Les presento el primer video de una serie acerca de la alienación y la separación. En esta oportunidad revisaremos algunas cuestiones complicadas que nos permitirán estar mejor preparados para entender a qué se refería Lacan con estos conceptos.
El video se puede ver haciendo click en la siguiente imagen:
Para quienes prefieren leer, acá publico un artículo que no coincide exactamente con el texto del video y tal vez sirva para completar lo filmado.
Alienación
y separación.
Consideraciones
iniciales.
La alienación y la separación son las dos operaciones
que dan por resultado la causación del sujeto, es decir que si suponemos que la
persona que tenemos enfrente como paciente es alguien en quien se puede ubicar
un sujeto del inconsciente, es porque las operaciones de alienación y de
separación tienen que haber actuado.
En palabras de Lacan, antes de dedicarse a comentar
ambas:
“Por eso hoy quiero poner el acento en las operaciones
de realización del sujeto en su dependencia significante respecto del Otro”.[1]
Ya abordaremos cómo influye el significante, que
proviene del Otro, en esta dinámica.
En este planteo, la alienación es la primera y la
separación es la operación segunda, es la que cierra el ciclo y le da al sujeto
la forma y las características que se le reconocen cuando se habla de él en
psicoanálisis, es decir que para comprender cómo se forma el sujeto del
inconsciente tenemos que pasar por el abordaje de estas dos operaciones.
Se trata de operaciones lógico-matemáticas, por lo que
no pueden ser pensadas según un orden cronológico en el desarrollo de una
persona, esto significa que no podemos decir que la alienación ocurre a los
tantos años de vida y la separación se produce cierto tiempo después, sino que
deben ser tomadas juntas, una y otra unidas por un proceso y no pudiendo
ocurrir la una sin la otra, siendo que ambas operaciones dan por resultado al
sujeto.
Que sean dos operaciones lógicas no quita que haya una
temporalidad, pero esta temporalidad es lógica y no cronológica, es decir que
una de ellas se produce antes que la otra, ya que la alienación se produce
antes que la separación, pero eso no significa que se puedan ubicar ambas en
ninguna fecha concreta o época del almanaque.
Esto también sirve para oponernos a esa idea que
muchas veces se escucha, lamentablemente, en la cual se dice que un paciente
está atrapado en la alienación y que todavía no se produjo la separación, lo
cual es un absurdo, ya que la lógica que tenemos que utilizar para entender
estas operaciones es otra e incluye a ambas operaciones juntas.
Pongo dos ejemplos para ilustrar la idea de que se
trata de tiempos lógicos y no cronológicos.
El primer ejemplo es el que usamos para pensar el par
significante S1 y S2.
Sabemos que no existe el significante que actúe por su
cuenta, sino que solamente podemos hablar de significantes si tenemos el par
significante, ambos significantes unidos ya sea por la metáfora o por la
metonimia.
Entonces es imposible decir que ambos significantes se
pueden encontrar en tiempos cronológicos, como si dijéramos que en un momento
aparece el S1, pongamos por ejemplo el relato de un sueño, y varios minutos
después aparece el S2, que podrían ser las asociaciones acerca de uno de los
elementos de ese sueño.
Esto es incorrecto, porque no se trata del plano
cronológico, ya que solamente podemos hablar del par significante en el momento
en que nuestro paciente hace una asociación entre uno de los elementos del sueño
y alguna idea o palabra, es recién en ese momento en que podemos decir que
tenemos S1 y S2, pero ambos aparecen al mismo tiempo.
Podemos decir que nacen juntos, mientras que si nos
ubicamos en el tiempo cronológico solo podemos decir que antes de dicha
asociación solamente había palabras, relatos, recuerdos y otras cosas, pero
jamás significantes.
Se utiliza la escritura de los números 1 y 2 para
acompañar la “S” que representa al significante para mostrar que se trata de
dos significantes distintos, pero eso no quiere poner en evidencia ninguna jerarquía,
ni que uno viene cronológicamente antes que el otro.
O tenemos dos significantes o no tenemos ninguno.
El segundo ejemplo, tal vez mucho más claro, es el que
se da entre la madre y el hijo. Por supuesto que cronológicamente sabemos que la
mamá tiene que existir antes que nazca el hijo, es una obligatoriedad imposible
de evitar, pero antes de que nazca su hijo no hay una madre, solo una mujer;
solamente podemos hablar de una madre si hay un hijo y solamente podemos hablar
de un hijo si hay una madre, pero ambos adquieren el título de “madre” e “hijo”
al mismo tiempo. Aún cuando la mujer tenga hijos previos, solo será madre de su
nuevo hijo cuando ese hijo aparezca.
De manera que cronológicamente podemos tener palabras
y mujeres en un tiempo previo, pero para hablar de significantes y de madres
tenemos que tener el otro elemento ligado, siendo que estos pares solo pueden
existir juntos y aparecidos en el mismo momento.
La misma lógica debemos aplicar a la alienación y la
separación, solo podemos pensarlas juntas, no separadas, y como tiempos
lógicos, no cronológicos.
La dinámica que describe Lacan para las operaciones de
alienación y separación es la siguiente:
“Operaciones que se ordenan en una relación circular,
pero no por ello recíproca”.[2]
Que la relación entre ellas sea circular significa que
hay un ida y vuelta entre ellas, que una y la otra están vinculadas en un
proceso que tiene un resultado, es decir que ambas actúan para que se obtenga
un efecto, siendo que este resultado es lo que llamamos el sujeto.
Pero no se trata de que lo que ocurra en una sea lo
mismo que lo que ocurre en la otra, no se trata de una simetría entre ellas,
donde una es algo así como el espejo de la otra. Ambas están incluidas en un
proceso común, producir un sujeto y por eso Lacan dice que la separación cierra
el círculo que se inició con la alienación, pero la falta de reciprocidad, la
no existencia de una simetría entre ellas, significa que son dos procesos
distintos, los cuales tienen sus características específicas y realizan una
función diferenciada la una de la otra.
El sujeto solo adviene cuando ambas han operado.
En ambas operaciones se produce un vínculo entre el
sujeto y el Otro, se trata de dos campos articulados, y esta relación entre
ellos se expresa en lo que llamamos el losange,
que habitualmente se grafica como un rombo, pero que en realidad tiene una
forma distinta.
Como podemos ver en la imagen, el grafo del deseo, tal
como aparece en el seminario 5, nos muestra al fantasma y a la pulsión expresados
a través de sus conocidos matemas, los cuales incluyen un rombo en medio de
otros dos elementos.
La forma correcta del losange es la siguiente:
Es decir que se trata de dos flechas que establecen algo que va de izquierda a derecha en la parte inferior, al mismo tiempo que hay algo que va desde la derecha hacia la izquierda en la parte superior, estableciendo así una circularidad, un ida y vuelta entre esos dos campos, que sabemos que se refieren al sujeto y al Otro.
Lacan nos aclara, poco después de presentar el gráfico
del losange, que la flecha de la
mitad inferior es la que corresponde con la primera operación, esta es la de la
alienación, de manera que por un simple descarte nos queda la flecha superior
como la que representa a la separación.
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