede llevarnos a pensar que en la alienación no hay participación del Otro, que el Otro no tiene nada que ver con la alienación, pero considero que esto sería un error, porque lo que Lacan está diciendo es que la alienación sí toma su punto de partida en el Otro, sí implica necesariamente la participación del Otro, pero que el carácter fundamental de esta operación no está dado por esto, sino que hay que buscarlo en otro lado.

Creo que estas palabras de Lacan están fundamentalmente dirigidas a presentar una forma de entender la alienación muy distinta de como se la venía entendiendo hasta ese momento, especialmente en el campo de la filosofía, pero eso lo retomaré más adelante.

A diferencia de cualquier otro autor, Lacan define la alienación de la siguiente manera:

 

“La alienación reside en la división del sujeto que acabamos de designar en su causa”.[2]

 

Esta definición es fundamental, porque todo lo que digamos acerca de la alienación tiene que tener siempre presente que de lo que se trata, de principio a fin, es la división del sujeto, la barradura del sujeto, $, sujeto dividido en su ser, el cual porta una pérdida estructural.

Lacan establece que la lógica que rige en la alienación es la de la reunión, la cual es una operación matemática que muestra una forma de articular conjuntos y que actúa dejando un solo elemento cuando hay dos o más elementos idénticos, es decir que si en el conjunto A tengo los elementos 1, 2 y 3, mientras que en el conjunto B tengo 3, 4 y 5, entonces utilizando la lógica de la reunión voy a tener los elementos 1, 2, 3, 4 y 5, ya que al aparecer repetido el elemento 3 solo conservo uno de ellos y el otro se elimina.

Esto es diferente a la lógica de la sumatoria, en la cual ambos elementos número 3 aparecerían presentes y el resultado que obtendría sería: 1, 2, 3, 3, 4 y 5, de manera que a través de la reunión obtengo cinco elementos y a través de la sumatoria, tengo seis elementos.

Lo interesante de la lógica de la reunión, que opera en la alienación, es que lleva implícita una pérdida, a través de este procedimiento siempre hay una pérdida posible que está contemplada en el planteo lógico y la existencia de la pérdida plantea la existencia de una forma muy curiosa de lo que Lacan llama el “vel”, el cual se entiende en castellano como la forma en la que utilizamos la letra “o” cuando se plantean posibilidades.

Aplicando esto al gráfico de la forma correcta del losange, tenemos que decir que ambas flechas, tanto la superior de la separación, como la inferior que corresponde a la alienación, son dos formas distintas de escribir el vel, de manera que el losange muestra la articulación circular de dos vel.

En principio Lacan nos explica que existen dos tipos de vel, uno de los cuales es exclusivo y el otro es inclusivo; el vel exclusivo es el que nos lleva a elegir una opción descartando las demás, ya que se excluyen mutuamente y no hay posibilidad de elegir ambas, como por ejemplo cuando alguien dice que el sábado a las diez de la noche puede ir al cine o (función de vel exclusivo) al teatro. Es obvio que nadie puede ir a dos lugares al mismo tiempo, por lo tanto, tiene que elegir si prefiere ir al cine o ir al teatro, ya que el planteo también impide ir primero a uno y después al otro, puesto que se debe hacer a cierto horario específico. En este ejemplo, la decisión implica que uno se elige y el otro se pierde definitivamente, ya que aún cuando puede elegir ir al cine y al otro día ir al teatro, la visita al teatro ya no cumplirá con el requisito de realizarse ese sábado a las diez.

A diferencia de esto, el vel inclusivo muestra otra forma de utilizar el “o”, la cual no lleva a la inmediata pérdida irremediable de uno de los elementos, sino que ambos forman parte de lo pedido, como si dijéramos que para un trabajo es requisito indispensable saber hablar inglés o (función de vel inclusivo) francés. En este caso cualquiera de las dos posibilidades hace que el candidato cumpla con los requisitos para presentarse a la entrevista, ya que tanto si habla inglés como si habla francés entra dentro de la categoría que se está buscando para ese trabajo.

Pero a estas dos formas del vel Lacan las rechaza como posibilidades para abordar la alienación, ya que para esta operación reserva otro tipo de vel, el cual presenta otras características y al cual ejemplifica con la frase de: “la bolsa o la vida”.

Imaginemos que alguien se encuentra en la calle con un ladrón que le apunta con un arma y le dice que le entregue la bolsa, es decir algo que el otro quiere robar, como podríamos decir la billetera, la cartera, etcétera.

Lo que ocurre es que hay que elegir y cada elección tendrá su pérdida, ya que si elegimos quedarnos con la bolsa es fácil imaginar que el ladrón no se irá del lugar sintiéndose vencido, sino que nos matará de un disparo y nos quitará la bolsa de nuestras manos que ya no pueden aferrar ese tesoro por el cual se dio la vida; por el contrario, si elegimos conservar la vida tendremos que entregar la bolsa, con lo cual podremos conservar uno de los dos elementos sobre los cuales tuvimos que elegir, ya que seguiremos vivos, pero habiendo perdido algo, ya que tuvimos que renunciar a nuestra posesión material para poder conservar la vida.

Exactamente la misma lógica ubica Lacan en el proceso de la alienación, en el cual el encuentro con los significantes del Otro produce una pérdida, ya que en psicoanálisis no se toma al sujeto como algo completo, sino que el sujeto siempre está dividido por efecto del significante y esa división subjetiva implica que hay algo de sí que está irremediablemente perdido.

Esto perdido por estructura, es decir que está perdido para todo sujeto, es lo que se conoce como el Ser, como algo completo.

Es por eso que Lacan dice:

 

“La alienación consiste en ese vel que condena (…) al sujeto a solo aparecer en esa división que he articulado lo suficiente…”[3]

 

El sujeto, por el efecto de la alienación, solo puede presentarse dividido, es decir portando una pérdida.


Bibliografía:

[1] Lacan, J. Idem, pág. 799.

[2] Lacan, J. Idem, pág. 800.

[3] Lacan, J. “El seminario…” Pág. 218.

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