Agradezco nuevamente la participación de la lic. Natalia Demonte, con este texto acerca de situaciones que se producen en la clínica psicoanalítica.
Lacan, en ¨ Dirección de la cura y principios de su poder¨, hace una comparación entre la dirección de la cura y lo que atañe a la táctica, estrategia y política en situación de guerra. Se propone de este modo repensar la técnica analítica, con relación a su cuestionamiento a la tendencia a la reeducación emocional del paciente para aprender a domesticar al yo y sus síntomas. Tendencia de los post freudianos donde el saber lo traía el analista en una posición enfatuada, en dirección a una posición terapéutica de eliminar al síntoma.
Tomando como analogía las situaciones de
guerra Lacan se pregunta:
A nivel de la táctica el analista se pregunta
¿Q hago?
¿A nivel de los medios para llegar a dónde?
En la táctica Lacan ubica el concepto de
interpretación, y enfatiza que el analista es ¨único amo en su barco¨.
Continúa puntuando que esa máxima libertad es relativa, ya que enfatiza que ser
el único amo como analista no significa ser el amo del lenguaje, porque el
efecto de toda interpretación sólo se mide por los efectos a posteriori. La
interpretación está del lado de la técnica analítica y el analista paga con
palabras, que de acuerdo a los efectos que produjo en el analizante se podrá
vislumbrar si cobraron estatuto de intervención o no.
Lacan pone énfasis en no confundir la
interpretación como una posición de un saber del analista para enseñar o
explicar, de esa manera sería una práctica de adoctrinamiento y comprensión
imaginaria, donde se deja pasar la interpretación y la letra que trae el
paciente.
Por el contrario, el analista escucha y lee,
decide dónde poner el punto ¨elige escuchar esto o lo otro¨. Al poner el punto
los efectos de retroacción en el interlocutor deciden la interpretación.
Podemos decir que es un S 1 al que el analizante le agrega un S 2, un plus. Es
el inconsciente del analista el interpretado por el analizante.
El analista también hace corte, es lo tajante
respecto al bla bla bla, a la significación fálica del paciente, acotar el
sentido, dar el corte, interrumpir la cadena significante y procurar la
división subjetiva.
Con respecto al corte en las sesiones también
Lacan apunta a lo singular en contraposición a la cronología exacta de los
50 minutos: el corte desempeña un papel de escansión, que tiene valor de intervención
donde se va transmitiendo una lógica.
En cuanto a la estrategia, Lacan compara el
arte de dirigir las operaciones militares, en la coordinación general de una
guerra. La táctica tiene que reinsertarse en el marco de una estrategia. Sería
la pregunta ¿Cómo hago eso que hago? Acá Lacan ubica el concepto de
transferencia. Podemos vislumbrar que el analista en este punto también paga
con su persona. Amo de mi barco, pero mi libertad se encuentra alienada,
depende de lo que el fantasma del analizante me transfiere. Por lo cual el
analista debe maniobrar, pero nunca decidir ¨el desdoblamiento que sufre mi
persona¨
Podemos pensar que este menor grado de
libertad condiciona el lado de libertad de interpretación, ya que la
interpretación es en transferencia. La transferencia impone otra temporalidad
que nos va a ir guiando.
n cuanto a la política, (derivado de polis),
podemos pensarla como la autoridad que interviene para conducir gente.
Lacan toma la política como lo que conduce,
condiciona la táctica y estrategia. Estaríamos en el nivel de los fines. Surge
la pregunta ¿Cómo inventar un medio de acción cuando la situación es cada vez
diferente? La política atañe el nivel de la ética. La premisa del caso por
caso, respetando y conduciendo sin perder nunca el eje en la singularidad de
cada sujeto. El analista paga en este nivel con su juicio más
íntimo. Es aquí con el que el analista se tiene que ver con su deseo, es decir
su falta en ser. Se pone en juego el deseo del analista, en cuanto al deseo de
una posición, de una determinada función, en un discurso que siga la lógica del
psicoanálisis, donde el saber es un saber inconsciente que trae el paciente y
el sujeto es una posición a producir, un efecto del lenguaje.
Como bien sabemos toda época tiene efectos en
la subjetividad de las personas y deja sus huellas.
En nuestra época actual del auge
capitalista, predomina ¨el tapar las faltas con objetos gadgets¨ y el¨
Todo es ya ¨, se tiene que ser ¨productivo para ser exitoso¨.
Hay una caída de los modos tradicionales de
regulación del goce, y a su vez un sin número de ofertas con promesas para
el ¨bienestar¨ a corto plazo de los padecimientos subjetivos que van en la
misma lógica. Podemos vislumbrar desde el exceso de cantidad de
variedad de psicofármacos que tienden cada vez más a ponerse en juego en
diversos tratamientos, hasta diversas disciplinas actuales que van surgiendo
¨para enseñarles a las personas a que aprendan a dominar y lograr quitar los
síntomas que padecen¨.
Se escucha cada vez más nuevos fenómenos
clínicos de urgencia con ataques de pánico, adicciones, ansiedad, depresión, y
una demanda terapéutica a la cura de los síntomas, demandas de respuestas, de
duración de tratamiento, de explicación y terapéutica del síntoma.
Se vienen nuevos desafíos para el
psicoanálisis. Donde nos tenemos que reinventar, pero sin dejar de lado nuestra
política de trabajo. Donde se trabaja con el síntoma, no se lo tapa. El síntoma
tiene su recorrido, su trayecto, y una singular forma de relación con el goce
que lleva tiempo escuchar. Tiempo del inconsciente, tiempo subjetivo y ante
todo singular.
El deseo del analista opera vía la
interpretación, para la reducción de dicho goce del síntoma y poder encausarse
por las vías del deseo. De lo que se trata precisamente es de no curarlo, sino
de poder, en un recorrido, anudar la pulsión por esas vías. Ir
transformando ese goce parasitario a un recorrido por los goces de la
vida. Ese saber hacer con el síntoma implica al deseo del analista.
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